El asesinato del chofer de la 620 Daniel Barrientos en La Matanza y la respuesta inmediata y contundente de sus compañeros

Dejó al desnudo toda la incapacidad de los gobiernos nacional y provincial y de las patronales para garantizar las condiciones de trabajo de los choferes, expuestos permanentemente a toda clase de situaciones de violencia. También dejó al desnudo la complicidad de la burocracia por no defender las condiciones de trabajo.

Son los trabajadores los que nuevamente toman en sus manos la respuesta, apelando a los métodos de acción directa, a la huelga, la movilización, el piquete, la coordinación con otras líneas de transporte, para repudiar el asesinato de su compañero en la madrugada del lunes 3 de Abril, en el recorrido de su línea, para repudiar la falta de respuesta a sus reclamos, la inacción de la policía o su complicidad con el crimen. Cansados de tantas promesas, de tanto verso, de tanta traición. Cuando cantaban “que se vayan todos” estaban mostrando el agotamiento de una situación que pasó todos los límites.

Impusieron una gran huelga durante casi todo el día cortando las arterias más importantes que conectan la zona Oeste con la Capital y la circulación por la Gral. Paz. La dirección burocrática de UTA no se asomó al corte, no generalizó la medida de lucha ante una situación que afecta al gremio por igual.

Las cámaras en los colectivos y el sistema de monitoreo, como la colocación de cabinas para proteger a los choferes son medidas de protección, que ya se habían resuelto, que ayudan pero no resuelven el problema. Los pasajeros de los colectivos seguirán expuestos. ¿Cómo es posible que se haya resuelto hace años colocar estos sistemas de protección y no se haya hecho nada? Peor, el gobierno informa que ha entregado dinero para instalarlos y las empresas lo usaron con otros fines. Es un atentado contra los trabajadores.

La paliza que se llevó el ministro de seguridad Berni no fue la actuación de “infiltrados”, ni una “trampa de la derecha”, o parte de la interna de los colectiveros o cualquier otra historia conspirativa. Fue la furia de los trabajadores contra el continuo incumplimiento de las promesas y la infiltración de provocadores en sus luchas, reprimiendo, alardeando del helicóptero. Siempre duro contra los más débiles e incapaz de enfrentar alguna vez a un poderoso. Fueron los trabajadores los que se fueron sobre él apenas divisaron su presencia.

Tanto el gobierno provincial como el nacional hicieron correr el rumor que el asesinato no habría sido un hecho de inseguridad “común” y que las protestas fueron impulsadas por la oposición. Sin embargo los hechos de violencia en el recorrido de los colectivos son parte del día a día, un riesgo sistemático que corren los trabajadores del transporte. El malestar en el sector viene expresándose en el último tiempo, con un importante proceso de organización, con avances y retrocesos. Los conflictos por descontentos salariales se repiten año tras año.

Tampoco hay nada de raro en que los choferes se hayan enfrentado al Ministro Berni, famoso por provocar a los trabajadores que salen a protestar. Recordemos que tanto Berni como Aníbal Fernández jugaron un papel nefasto en el conflicto del 2015 con los choferes de la línea 60 montando todo tipo de operaciones.

Por si hacía falta demostrar más miseria política, ordenaron detener a los trabajadores, a los choferes que golpearon a Berni, con toda la prepotencia como si fueran a detener a delincuentes. Vuelven a demostrar con claridad para quién trabaja la justicia y la policía. La respuesta de sus compañeros fue parar hasta que los liberaran. ¡Así se combaten las bravuconadas de los provocadores!

¿Cuál es la respuesta frente a la creciente marginalización y criminalidad? ¿más gendarmería? ¿Más policía? Si todos sabemos que las bandas son protegidas por la policía y la justicia. Rechazamos los operativos montados por la Gendarmería en las calles deteniendo colectivos y cacheando a los pasajeros, que recuerda a la dictadura militar.

La respuesta de la clase obrera para terminar con la criminalidad en los barrios es la industrialización, es la creación de millones de puestos de trabajo genuino, es terminar con la pobreza y la precariedad. Esa es la respuesta de raíz a un problema estructural, cada vez más grave.

Por otra parte el combate al narcotráfico no se libra en los barrios y en las villas. El narcotráfico se lo combate en el corazón de la City porteña, en los bancos, financieras, en las cuevas. Se lo combate enfrentando a las jerarquías de la Justicia y las fuerzas de seguridad asociadas a un negocio multimillonario. Los gobiernos son cómplices. No quieren terminar con ese negocio extraordinario que derrama fortunas sobre el aparato estatal. Por eso protegen el secreto bancario, cambiario, bursátil. Ningún gobierno burgués podrá hacerlo, su sistema está totalmente descompuesto.

La clase obrera, el conjunto de los trabajadores, debemos tomar en nuestras manos la defensa de nuestros intereses, de nuestras condiciones de vida, de nuestra seguridad, amenazadas por la putrefacción capitalista.

Desde el POR dejamos bien en claro que la violencia entre los explotados, los asaltos y la llamada inseguridad son expresiones de la barbarie capitalista, del deterioro general de las condiciones de vida de los trabajadores. La solución de fondo pasa por terminar con este sistema, enfrentar el ajuste en las calles y mejorar las condiciones de vida de las masas en general. Por eso reivindicamos la organización de los trabajadores de las líneas de colectivos y los métodos de lucha para imponer sus reclamos.

(Nota de MASAS nº433)

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