CERCImasas-478

Estados Unidos avanza con su política autoritaria queriendo imponer sus condiciones a todo el mundo provocando recesión, mayor inflación y pobreza. Al mismo tiempo alimenta el militarismo y las guerras.

Manifiesto a los trabajadores, a los sindicatos, a las organizaciones que se reclaman de la clase obrera

La clase obrera debe acaudillar la necesaria rebelión anti-imperialista de los oprimidos del mundo con su propia política

El 2 de abril Trump lanzó su guerra comercial mundial, subiendo aranceles para todo el mundo y denominó ese día como “Día de la Liberación”. La subida de aranceles (o tarifas como le dicen) había sido anunciada desde su campaña electoral pero no se esperaba que fuera generalizada y en semejante magnitud. Su primer paso fueron los ataques arancelarios contra México, Canadá y China y sobre las importaciones de acero y aluminio. Es comparable con las medidas tomadas hace 100 años en la época de la Gran Depresión.

Esa decisión rompe todos los acuerdos que regularon el comercio mundial desde hace décadas, con normas impuestas principalmente por EE.UU. Rompe con la “globalización” que impulsó y rompe las alianzas con sus principales socios, en América del Norte, en Europa, en Asia, y provoca nuevas alianzas defensivas para contrarrestar semejante ataque. Generó inmediatamente un caos global, con violentas caídas de las bolsas, de los bonos, incluso dentro de su país.

El gobierno de Trump se vio obligado a retroceder, a suspender la medida por 90 días, para negociar con cada país. El mayor banco, el JP Morgan, y empresarios que apoyaron la campaña de Trump ejercieron tanta presión para dar marcha atrás con las medidas que provocó una fractura en el seno del gabinete de gobierno. Más que la caída de la Bolsa lo que tuvo gran impacto fue la caída de los bonos de la deuda del Tesoro generando zozobra y debilitando el dólar, provocando un fortalecimiento del oro y otras monedas. Un efecto contrario al que se buscaba. El agronegocio también presionó ante el temor de que caigan inmediatamente sus exportaciones a China. La FED (el Banco Central de EEUU) entró en estado de alerta, se niega a bajar las tasas de interés que reclama Trump y dice que deben “mantener el funcionamiento estable del sistema financiero”, “que no surja un accidente del crédito”, creen que se estuvo cerca del momento “Lehman”, en alusión a la crisis del 2008/9. Las pérdidas en las Bolsas de EE.UU. Europa y Asia se estimaron en billones de dólares. El entusiasmo inicial de una fracción importante de la burguesía norteamericana con Trump se transformó en desconfianza y frustración. El pronóstico general es que la economía entra en recesión con inflación. La caída del precio internacional del petróleo es un indicador de ese pronóstico.

El gobierno Trump no solo dejó efectivos los aranceles contra China sino que los subió, mostrando su gran objetivo, su principal enemigo, al que quiere debilitar. Busca forzar las negociaciones y aislar a China. En numerosos sectores industriales chinos ya se sintió el freno de las órdenes de compra. Trump exige a los países que se definan si se quedan con China o con EE.UU. Esta ofensiva originó fuertes represalias de China en el mismo sentido, suspendiendo también todos los contratos con Boing, sabiendo que así golpea también al complejo militar estadounidense. Trump debió dar marcha atrás con los aranceles sobre importación de computadoras, celulares y equipamiento electrónico porque su encarecimiento generará un rechazo popular. La suba extraordinaria de los aranceles por ambas partes indica una quiebra completa de las relaciones comerciales, que no puede sostenerse, habrá que ver qué y cuánto cede cada uno, pero mientras tanto ya se produjo un severo daño a la economía mundial. 

