Cierre de Whirlpool: una radiografía de la catástrofe social que se vive
Debemos detener la importación indiscriminada YA! Imponiendo el proteccionismo de nuestra industria, estatizando el comercio exterior
Whirlpool anunció a fines de 2022, una inversión de 52 millones de dólares para levantar una planta en Pilar que, para esa empresa, pasaría a ser la más moderna del mundo. En ese momento la revista Fortuna llevó en su tapa una entrevista con su CEO, Martín Castro, con este título: “Es el momento de invertir”. “Vamos a ser el principal exportador de electrodomésticos del país”.
Instaló una planta industrial en un predio de 30 mil metros cuadrados en Pilar, con 460 empleos directos y más de mil en forma indirecta, con el objetivo de producir 300 mil lavarropas por año y exportaciones anuales por 50 millones de dólares.
Esta multinacional con más de tres décadas en el país anunció el cierre de esa planta y el final de su producción en la Argentina, con el despido de más de 200 empleados (el resto ya había sido cesanteado en mayo de 2024). Whirlpool solo se dedicará a comercializar los productos que traiga del exterior.
La empresa presentó dos motivos para el cierre: la apertura indiscriminada de las importaciones y la baja generalizada del consumo. Las importaciones son alimentadas por una cotización del dólar artificialmente barato, para simular que baja la inflación. La importación de heladeras creció 387,1% y la de lavarropas 924,2% en un año, máximo histórico en términos reales.
Parece un chiste, pero el Gobierno de EE.UU., admirado por Milei, protegió a Whirlpool en su país imponiendo aranceles a las importaciones de lavarropas desde China, Corea del Sur y México.
En la misma semana, y alegando las dos razones anteriores, la santafesina Essen (conocida por sus productos de cocina) informó nuevos despidos que ya alcanzan al 40% del personal. A las listas se agregan: Cramaco, despidió al 90% de su planta, se dedicará a importar lo que hasta hora fabricaba y exportaba: generadores y alternadores eléctricos. La fábrica de muebles Color Living despidió a todos sus trabajadores. En Corrientes, TN Platex, la textil de Teddy Karagozian, también cerró sus puertas. La autopartista Corven acaba de despedir a cien empleados. El Grupo Dass, que fabrica marcas como Nike y Adidas, despidió a 160 trabajadores. Frávega anunció también el cierre del local en Pergamino. Kimberly-Clark (productos higiénicos como Huggies y Kleenex) cerró su planta de Pilar, en la que trabajaban 200 operarios. La dueña de Siempre Libre y Carefree no cerró, pero ajustó personal porque también pasó a importar el 100% de lo que comercializa. La fábrica de cerámicos Ilva cerró su planta (300 empleados); entre la textil Luxo, la productora de paneles solares Solartec y la fábrica de calzados Vulcar, se perdieron 150 empleos directos; y la histórica margarina Dánica cerró su planta en Llavallol (150 empleados), abierta en 1939. La crisis afecta a Acindar, Longvie, Petroquímica Río Tercero, Ledesma, Mastellone, Molinos, Arenera NRG, General Motors, la ex-Johnson & Johnson, Verónica, Scania, Sancor, Los Grobo, Agrofina, Georgalos y Ferrum, Mondelez que suspendió a 2.300 trabajadores en su planta de Tigre, entre tantas otras.
La Unión Industrial acaba de informar que en octubre la actividad industrial cayó otro 2% interanual y se ubica un 10% por debajo de la pospandemia. La crisis abarca a otros sectores como comercio y construcción, cuya actividad es más baja que en 2023. El índice de utilización de la capacidad instalada de la industria se encuentra en el 58%, el menor de toda la serie histórica (excepto 2020 por cuarentena).
La cantidad de procesos preventivos de crisis iniciados hasta octubre es la cifra más alta desde 2019, cuando Mauricio Macri cerró dos años seguidos de recesión.
Un factor de importancia, que lleva al cierre de empresas, es la baja del consumo, que las empresas entienden que no se revertirá en el próximo período. El Indec muestra informes con nuevas caídas de las ventas en supermercados, autoservicios y mayoristas, en comparación mensual e interanual. Ese menor consumo expresa la pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones. La situación se agrava porque el monto adeudado a los bancos alcanzó un pico histórico de morosidad del 9% en los créditos personales y de más del 7% en las tarjetas de crédito.
La burguesía está tan entrelazada y sometida al capital financiero que no reacciona frente a esta arremetida que empuja a varios sectores a la quiebra. Estamos ante destrucción abierta de fuerzas productivas, en primer lugar el trabajo humano, la más importante, pero también de las máquinas, las instalaciones, las estructuras dedicadas a la producción que se abandonan. Queda a la vista la incapacidad y cobardía de la burguesía, que se traslada a sus partidos y sus instituciones.
Para impedir que el proteccionismo degenere en ganancias extraordinarias para los empresarios locales es necesario imponer el control obrero colectivo de la producción y la apertura de libros, para conocer los costos reales de todas las mercancías.
Sólo la clase obrera puede defender consecuentemente el interés de la Nación oprimida frente a las políticas colonialistas del FMI y las grandes corporaciones.
(Nota de MASAS n°494)

