Crecen peligrosamente las tensiones belicistas en el mundo como expresión de la descomposición capitalista
Es urgente que la clase obrera y los oprimidos del mundo le pongan freno a esta escalada
La expectativa de negociaciones de paz y algún freno a la guerra en Ucrania ha desatado un recrudecimiento de las acciones bélicas en las últimas semanas para condicionar fuertemente cualquier negociación. El complejo industrial militar, que ha tenido ganancias extraordinarias en los últimos años, no quiere detenerse, como tampoco la fracción imperialista que está convencida que debe prolongar y profundizar la intervención militar en todos los terrenos.
La difusión del comienzo de negociaciones entre Trump y Putin sobre la guerra en Ucrania y sus declaraciones sobre limitar el apoyo militar, fue seguido por la autorización de Biden a utilizar los misiles norteamericanos de largo alcance ATACMS (Sistema de Misiles Tácticos del Ejército) contra territorio ruso, un cambio significativo en las decisiones de EE.UU. y que fue ejecutada inmediatamente por Kiev. Esta decisión de EE.UU. dividió a su propio gobierno. La medida fue acompañada por el Reino Unido que autorizó el uso de los misiles Storm Shadow que se dispararon.
La respuesta de Rusia fue contundente e inmediata disparando por primera vez los poderosos misiles hipersónicos Oreshnik como demostración de fuerza y una seguidilla de ataques contra la infraestructura de energía e instalaciones militares. Mark Rutte Secretario general de la OTAN reconoció que “Rusia avanza en todas las líneas del frente” y ha ganado una porción significativa de territorio recientemente, “lo que hará este invierno el más difícil de los últimos años”.
Se registra un colapso de las fuerzas armadas de Ucrania, con 60.000 encausados por desertar. El gobierno muestra mayor agresividad para reclutar personas con menor experiencia y desde la OTAN presionan para que baje la edad de reclutamiento.
Las potencias de Europa que se sometieron a la guerra impuesta por EE.UU. temen quedar sin su asistencia militar y financiera y tener que hacerse cargo de la guerra.
Es en este cuadro que se inscribe el ataque del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) sobre Alepo, en Siria, en una ofensiva sorpresiva. El grupo vendría de una ruptura con Al Qaeda, respaladados por Turquía y probablemente Israel. El presidente Bashar al Assad tenía desde hace 8 años el control sobre las principales ciudades. Hezbollah, con apoyo iraní, apoya al gobierno. Objetivamente esta acción le creó un nuevo frente de guerra a Rusia que interviene en defensa de su protegido y en protección de su propia posición en el territorio como la Base naval de Tartús, parte del puerto en el mar Mediterráneo utilizado por la Armada de Rusia. También EE.UU. tiene base militar en Siria. Rusia intervino de inmediato para ayudar a retomar Alepo. Este conflicto en Siria, de esta magnitud, agrega tensión en Oriente Medio. La guerra se extiende y hace cada vez más difícil que esta tendencia pueda contenerse proyectando la sombra terrible de una nueva guerra mundial.
El conflicto se extiende con el incidente en el Báltico ya que un barco ruso disparó con munición de advertencia a un helicóptero de guerra alemán casi simultáneamente con la visita del canciller Scholz a Ucrania para prometer que la seguirá apoyando. A la vez se intensifican los patrullajes de la OTAN en el Báltico.
En la misma semana se produce el fracasado autogolpe de Estado protagonizado por el presidente de Corea del Sur que decretó la Ley marcial y encontró una fuerte resistencia popular y lo obligó a retirarla casi de inmediato. Acusaba a los líderes de la oposición como “alineados con Corea del Norte”. Por amplia mayoría se aprobó derogar la ley y un voto de censura al presidente.
Y también el voto de censura en Francia que hizo caer al gobierno de Barnier que duró tres meses. Presenta graves problemas en la economía, con una deuda muy superior a la declarada y un desequilibrio fiscal de más del 6% que se prolongará por años. Se suman las huelgas en Alemania y la segura caída de Scholtz en los próximos días. Y la crisis en Georgia por las elecciones parlamentarias el 26 de octubre ganadas por “Sueño Georgiano” que venció una coalición de 4 partidos y logró mayoría parlamentaria, que se pronuncia “contra las sanciones occidentales a Rusia”, y rechaza seguir las orientaciones de Bruselas, algo intolerable para la UE. La presidenta de Georgia se niega a aceptar el resultado, acusando ingerencia rusa (ella que es francesa, capacitada en EEUU, representó a Francia en la OTAN , fundó movimientos políticos para “estabilizar el Cáucaso” y promovió las sanciones contra Iran en el Consejo de Seguridad).
Es urgente la necesidad de que la clase obrera supere los bloqueos de sus direcciones políticas y sindicales independizándose para poder colocarse a la cabeza de la lucha contra el imperialismo que amenaza con provocar el mayor horror que se haya conocido. Ese es el trabajo que hacemos desde el CERCI ya que consideramos que es el principal problema de la humanidad: su crisis de dirección revolucionaria.