Filiación socialista de la clase obrera boliviana
A inicios del siglo XX, el movimiento obrero boliviano recibe la influencia del pensamiento anarquista y marxista principalmente desde países vecinos como Argentina y Chile. En medio de un ambiente social convulsionado, estallaron varias movilizaciones en el sector minero; los trabajadores de Huanuni en noviembre de 1919 consiguen la jornada laboral de 8 horas, en Uncía, el 4 de junio de 1923, se masacra a los mineros que estaban movilizados por demandas salariales. A partir de este período los obreros tienden a mostrar su propia fisonomía, a independizarse ideológica y organizativamente y a adquirir inconfundibles contornos clasistas. Se dan los primeros pasos para constituirse en clase consciente.
En 1935, en el exilio, se funda el Partido Obrero Revolucionario, que años después, echará raíces en los centros mineros de masiva concentración proletaria.
Después de que se habían estado conformando sindicatos mineros a lo largo y ancho del país, se funda la poderosa Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) en junio del 1944, creada bajo influencia del nacionalismo burgués durante el gobierno de Gualberto Villarroel
En noviembre de 1946, en el Congreso Extraordinario de Pulacayo, los mineros se ponen en apronte ante el derrocamiento de Villarroel y el ascenso al poder de un gobierno títere de los “barones del estaño” y, como respuesta, aprueban la famosa Tesis de Pulacayo. Primer documento político sindical que señala con meridiana claridad que el objetivo histórico de los mineros es la toma del poder y la construcción del socialismo. Señalando que, en un país de capitalismo atrasado como el nuestro, es el proletariado la clase llamada a vanguardizar a la nación oprimida en su misión de consumar la revolución social. Que Bolivia no conocerá el desarrollo de las fuerzas productivas y no superará las formas precapitalistas de producción en el agro y las ciudades, si no se libera primero del dominio imperialista. De esta manera, los mineros, dieron un salto descomunal al encuentro e identificación con la teoría revolucionaria más avanzada de la época: el “marx-leninismo trotskista”. Hacia adelante, son estas ideas revolucionarias que marcan a fuego y dejan una profunda huella en la vida del sindicalismo boliviano.
La Revolución de 1952 y la creación de la Central Obrera Boliviana, fueron consumadas bajo la inspiración política de la Tesis de Pulacayo. Posteriormente en la década de los sesentas, viene el rompimiento del movimiento minero con los gobiernos movimientistas hasta llegar a la Asamblea Popular de 1971. Momento cúspide del movimiento obrero que, a través de este órgano de poder de masas, la clase obrera, dirigiendo políticamente al conjunto de la nación oprimida, estuvo lo más cerca de consumar la toma del poder en Bolivia.
En la historia del sindicalismo en Bolivia, desde sus orígenes, ha sido la ideología revolucionaria del proletariado, el socialismo marxista, el que ha dado contenido político a las luchas obreras y populares como también consistencia a las organizaciones propias de la clase obrera.
Hoy en día, Huarachi y compañía, cínicamente sostienen que en los tiempos actuales ya no se aplicaría un “sindicalismo revolucionario”. Sino más bien correspondería efectivizar un tipo de “sindicalismo de gestión”, de entendimiento con los enemigos de clase y con los gobiernos dizque de izquierda. Desechando la militancia socialista del sindicalismo boliviano para abrazar de lleno las teorías contrarrevolucionarias del posmodernismo que son promovidas por los ideólogos de la burguesía imperialista y sus representantes nativos. Tarea sucia de estos sinvergüenzas que los obreros de base sabrán responder llegado el momento. Al final, los burócratas sindicales masistas no podrán con la historia y tradición de la clase obrera revolucionaria.
Más temprano que tarde, el proletariado volverá a retomar sus propias banderas de clase por tres factores. Primero, porque los obreros poseen un instinto comunista (por ser desposeídos de los medios de producción), lo que los impulsa a enfrentar la explotación burguesa y que no desaparecerá mientras el sistema capitalista siga en pie. Segundo, en tanto la crisis estructural del capitalismo se profundice día que pasa, el socialismo será una necesidad para la humanidad. Y tercero, por la actividad de su partido (conciencia de clase) que ayudará a la clase a recuperar su identidad política.
(POR Bolivia – Masas No.2820)