Perú: Se profundiza la crisis

Declaración del CERCI – 8 de Abril de 2022

Al igual que en la mayoría de los países de Latinoamérica en los últimos meses se viene sucediendo un alza generalizada del costo de vida que agrava aún más la situación insoportable en que vive la gran mayoría.

El azúcar pasó de 2,50 a 6 soles, el pollo de 12 a 16 soles ($3,24 a $4,32 dólares); el gas a 75 soles ($20,27 dólares). La información oficial muestra indicadores que no se veían desde hace décadas. Los precios subieron en 27 ciudades del país, con un promedio de 7,45% y en varias de esas ciudades más del 10% anual. En marzo la inflación fue del 1,48% un nivel que no se registraba desde 1996.

Van varios días de protestas que comenzaron el 28 de marzo por transportistas y agricultores, a los que se sumaron varios sectores en distintos puntos del país, debido al alza del combustible. Fueron bloqueadas varias carreteras por los manifestantes. Ya se reconocen 5 muertos.

Los bloqueos de carreteras a su vez generaron desabastecimiento porque los productos no podían llegar a los mercados, provocando una mayor suba del precio de los alimentos.

La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (Sutep) y otros gremios recorrieron este jueves 7 las calles del Centro de Lima para exigir al Gobierno el aumento del salario mínimo y el cumplimiento de la Agenda 19, a fin de frenar el alza del costo de vida, entre otras demandas. El Sutep señaló “Con unidad de clase y en defensa de las justas demandas del pueblo, contra la traición de Pedro Castillo y su gobierno mediocre”.

Se trata de la primer lucha popular de importancia que enfrenta el presidente Castillo.

El gobierno decretó el toque de queda en Lima y Callao, que tuvo que derogar por las protestas que generó. Y también el estado de emergencia por 30 días en la Red Vial Nacional con la finalidad de mantener el control del orden interno, que sería resguardado por la Policía Nacional del Perú (PNP) con el resguardo de las Fuerzas Armadas.

El Presidente también tuvo que disculparse por sus críticas a los dirigentes que encabezaron las protestas, diciendo que se garantizaban los derechos de los trabajadores.

El gobierno tuvo que ceder a los reclamos: eliminó un impuesto a los combustibles hasta junio y aumentó el salario mínimo en 10% de 930 a 1025 soles a partir del 1° de Mayo (pero el 80% no lo recibirá porque trabaja en la informalidad).

Las medidas no satisfacen a la población que sigue movilizada. Crece la desaprobación popular a Castillo especialmente en las zonas rurales donde apoyaron su candidatura. Sus promesas no han sido cumplidas.

La situación es de completa crisis. Los sectores más poderosos de la economía han condicionado desde el principio su gobierno y le han impuesto cambios hasta en su gabinete. El Congreso lo condiciona permanentemente y amenaza con destituirlo, -ya hubo dos intentos-. Perú ha tenido 6 presidentes en 5 años.

El detonante de la intervención popular es la elevada inflación causada por los desequilibrios económicos que generó la pandemia y ahora la guerra, que disparó el precio del petróleo y los combustibles en todo el mundo.

Crisis que está expresando la incapacidad de los gobiernos para resolver los problemas más urgentes de las masas. Ninguno de los gobierno se atreve a recuperar los enormes recursos con que cuenta el país y afectar los negocios de las multinacionales. La ilusión de un gobierno de izquierda que asumió con un discurso radical pronto se esfumó. No hay forma de satisfacer las demandas populares y al mismo tiempo conciliar y consensuar con la derecha y los grandes capitalistas.

Al igual que en todos nuestros países, no es por la vía electoral, no es por medio de una nueva Constitución que se puede transformar la economía de Perú. La lección de la historia es que las masas tienen que imponer su propio gobierno obrero-campesino, por medio de su acción directa, por medio de una verdadera revolución social, por eso es urgente construir su partido revolucionario, poner en pie sus organizaciones de base en todos los terrenos.

Es necesario balancear la riquísima experiencia de lucha que han recorrido en las últimas décadas y especialmente esta última frustración, llevando al gobierno a un impostor y un partido que quisieron hacer creer que las grandes transformaciones se podían hacer desde la presidencia y el congreso. Siguió el mismo recorrido del MAS en Bolivia, del chavismo en Venezuela, de Correa en Ecuador, el PT en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay, el peronismo en Argentina o ahora con Boric en Chile. El nacional-reformismo termina de rodillas frente al gran capital y el imperialismo, es incapaz de enfrentarlo.

Las masas deben independizarse políticamente, luchar por su propia estrategia política, para no caer en las redes de la oposición de derecha que quiere montarse sobre las protestas. No se trata de cambiar a un gobierno burgués por otro. Se trata de transformar la sociedad expropiando los principales medios de producción para ponerlos al servicio de la mayoría explotada y oprimida. No hay vías intermedias. La descomposición capitalista a escala global sólo garantiza un futuro de mayor barbarie, de retroceso en las condiciones de vida y de trabajo y además guerra y destrucción masiva de fuerzas productivas.

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