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El imperialismo, especialmente EEUU, pone nuevamente a la humanidad al borde del precipicio

El gobierno servil de Milei, de rodillas, lo acompaña

La situación política está marcada por el ataque de EE.UU. a Irán bombardeando sus instalaciones nucleares, siguiendo los ataques masivos de Israel con el mismo objetivo, además de otros sectores estratégicos y el asesinato de altos funcionarios políticos y militares, y científicos. EE.UU. se suma directamente a la guerra porque no puede dejar que Israel sea muy dañada militarmente por la contundente respuesta iraní. Este hecho tiene una importancia extraordinaria ya que agrava la tendencia hacia una generalización de las guerras.

La situación también está marcada por la continua matanza de palestinos en Gaza que alcanza los niveles más increíbles de horror por parte de Israel.

Por la guerra en Ucrania provocada por EE.UU. y la OTAN que Trump prometía terminar en un día y se sigue prolongando con más destrucción y muerte.

Por la absoluta incapacidad de las instituciones internacionales y las grandes potencias mundiales para detener esta aceleración de las tendencias bélicas.

Bien por el contrario, Israel no podría sostener semejantes ataques sin el respaldo financiero, diplomático y militar de EE.UU. y las potencias. Que mientras hipócritamente hablan de paz aumentan desenfrenadamente sus presupuestos para la guerra. Y amenazan con seguir matando. Sus declaraciones y sus acciones son un grito de guerra que puede colocarnos en las puertas de la 3ra. Guerra Mundial.

EE.UU., la potencia hegemónica, ha acelerado su crisis con una economía que se estanca, con inflación que no logra detener, con la moneda que se desvaloriza, con un endeudamiento tan extraordinario como los intereses que acumula cada año, con una política de aranceles que está fracasando, con movilizaciones extraordinarias que el sábado pasado superaron los 5 millones de personas en todos los Estados fundamentalmente contra la política de persecución a los inmigrantes, con desplazamiento de guardia nacional y marines para reprimir las movilizaciones; con choques con la Universidad, con el Tesoro, con la Justicia, divisiones en el Gobierno (salida de Elon Musk), y fisuras en el partido republicano. Son tantos los conflictos que se han multiplicado en tan poco tiempo que es difícil enumerarlos.

Es en esa situación que EE.UU. da un paso adelante atacando Irán utilizando las bombas más destructivas que posee, después de las nucleares. La República Islámica de Irán respondió con contundencia a los ataques de Israel, que clamó por la intervención directa y urgente de EE.UU. en la guerra en su auxilio. Irán rechazó las amenazas de EE.UU., hasta de asesinar a su líder y rechazó negociar mientras se encuentra bajo ataque. Los ataques y las amenazas han generado un movimiento general de las masas árabes de simpatía y solidaridad con Irán.

El sionismo atacó Irán dos días antes de la reunión de Irán con EE.UU., probablemente sin su aprobación, para que fracasaran las negociaciones. Poco importa ahora si había sectores que querían evitar la intervención militar directa de EE.UU. después de los desastres provocados en sus últimas intervenciones en Irak y Afganistán. Ya es anécdota, lo que importa es su abierto acto de guerra que tendrá consecuencias significativas.

Es en este cuadro que Milei se solidariza abiertamente con EE.UU. e Israel, que visitó hasta horas antes de lanzar el ataque contra Irán. Su posicionamiento es una declaración de guerra contra los pueblos de Oriente Medio. Se alinea con el sector que expresa la reacción mundial en profunda descomposición, que amenaza a la humanidad.

El gobierno Milei es cada vez más débil y desesperado por sostener una política que acumula contradicciones explosivas, que inevitablemente estallarán como ya pasó cada vez que se intentó aplicar. El Gobierno escapa hacia adelante amenazando con más ajustes, más deuda, más desequilibrios y ¡más represión! para contener la respuesta popular que se extiende.

Las inesperadas movilizaciones multitudinarias contra la persecución a Cristina Kirchner introducen un curso distinto en la campaña electoral que tiene importancia para un Gobierno que quiere una victoria en las urnas para revalidar su política y justificar que tiene mandato para ir más a fondo. Las grandes corporaciones también tienen expectativas en las elecciones para comprobar hasta dónde es sostenible políticamente este experimento y alentaron la proscripción de Kirchner creyendo facilitarle el camino electoral.

La masiva respuesta a la persecución desató ilusiones en la unidad del peronismo, en que puede ganar las elecciones llevando a votar a millones que vienen dando la espalda a las elecciones y que por esa vía se puede derrotar a Milei.

La política del Milei y las grandes corporaciones nacionales y extranjeras, del FMI, sólo puede ser derrotada por la acción directa de masas, con la huelga general, con movilización, cortes y ocupaciones, golpeando al corazón del poder, la gran propiedad de los medios de producción muy concentrados en un puñado de empresas.

Para que la clase obrera pueda acaudillar la rebelión popular necesita independizarse políticamente, luchar por su propio poder, esa es la única vía para poder transformar la economía poniéndola al servicio de la mayoría hoy oprimida.

También a nivel internacional, sólo la clase obrera con su lucha, con sus métodos, con su organización, con su política puede derrotar las tendencias militaristas que llevan a la humanidad a un mayor desastre.   

(Editorial de MASAS n°482)