Las matanzas en Gaza con el objetivo de expulsar a los palestinos y anexar sus tierras son respaldadas por EE.UU. La amenaza de militarizar el Canal de Panamá, de anexar Groenlandia y Canadá, e imponer una política de paz en Ucrania que le asegure el control de las semicolonias, le permita promover el reparto y el saqueo de sus riquezas, son parte inseparable de su guerra comercial global. Europa sigue el mismo camino, aprobando un presupuesto extraordinario de 800 mil millones de euros para armarse. Alemania levanta toda restricción presupuestaria y militar y pide autorización a Europa para suministrar misiles Taurus de largo alcance a Ucrania mientras Francia pone de relieve su fortaleza atómica para “garantizar la seguridad” de Europa.

Este agravamiento de la crisis internacional revela la desesperación de la burguesía de EE.UU. por contener su decadencia como potencia hegemónica y resolver su aguda crisis económica descargándola sobre los demás países, incluidos sus aliados más cercanos, rompiendo 80 años de acuerdos. Una política ultraproteccionista y expansionista que la burguesía viene profundizando desde la primera presidencia de Trump. Es evidente que las contradicciones económicas estructurales que llevaron al estallido de la crisis de 2008-9 siguen presentes, que no lograron cerrarlo. Su objetivo es reducir su endeudamiento para bajar los intereses que genera su deuda, reducir su balanza comercial negativa, elevar la inversión, integrar localmente sus cadenas de suministros vitales, incrementar la producción de mercancías en su país y expandir su territorio mediante anexiones, asegurándose la provisión de minerales necesarios, fortalecer su moneda. Medidas que generan recesión e inflación, más desocupación y precarización para los trabajadores, inclusive en su propio país. Esa vía del plan de Trump refuerza todavía más la contradicción entre las fuerzas productivas y las fronteras nacionales. Entre las contradicciones del capitalismo, esa es uno de los más importantes factores que desencadenan la guerra comercial y la escalada militar.

La burguesía de las potencias y de las semicolonias tratan de amortiguar el choque y negociar, buscando nuevas alianzas, pero son incapaces de derrotar este ataque. Todos ellos descargarán la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, de la mayoría oprimida.

El recrudecimiento de la guerra comercial y la inminente amenaza de transformarse en un conflicto bélico, ha puesto sobre la mesa las gigantescas desproporciones entre los intereses de un puñado de ultra ricos propietarios de gigantescas empresas transnacionales y la mayoría de naciones oprimidas del planeta y que junto al proletariado de las naciones ricas, se debaten enfrentando el empobrecimiento creciente, el deterioro sistemático de sus condiciones de vida y la amenaza de ser arrastrados a una guerra fratricida para beneficio del gran capital. A ojos vista de todo el mundo está la necesidad de expulsar del poder a la oligarquía financiera, a la burguesía imperialista y a las burguesías nacionales incapaces de enfrentar los designios imperialistas.

Quedan cada vez más a la vista las contradicciones insalvables de un capitalismo en agonía, en descomposición, que no se puede reformar y que coloca objetivamente la tarea de acabar con él por medio de la revolución social. La clase obrera debe reaccionar en todo el mundo enfrentando estas políticas y sus consecuencias desastrosas que pueden llevar a la humanidad a un caos mayor al que vivimos y del que sea más difícil salir. La clase obrera debe ponerse de pie y acaudillar la lucha antiimperialista en nuestros países.

A la clase obrera a los demás trabajadores les cabe defender las condiciones materiales de vida y de trabajo de la mayoría oprimida, que son amenazadas, enfrentado el ataque imperialista que ha desencadenado Trump: Defendiendo el poder adquisitivo del salario y las jubilaciones; impidiendo el cierre de fábricas, los despidos y suspensiones, luchando por empleo para todos; enfrentando los ataques del gran capital a la fuerza de trabajo, luchando por el control obrero de la producción.

