Por un 1° de Mayo obrero, socialista e internacionalista

El capitalismo está agotado, en descomposición irreversible, y no puede dejar de atacar nuestros derechos todo el tiempo

Las condiciones de vida y de trabajo se agravan año tras año, década tras década. La situación de la mayoría no deja de retroceder. Hace 100 años peleábamos por las 8 horas. Hoy peleamos por tener aunque sea trabajo, que sea formal y que el salario alcance para vivir como personas. Estas cuestiones mínimas y elementales parecen muy lejanas. Nos han arrancado cantidad de derechos conquistados. La inflación destroza nuestros ingresos. Sólo una minoría muy reducida de los trabajadores logra mantener un poder adquisitivo que alcance la canasta familiar y que mantenga su poder adquisitivo. Los trabajos que se crean son mal pagos, precarizados. La mitad de los trabajadores estamos en negro y la enorme mayoría no supera la pobreza. Cada vez es más difícil resolver la cuestión de la vivienda que se agrava cada año, los alquileres son impagables. La gran mayoría de los jóvenes viven en la pobreza, son los más precarizados, la gran mayoría nunca ha conocido un trabajo genuino, y entre ellos las mujeres, más desocupadas, con menores salarios.

El agotamiento del capitalismo, su descomposición, nos empuja a la barbarie. No solo no puede mejorar nuestras condiciones de existencia, sino que las destroza todo el tiempo, de todas formas. De esto no hablan los politiqueros. En los últimos 50 años creció la presencia de multinacionales controlando sectores clave de la economía, que se concentran y enriquecen sin límites, creció el poder de los bancos y los exportadores. Un puñado diminuto de empresas y empresarios son dueños de los principales medios de producción. Ellos pagan cada vez menos impuestos y quieren pagar aún menos. Mientras creció la pobreza y la precarización, ellos se enriquecieron cada vez más y buena parte de esas ganancias la fugaron al exterior.

La lucha por el pan, por trabajo, por presupuestos para vivienda, salud y educación están en el centro de todas las demandas. La situación no se soporta más. Sólo se pueden imponer con lucha, con nuestros propios métodos, con los métodos que los conquistamos y defendimos. Es necesaria la lucha unitaria de todos los trabajadores, ocupados y desocupados, formales y precarios, afiliados o no al sindicato, hasta arrancar los reclamos. Golpear como un solo puño ahí está nuestra fuerza. No hay acuerdo posible, no hay consenso ni conciliación posible, con quienes nos explotan y saquean y sus gobiernos.

Los sindicatos y las centrales deben tomar en sus manos esta lucha de conjunto, debemos imponérsela desde las bases, como hicimos con los paros generales contra Macri. Deben romper con los gobiernos y las patronales. Deben dejar de ser cómplices del atropello. Las direcciones privilegian sus negocios y prebendas, sus acuerdos con los gobiernos y las patronales. Conquistemos la independencia sindical, política y organizativa expulsando del movimiento obrero a todos los burócratas, responsables de que hayamos llegado a esta situación, bloqueando, aislando y dividiendo a los que luchan.

Se multiplica el saqueo y el sometimiento de nuestro país. Gobierno, Congreso y Justicia reconocieron una deuda fraudulenta que nos hacen pagar a todos con ajuste y más ajuste. El gobierno adoptó el programa que impuso el FMI para cobrarse la deuda. Las multinacionales, los bancos, los grandes capitalistas se adueñaron del litio, el cobre, el petróleo, gas, oro, los ríos, lagos, los puertos, las aduanas. Se apoderan de todos los recursos que son necesarios para la industrialización del país dejando migajas. La reformas neoliberales de la dictadura y de Menem siguen vigentes y ningún gobierno posterior se animó a desmantelarlas. Todas las medidas reforzaron las cadenas que someten al país y profundizan su atraso.

Eso explica la creciente militarización de Malvinas, parte del sistema de la OTAN, la presencia de batallones kosovares y submarinos nucleares, las visitas de Richarson, las presiones para bloquear las inversiones chinas: que no se construya una nueva central nuclear, las represas hidroeléctricas, para que no se adopte la tecnología 5G, para que no se compren aviones, etc. Para EEUU Argentina es su colonia y debe arrastrase tras sus exigencias. Debió condenar a Rusia por la guerra en Ucrania y votar a favor de la posición del imperialismo. El sometimiento se ejerce en todos los planos: económico, financiero, militar, diplomático.

No hay forma de desarrollar las fuerzas productivas si no se termina con el FMI, con la patria financiera, con las multinacionales que controlan sectores vitales de la economía, con el puñado de terratenientes. Ahí está la causa de los precios imparables, del cierre de miles de empresas, del hambre y la precarización laboral. No hay ningún misterio.

