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A 24 años del levantamiento del 2001: ¡Fuera Milei! ¡Que se vayan todos!


Solo es posible por medio de la acción directa de masas, nunca votando, por medio de leyes o algún fallo de la Justicia

La bandera que centralizó las movilizaciones hace más de 20 años sigue vigente, ¡más que antes!

El extraordinario levantamiento popular del 2001 puso en crisis al Estado burgués, la burguesía ya no podía dominar como antes, había explotado la conver­tibilidad con sus corralitos y corralones, con su extrema desocupación y deuda, con las privatizaciones masivas y las reformas del Estado impuestas por Menem. Y no encontraba salida. Cayeron De la Rúa y Cavallo. Pasa­ron 5 presidentes en una semana. El camino represivo también fracasa, la experiencia de Puente Pueyrredón, para aleccionar a los sectores más radicalizados, termina radicalizando más la respuesta popular y Duhalde debe anticipar el fin de mandato llamando a elecciones para abril de 2003.

Ese levantamiento estuvo preparado por muchos años de lucha, de vigorosa resistencia, que combinó la lucha piquetera de los desocupados, con las clases me­dias arruinadas, con los estudiantes que derrotaron la po­lítica universitaria de López Murphy, con los jubilados que encabezaba Norma Plá, y antes con los ferroviarios y docentes que enfrentaron a Menem y también las Ma­dres, se pusieron en pie asambleas populares… Se trató de una movilización independiente de las masas, ante la ausencia de los partidos tradicionales que boicoteaban las luchas y la falencia de la mayoría de la CGT. Fueron desbordados los mecanismos de contención. Y hasta fue bloqueado el acceso a Buenos Aires durante 17 días por los movimientos piqueteros en La Matanza.

Ese levantamiento, conocido como Argentinazo, no encontró una dirección que expresara conscientemen­te su significado político, por la enorme debilidad del partido revolucionario, todavía embrionario, que llevara ese movimiento a la victoria. Es de gran importancia ha­cer un buen balance de ese período para no repetir los errores. La burguesía en crisis pudo contar con esa venta­ja, con la confusión y debilidad política de la vanguardia que encabezaba la resistencia.

Ese extraordinario levantamiento no fue derrotado, fue desviado, por un lado por la utilización de vastos recursos del Estado para lanzar cientos de miles de pla­nes y tratar de institucionalizar a los movimientos, que se disputarían la administración de esos planes. Por otro la lucha aparatesca, despolitizada, de las corrientes que trataban de ganar la dirección de los movimientos e im­ponían su perspectiva democratizante a la vez que dispu­taban quién y cuántos planes recibían. Van a contribuir al desgaste y dispersión. Buena parte de los movimientos se “institucionalizará” abandonando paulatinamente la lucha por puestos de trabajo genuino.

El kirchnerismo completa la tarea. Como ellos mismos reivindican, llegaron para “apagar el incendio”, rescatar al Estado en crisis, a sus partidos y sus instituciones y también a la burocracia sindical fuertemente cuestionada por su complicidad con los gobiernos. Sacan a los desocu­pados de las calles y le dan protagonismo a un sector de la burocracia. Así desviaron y adormecieron a los movi­mientos de lucha. Jugaron un papel esencial para sacar a la burguesía de su crisis. La misma burguesía que les soltó la mano cuando creyeron que ya no los necesitaban. La izquierda profundizará su política democratizante.

La crisis hoy es igual o peor que en 2001, vivimos una catástrofe social. Y no contamos todavía con ese podero­so movimiento independiente que se abrió paso en aquel momento pasando por encima de las direcciones políticas y sindicales. Ese movimiento va a resurgir, empujado por la bronca y el sufrimiento que se vive y masticando la experiencia frustrada con el kirchnerismo. Debemos trabajar por hacer consciente esas experiencias para prepa­rarnos mejor para estas luchas que se vienen. Confiando en nuestras propias fuerzas, en nuestra propia organización y métodos de lucha, con una perspectiva política diferente, contraria a la que vivimos. Poniendo en pie un frente úni­co antiimperialista con dirección de la clase obrera, de su política, para luchar por el poder, por la revolución. Esa es la perspectiva de victoria que debe asumir el movimien­to. Ese es el trabajo que hacemos desde el POR (CERCI).

(Nota de MASAS n°494)