Es necesario que la clase obrera se ponga a la cabeza de la lucha nacional en las naciones oprimidas, tomando en nuestras manos la lucha por la defensa de nuestras industrias y por un genuino desarrollo industrial. Las mercancías que no puedan ingresar en EE.UU., Europa o China buscarán penetrar en el resto de los mercados liquidando o debilitando a sus industrias. Rechazando la entrega y el saqueo de nuestros recursos; por terminar con toda forma de rapiña financiera.  Rechazando toda imposición del imperialismo, defender la soberanía y autodeterminación de las naciones. Es necesario combatir el armamentismo, expulsar las bases militares del imperialismo, romper los acuerdos militares. La defensa de la economía de los países semicoloniales forma parte del programa de expropiación de la gran propiedad privada de los medios de producción y su transformación en propiedad social. Lo que se realiza por medio de la lucha de clases y de la estrategia de la toma del poder por el proletariado al frente de la mayoría nacional oprimida.

La clase obrera debe convertirse en el caudillo de todos los oprimidos, levantarse con sus propios métodos de lucha, con sus propias organizaciones, con su propia política, independizándose de toda tutela de la burguesía. Movilizaciones multitudinarias en 1.200 ciudades de EE.UU. y en Europa rechazando las políticas de Trump agitan la lucha de clases, que se potenciará debido al rápido agravamiento de las condiciones de vida y de trabajo. Es necesario que la clase obrera norteamericana vuelva masivamente a la acción, y debe aparecer la orientación que trabaje por unificar las luchas con una perspectiva independiente, proletaria, internacional, hacia a la victoria.

La clase obrera, los trabajadores, la mayoría oprimida debe plantearse cómo tomamos en nuestras manos el rumbo de la economía, cómo la organizamos y planificamos en base a nuestras necesitades. Cómo terminamos con el poder de los capitalistas que en su agonía abren camino a la barbarie. Y a la vez, cómo planteamos nuestra propia lucha por el poder. En todas partes asistimos a la agonía de las formas democrático burguesas de dominación. Las políticas de ajuste, de ataque a los derechos, van acompañadas de creciente autoritarismo y derechización de los gobiernos.

Debemos promover la más amplia unidad de las luchas, exigiendo que los sindicatos y centrales sindicales se pongan a la altura de la lucha que debemos librar, rompiendo todos los lazos con los gobiernos, con los partidos que defienden la gran propiedad privada de los medios de producción. Llamando a todos los sectores de la vanguardia consciente a trabajar con esa perspectiva. Unidad que trasciende las fronteras nacionales, planteando la unidad antiimperialista de los oprimidos de toda Latinoamérica con la política de la clase obrera.

El imperialismo busca fracturar en su beneficio los acuerdos como el Mercosur apoyándose en uno u otro país, ejerciendo la máxima presión sobre sus burguesías incapaces de resistir. La clase obrera llama a defender Panamá contra toda imposición militar de EE.UU.; defender Cuba contra sus interminables bloqueos; defender a Venezuela de las amenazas y bloqueos crecientes; rechazar las expulsiones sumarias de inmigrantes de EE.UU., una verdadera afrenta a nuestros pueblos; rechazar las imposiciones del FMI en Argentina y los demás países sometidos a sus planes antinacionales y pro imperialistas, rechazar los aranceles y el saqueo de nuestros países, desconocer la deuda externa. Los Estados Unidos Socialistas de América es la bandera política que expresa la unidad de nuestros pueblos bajo la dirección revolucionaria de la clase obrera, es la única vía para derrotar la opresión imperialista.   

Esta profunda crisis del capitalismo es una oportunidad para politizar a las masas, sin dejar de balancear los errores y los problemas del pasado, pero tratando de superarlos en el combate contra el imperialismo y todas las expresiones capitalistas locales. Revitalicemos nuestra intervención en los movimientos con una política independiente y revolucionaria. La debilidad política de la clase obrera es el producto de derrotas, traiciones y vacilaciones, de la disolución de las mayores conquistas que habíamos alcanzado. Tenemos que madurar políticamente la tarea de volver a colocar a la clase obrera como centro dirigente de las masas, en nuestros países y a escala mundial. Este es el trabajo que hacemos desde el CERCI para reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista.                                                        

17 de abril de 2025