Es por todo esto que fracasó el gobierno de Fernández-Kirchner, por su cobardía e incapacidad para defender el interés nacional, para defender a la mayoría oprimida. Su fracaso es el de toda la burguesía, es una clase que no puede defender el interés nacional, por más que en sus discursos digan que “los últimos serán los primeros”, que “impulsarán la redistribución del ingreso”, que “protegerán a los más vulnerables”, que son “nacionales y populares”. La distribución del ingreso favoreció a las patronales que tienen una mayor participación en el PBI, a las patronales que ponen los precios de la economía expropiando y exprimiendo día a día los bolsillos de la mayoría. No desconocemos la pandemia, ni la guerra, pero la única verdad es que sólo los oprimidos hemos retrocedido en nuestras condiciones de vida y en nuestros derechos.

Tenemos bastante claridad respecto al drama que sufrimos, casi no hace falta explicarlo, no hacen falta estadísticas. Hasta el gobierno explica como si fuera un comentarista más las dificultades que padecemos. Hay diagnósticos muy precisos sobre el drama social que vivimos y que todavía no explota de conjunto. El problema de los problemas es cómo se sale de esta situación.

Las elecciones no son una respuesta a la crisis. Cualquiera que gane no podrá cambiar esta situación que ha llegado a una situación insostenible. Unos podrán agravarla más rápido, otros más despacio, pero ninguno de los partidos o frentes que se postulan a las elecciones plantea una respuesta, una salida. Y no será votando que se cambian las condiciones. El Congreso es cómplice del reconocimiento del fraude de la deuda y de no investigar a dónde fueron las divisas que se fugaron y quiénes las fugaron. No será por medio de leyes o constituciones que podremos recuperar el país. Hasta pueden ofrecer un programa atractivo en los papeles, pero no es con papeletas o discursos que terminaremos con la dictadura del capital. El capitalismo no se puede reformar.

Nos dicen que hay que derrotar a la derecha, impedir que vuelvan los peores. La llamada derecha tiene una base material: es el FMI, son los bancos, los terratenientes, las multinacionales, los grandes capitalistas locales, que depredaron y destrozan nuestro país. No se puede derrotar a la “derecha” haciendo alianzas con los cómplices políticos y sindicales de ese poder económico. El fenómeno que observamos es que con el argumento de “enfrentar a la derecha” estos partidos terminan derechizándose ellos mismos, tomando parte de su programa, tomando sus banderas, y hasta incorporando a personajes que expresan abiertamente ese programa.

Este 1° de Mayo tenemos que aprovecharlo para balancear todas estas cuestiones. Qué unidad necesitamos. Necesitamos la más amplia unidad de los oprimidos para luchar por trabajo, por el salario y la jubilación, la vivienda, salud y educación, para defender nuestros recursos. Las luchas más importantes mostraron que se basaron en la unidad de todos los que querían luchar por reclamos bien definidos; en los métodos que aplicaron; en la elección de delegados y representantes desde la base, aplicando la verdadera democracia obrera; y que conservaron la independencia para enfrentar a las patronales, al gobierno, a los burócratas que sabotean la lucha. Mostrando que sólo se puede confiar en las propias fuerzas y organización.

Esto nos debe llevar a plantearnos cuál es la salida, cuál es la alternativa, para enfrentar a las patronales, los partidos, los gobiernos, que más allá de las diferencias que tienen entre ellos, actúan en común contra nuestros intereses. Ahí no hay grietas, ni fisuras. La respuesta de la clase obrera es que es necesario un frente único antiimperialista, un frente político, que levante todas las reivindicaciones sociales, nacionales, democráticas y que luche por su propio poder político, el poder para la mayoría oprimida y explotada, un gobierno obrero-campesino, que logre por primera vez la democracia para la mayoría, que pueda imponerla con los propios organismos que sepa construir.  ¿Por qué la clase obrera? Porque es la única clase que no tiene ataduras con la propiedad de los medios de producción, con la gran propiedad, porque ha demostrado que es la única que puede luchar consecuentemente contra el imperialismo, que puede tomar la defensa de la nación oprimida. Porque el capitalismo está agotado y debemos terminar con él antes que sea demasiado tarde. Esta es la situación que está planteada objetivamente. Quien nos prometa otra salida nos está llevando a una nueva ilusión, a una nueva frustración, ¡ya basta!

Esta situación que describimos para nuestro país se reproduce con mayor o menor intensidad en todo el mundo. Los desocupados superan los 200 millones, precarizan las condiciones de trabajo, se suman las migraciones por las guerras, la falta de trabajo, la miseria. El imperialismo para sobrevivirse destruye fuerzas productivas y promueve la guerra comercial y guerras bélicas. Especialmente EEUU que quiere retener a cualquier precio su hegemonía en el mundo. Ha provocado la guerra en Ucrania hace más de un año apretando el cerco económico y militar sobre Rusia que ya ha provocado la muerte de decenas de miles, la migración de millones de personas, la destrucción de viviendas, fábricas, campos, rutas, red eléctrica, etc. Una guerra que involucra a todos los países miembros de la OTAN que vienen aprovisionando con armamento, con ayuda financiera y comandos desde hace varios años. Quieren prolongar la guerra el máximo que puedan para provocar el mayor desgaste en la economía de Rusia y si pueden, voltear su régimen.

