Un mes de gobierno de Trump: Un giro sustancial en la política exterior de EE.UU.
POR Brasil – Editorial en el periódico de Massas nº 733
A poco más de un mes de su presidencia, Trump ha tomado numerosas decisiones, demostrando que las decenas de decretos presentados el día de su investidura iban en serio. Las medidas para cambiar la política interior y exterior están en marcha. Sorprende la rapidez con la que Trump ha actuado para dejar atrás la administración demócrata de Biden. Lo más asombroso no ha sido el cambio de directrices internas, sino las externas. La fracción de la burguesía imperialista ligada a la orientación y determinación dictada por la administración demócrata está asombrada y confundida. En este contexto, las fracciones burguesas de los países semicoloniales también se manifiestan. La cantidad de medidas y acciones lanzadas por el gobierno de Trump en un corto espacio de tiempo hace que no esté claro de inmediato hasta qué punto se impondrán por la fuerza y qué alcance y profundidad tendrán sus consecuencias.
En términos generales, los republicanos han convergido en el proteccionismo y en la exigencia de que otros países carguen con el peso de la crisis de la economía estadounidense y ayuden a Estados Unidos a frenar el declive de su hegemonía. Esto explica el alcance de su plan, que va desde expatriar a millones de inmigrantes hasta gravar las importaciones; que pretende decidir directamente sobre la guerra en la Franja de Gaza, así como sobre la guerra en Ucrania; que exige un nuevo realineamiento tanto de las potencias europeas como de las semicolonias en la guerra comercial con China; que quiere ampliar el control sobre las fuentes de materias primas estratégicas y mantener a Estados Unidos a la vanguardia de la tecnología más avanzada; que, por un lado, impulsa la escalada militar pidiendo un aumento del presupuesto militar de los países miembros de la OTAN y, por otro, propone un acuerdo sobre armas nucleares.
Trump ha desplegado vigorosamente la diplomacia republicana, el poder económico y la capacidad de amenazar militarmente a los países más débiles que se resistan. Obligó a Panamá a romper su acuerdo con China sobre la Nueva Ruta de la Seda para mantener el control absoluto del Canal de Panamá. Empezó a enviar inmigrantes para que los países tuvieran que aceptar las condiciones impuestas por Estados Unidos. Obligó a México y Canadá a aceptar sus condiciones. Ha retirado a Estados Unidos del Acuerdo de París, ha recortado las contribuciones a la Organización Mundial de la Salud, ha condenado al ostracismo al Consejo de Derechos Humanos y ha puesto fin a la financiación de USAID para las acciones estadounidenses en todo el mundo. Trump está decidido a arrasar con los logros de los demócratas, a los que considera incapaces de reaccionar ante el retroceso que sufre Estados Unidos y el ascenso de China.
El giro ultraproteccionista provocó las primeras reacciones, con China gravando algunas importaciones esenciales a Estados Unidos. México y Canadá cedieron rápidamente. Brasil espera negociar las condiciones de los aranceles, ya que Estados Unidos es superavitario. Pero está vacilando. Trump ha amenazado con gravar al 100% a los países BRICS si insisten en sustituir al dólar en las transacciones comerciales. La Unión Europea ha alzado la voz contra las medidas proteccionistas.
En medio de estos conflictos, destaca el cambio de rumbo de la Casa Blanca ante la guerra en la Franja de Gaza y Ucrania. En el primer caso, Trump ha echado por tierra la demagogia de Biden y sus aliados al cerrar un acuerdo que prevé la formación de un pseudo-Estado palestino y la reconstrucción de la Franja de Gaza bajo un gobierno de la Autoridad Palestina, excluyendo a Hamás. La nueva orientación es «reubicar» (expulsar) a la población de la Franja de Gaza y que el propio Estados Unidos tome el control del territorio. Este es el verdadero contenido de la guerra emprendida por el Estado sionista contra los palestinos, la devastación de la Franja de Gaza y la carnicería provocada por los bombardeos. Está en marcha una nueva fase del intervencionismo estadounidense en Oriente Medio, que implica la extensión de la guerra a Irán. Este paso dependerá de la respuesta de las nacionalidades árabe, persa y otras.
En el segundo caso, Trump decidió entablar negociaciones con Putin por encima de las cabezas de Ucrania, la Unión Europea y el Reino Unido. También se desoyó un plan de paz lanzado por China en febrero de 2023. El conflicto cumplirá tres años el 24 de febrero. Ucrania está debilitada y es incapaz de llevar a cabo una contraofensiva. El peligro de que la OTAN entre directamente en guerra contra Rusia ha disminuido. El estancamiento expresa la derrota de Ucrania. Estados Unidos y sus aliados europeos han llegado a la conclusión de que ahora es el momento de llegar a un acuerdo, de lo contrario tendrían que seguir apoyando a Ucrania, claramente conscientes de la imposibilidad de su victoria. Este es probablemente el diagnóstico de Trump. Los republicanos se han resistido durante mucho tiempo al alto nivel de financiación de la guerra que gasta Estados Unidos. Resulta que Trump pasó por encima de los aliados de Biden, que quedaron estupefactos ante el anuncio de Trump de la posibilidad de negociar un acuerdo con Putin sobre la base de la anexión del 20% del territorio ucraniano ocupado por las fuerzas rusas. Trump ha dejado claro el interés de Estados Unidos por las «tierras raras» de Ucrania. Este proceso en curso complicará aún más las relaciones de la Unión Europea con Estados Unidos. Ya se habla de que Trump está traicionando a Europa.
Estos acontecimientos condensados en un corto espacio de tiempo y a un ritmo abrumador dan la dimensión de la crisis mundial y de la desintegración del orden internacional erigido tras la Segunda Guerra Mundial. El enfoque más incisivo y de mayor alcance adoptado por los republicanos supone un paso adelante respecto a los pasos que están dando los demócratas. La crisis mundial va a agravarse. El problema es que la resistencia de la clase obrera y de las masas en general sigue siendo débil. Pero la tendencia es que se fortalezca en esta nueva etapa de crisis mundial del capitalismo. La claridad estratégica de cómo la vanguardia con conciencia de clase lucha y luchará contra las acciones del imperialismo es la clave de la cuestión. La magnitud de las divisiones y enfrentamientos interburgueses indica que seguirán predominando las tendencias belicistas. Sólo con el programa de la revolución social puede la vanguardia dar pasos para superar la crisis de dirección.