Elecciones en Alemania: La derrota de la socialdemocracia y el ascenso de la ultraderecha reflejan el estancamiento de Alemania
El domingo 23 de febrero se celebraron en Alemania las tan esperadas elecciones federales en medio de un profundo desgaste del Gobierno de Olaf Scholz, del SPD (Partido Socialdemócrata). En la cancillería desde finales de 2021, Scholz perdió la mayoría parlamentaria en noviembre de 2024 y se vio obligado a convocar elecciones anticipadas para febrero de 2025. La dimisión del ministro de Finanzas, Cristian Lindner, del partido liberal FPD, en noviembre, fue un factor importante en la crisis y tuvo un mal impacto en los círculos capitalistas. Lindner, partidario de duras reformas económicas, incluidas leyes antilaborales destinadas a restablecer la productividad de la economía alemana, abandonó el gobierno acusando a Scholz de ser débil e incapaz de gobernar el país. La tambaleante coalición de Scholz, que abarcaba desde el SPD hasta la CDU (Unión Cristianodemócrata), pasando por los Verdes y el FDP, se hundió melancólicamente ante el bloqueo político y económico.
El resultado de las elecciones fue una ajustada pero esperada victoria de la CDU de Friedrich Merz, que obtuvo 14,1 millones de votos (28,52%) y formará el próximo gobierno. El SPD, en cambio, sufrió una derrota histórica, al obtener sólo 8,1 millones de votos (16,41%) y 120 escaños. La sorpresa fue el récord de votos para la ultraderechista AfD (Alternativa para Alemania), que obtuvo 10,3 millones de votos (20,8%) y tendrá 152 escaños, lo que la convierte en el segundo partido. Los Verdes mantuvieron su posición periférica con 5,7 millones de votos (11,61%), mientras que el partido de izquierda democrática Die Link logró unos inesperados 4,3 millones de votos (8,7%) y contará por primera vez con 64 escaños en el Parlamento.
Aunque no ganó las elecciones, como quería el excéntrico multimillonario Elon Musk, el ascenso de la ultraderecha alemana fue celebrado por los partidos bolsonaristas y trumpistas. El giro de un ala de la burguesía hacia la ultraderecha fascistizante y, con ella, amplios sectores de la pequeña burguesía, no es un fenómeno aislado. En casi todo el viejo continente avanzan electoralmente formaciones que, en mayor o menor medida, se sitúan en este espectro (Agrupación Nacional de Marine Le Pen, Hermanos de Italia de Georgia Meloni, Vox de Santiago Abascal en España, etc.) y que expresan un profundo malestar de las masas ante los impasses de la decadente economía europea. Alemania, el país más rico y motor del bloque europeo, no podía escapar a este fenómeno que ha contaminado a todo el continente
Sufriendo amargamente el estancamiento económico alternado con la caída del PIB, enfrentándose al retorno de la inflación, la pérdida de competitividad en el mercado mundial e incluso el cierre de fábricas, la economía decayó notablemente en el último periodo. La tendencia se aceleró con el fin del gas barato procedente de Rusia debido a la guerra de Ucrania. Durante décadas, la dependencia de la economía alemana de la industria química fina, la producción de automóviles y la fabricación de maquinaria mecánica compleja la salvó de la competencia estadounidense y asiática. Pero con los cambios en las cadenas de producción mundiales, el avance de los autos eléctricos (tanto estadounidenses como chinos) y la competencia asiática en un número creciente de ramas industriales, Alemania se encontró rodeada y sin ningún plan de modernización a corto plazo, a pesar de que podía contar con las abundantes reservas de mercado del bloque europeo. En su declive, arrastró a casi toda la economía de la eurozona a una espiral de estancamiento
El proletariado alemán y en su seno las inmensas capas de inmigrantes tienen la difícil tarea de superar la política de colaboración de clases y levantarse contra el nuevo gobierno burgués de la CDU. El futuro canciller Merz representará un salto adelante respecto a Scholz tanto en la aplicación de las contrarreformas como en la política exterior imperialista de Alemania (Merz defiende ahora a medias la creación de unas fuerzas armadas especiales europeas que sustituyan a la OTAN). El declive alemán es inevitable bajo el capitalismo y Europa no encontrará solución ante la guerra comercial de EEUU contra China. Por otra parte, la ruina de Europa pone de relieve cada día la fragilidad de la federación artificial que ha sido la falsa unión de países bajo la bandera de la UE. Los explotados alemanes, como los europeos, deben retomar el hilo de la doctrina marxista y del bolchevismo revolucionario y luchar por construir su partido marxista-leninista-trotskista en el marco de la reconstrucción de la IV Internacional.
(POR Brasil – Massas n°734)