La OTAN ha definido a Rusia y a China como sus enemigos y arma provocaciones contra China. Existe el peligro real de que la guerra militar se prolongue y se extienda. Crece el militarismo, una proporción cada vez más importante de los presupuestos se destina a la producción y compra de armas.

Al mismo tiempo se produce una rebelión de las masas en Europa, con Francia a la cabeza contra la reforma jubilatoria, con varios paros generales de todas las centrales sindicales y movilizaciones y acciones radicalizadas para exigir al Gobierno que dé marcha atrás. En Inglaterra se suceden huelgas históricas desde el año pasado, ahora en Alemania, luchas que hacía más de 3 décadas que no sucedían. Hubo huelgas en otros países. El movimiento de las masas en Europa entronca con las grandes luchas de los últimos años en Latinoamérica y en EEUU. El común denominador es la rebelión contra una situación que no se soporta más. Sin embargo no toman en sus manos todavía la lucha contra la guerra, que les amenaza ahí nomás, contra el militarismo, por la expulsión de la OTAN y las bases militares de EEUU, contra sus gobiernos. Sólo la clase obrera, con sus propios métodos de lucha, puede derrotar al imperialismo y poner fin a la guerra.

Aquí, allá, y en todas partes aparece el problema de la dirección revolucionaria que plantee una estrategia independiente, de clase, socialista, revolucionaria, que luche por el triunfo de la revolución social, por la expropiación de los principales medios de producción para transformarlos en propiedad social, y especialmente en Europa que se levante contra la guerra, enfrentado la presencia de la OTAN y las bases militares de EEUU en su territorio.

Hace más de 100 años la socialdemocracia se pasó al terreno del imperialismo al colaborar en la 1ª. Guerra Mundial con la burguesía de cada país, luego el stalinismo demostró también el fracaso de su política antimarxista de pretender que el socialismo se podía ”construir en un solo país”, de disolver la III Internacional, de plantear la “coexistencia pacífica” con el imperialismo, sus políticas de frente popular con las burguesías “progresistas”, de creer que había vías pacíficas al socialismo, etc. El derrumbe de la URSS fue la coronación del derrumbe de su política que llevó a la pérdida de enormes conquistas de las masas y que se restableciera el capitalismo en una cantidad de países donde la gran propiedad había sido expropiada. La IV Internacional no estuvo a la altura de ocupar el lugar vacante de dirección internacional y sus primeras direcciones sin Trotsky al frente, pasaron de posiciones frentepopulistas, proestalinistas en los ´50 a la reivindicación del foquismo en los años 60/70 y al democratismo vulgar, abandonando el programa de la IV Internacional que sigue vigente.

La lucha por la independencia política del proletariado se concentra en Argentina y en todo el mundo en la construcción del partido revolucionario como parte de la IV Internacional que estamos reconstruyendo. Partido que recojan las mejores tradiciones del bolchevismo, alrededor de la estrategia de la revolución proletaria, una revolución social que lleve a la clase obrera como caudillo indispensable, para luchar por el poder político, por la dictadura del proletariado, para terminar con la dictadura del capital e imponer por primera vez la democracia para los oprimidos, ayudando a poner en pie asambleas populares, o soviets, o coordinadoras de asambleas o como se llamen los organismos.

El partido es el programa, donde se concentra la experiencia y la tradición de la clase obrera internacional, es la caracterización de la etapa actual en que se encuentra la lucha de clases internacional y la necesidad histórica, urgente, imprescindible de resolver esta tarea.

Impulsamos la realización de actividades unitarias con los sectores de la vanguardia de la clase obrera y las masas que pugnan por abrirse camino en una situación tan difícil. Iremos con nuestras posiciones, con estas que sintetizamos en esta declaración.

¡¡¡VIVA LA CLASE OBRERA INTERNACIONAL!!!

¡¡¡MUERA LA BURGUESÍA Y EL IMPERIALISMO!!!

¡¡¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL!!!

¡¡¡VIVA LA DICTADURA DEL PROLETARIADO!!!

¡¡¡VIVA EL SOCIALISMO!!!

GLORIA A TODOS LOS MARTIRES DE LA CLASE OBRERA QUE DIERON SU VIDA POR TRANSFORMAR ESTA SOCIEDAD Y LIBERAR AL MUNDO DE SUS CADENAS

(Nota de MASAS nº434)

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