Ecuador: Los dos candidatos a presidente defienden el orden capitalista y las reformas neoliberales impuestas en las últimas décadas

En febrero se realizó la primera vuelta electoral en la que triunfó el candidato Andrés Arauz respaldado por el expresidente Rafael Correa con el 32,72%, saliendo segundo el banquero Guillermo Lasso con 19,74%. La votación en blanco y los votos anulados sumaron casi el 13%.

No cabe ninguna duda que Lasso es la expresión directa del capital financiero, de las multinacionales, respaldado abiertamente por el imperialismo. Como se hace en la mayoría de nuestros países, han utilizado a la Justicia para impugnar la presentación de Correa y de su Lista, negándole la posibilidad de ser candidato a vicepresidente. Los medios de comunicación orientados por el imperialismo hacen campaña abierta por el banquero y difunden toda clase de noticias falsas sobre su oponente. En Argentina el diario Clarín tituló que Arauz se había vacunado contra el Covid en Buenos Aires para que esa noticia falsa se reprodujera en los medios en Ecuador semanas antes de las elecciones (en la fecha en que Arauz estuvo en Argentina todavía no habían ingresado las vacunas). También en Colombia se difundió la versión de un fiscal que afirmaba que Arauz había recibido financiamiento de la guerrilla del ELN.

Andrés Arauz es el candidato del correísmo, una corriente que forma parte del fenómeno del nacional-reformismo en Latinoamérica. Es un movimiento burgués, que defiende la gran propiedad privada de los medios de producción, incluso la propiedad de las multinacionales, bajo su gobierno no se avanzó contra el neoliberalismo y sus conquistas sino que las multinacionales avanzaron en el control de sectores vitales de la economía. Detrás de la etiqueta de populista o progresista se esconde su programa de defensa del gran capital. Por eso no pudo haber ningún debate político ni programático en la campaña, porque ninguno tiene respuesta a los graves problemas económicos, sociales y sanitarios de Ecuador. No olvidemos que Lenin Moreno, el actual presidente, era vicepresidente de Correa. No olvidemos que sus legisladores han apoyado muchas de las leyes que Moreno necesitaba. Esto es lo esencial. Por eso no se podía votar por Arauz en primera vuelta y tampoco ahora. No hay “mal menor” o elegir al “menos peor”. Ambos candidatos son representantes del gran capital y defienden la presencia de las multinacionales saqueando las riquezas.

La clase obrera ha estado ausente en la campaña electoral, ha estado ausente su programa, su estrategia política de transformar el país sobre otras bases, expulsado al imperialismo, recuperando todos los recursos, rompiendo la subordinación al FMI, nacionalizando la banca y el comercio exterior. La política socialista de la clase obrera ha estado ausente.

Y es necesario explicar que el capitalismo está agotado, en Ecuador y en todo el mundo. Que solo la clase obrera y los oprimidos con su lucha pueden tirar abajo la dictadura del capital e imponer su propio gobierno, obrero y campesino. La pandemia ha dejado al desnudo que su sobrevivencia solo puede asegurarnos más barbarie.

El voto en blanco o nulo en las elecciones debiera estar respaldado por la convicción de que hay que terminar de una vez con toda la politiquería burguesa. Los oprimidos necesitan independizarse políticamente de todas las variantes burguesas. Es necesario poner en pie un partido revolucionario en Ecuador con esta estrategia.

Los oprimidos han recorrido un camino de luchas muy radicalizadas contra las políticas de los gobiernos (recordamos especialmente el levantamiento del 2019) y tienen una sana desconfianza en los politiqueros, es un deber de los revolucionarios hacer consciente ese proceso instintivo, inconsciente, de las masas que buscan rebelarse y no encuentran a su dirección.

La historia del nacional reformismo es clara, Evo Morales tuvo que renunciar en 2019 ante una fuerte rebelión popular que fue creciendo en los últimos años. Que el gobierno fuera usurpado por Añez no puede ocultar el fracaso del MAS, que no logró que sus bases lo defendieran. Las actuales luchas en Bolivia muestran una continuidad con aquella rebelión. En Brasil Dilma fue desalojada sin resistencia mediante un golpe que impuso una dictadura civil y Lula terminó preso, también sin resistencia. Las violentas contrarreformas que aplicaron en Brasil no tuvieron respuesta por parte de la CUT y el PT. El PT en el gobierno puso en el ministerio de economía y en el Banco Central a funcionarios neoliberales, bajo la pandemia se sometió a los ataques terribles contra las masas. Ni que hablar de los gobiernos de la Concertación en Chile que se sometieron a la Constitución de Pinochet y respetaron toda la estructura económica diseñada por el capital financiero. Alberto Fernández en Argentina reconoce la deuda externa fraudulenta y negocia pagarla y adapta su plan económico a ese objetivo antinacional. Ninguna privatización o reforma neoliberal es revertida.  Chávez fue quién fue más lejos, pero sus nacionalizaciones fueron pagadas, dilapidando el ahorro nacional, y fueron parciales, lo que sumado al bloqueo imperialista transformó la economía en un caos.

No hay cómo defender las políticas de estas corrientes que pretenden ser socias y colaborar con las multinacionales. No hay forma de desarrollar las fuerzas productivas bajo el régimen de la gran propiedad privada de los medios de producción. Las corrientes de izquierda que se reclaman antiimperialistas, defensoras de los oprimidos, no tienen cómo defender su voto por el correísmo.

Los gobiernos nacional-reformistas generan amplias simpatías en un sector importante de las masas que debemos comprender para mejor poder desenmascarar su real contenido de clase, pronosticar su derrotero, y mostrar cómo sus ataduras con la gran propiedad privada capitalista determinan su programa político en última instancia. Nuestra tarea es acompañar ese proceso, para politizarlo, para explicar pacientemente.

 

(nota de MASAS nº390)

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