Crisis bancaria: Crecen las tendencias a la concentración monopolística en el sistema bancario

Tras la quiebra de tres bancos regionales estadounidenses este año (Silvergate, Silicon Valley Bank y Signature), le llegó el turno a First Republic, que se convierte así en la segunda mayor quiebra de la historia de Estados Unidos.

Las acciones de First Republic se fundieron después de que el banco anunciara el 24/04 que los clientes habían retirado 100.000 millones de dólares de sus depósitos. En marzo, los reguladores ya habían negociado un acuerdo con once bancos para conceder un préstamo de 30.000 millones de dólares a First Republic, en un intento de evitar su quiebra e impedir que el colapso del Silicon Valley Bank se contagiara al resto del sistema bancario. El actual colapso de First Republic es una clara demostración del fracaso del gobierno estadounidense y de sus agencias reguladoras a la hora de contener la crisis bancaria.

Los órganos reguladores anticiparon que podrían restringir el acceso de First Republic a nuevos préstamos de emergencia y que buscarían una solución «privada», es decir, la compra de First Republic por un banco más grande. El 1 de mayo, la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), la agencia gubernamental encargada de garantizar los depósitos bancarios, autorizó la compra de First Republic por el mayor banco estadounidense, JPMorgan Chase.

El gobierno estadounidense, rehén de la posibilidad de recesión y de una crisis bancaria persistente, se vio obligado a aceptar la compra, que en condiciones normales no se permitiría por razones de «competencia». JPMorgan Chase, incluso antes de la compra, ya tenía más del 10% de todos los depósitos de EE.UU. (el límite máximo impuesto por la legislación para permitir nuevas adquisiciones). Tras la compra del First Republic, se hizo aún mayor.

La compra de First Republic por JPMorgan y la reciente adquisición de Credit Suisse por UBS en Suiza, expresan las tendencias a la concentración monopolística en el sector bancario, acentuadas por la actual ola de quiebras bancarias. Es precisamente en periodos de crisis cuando los monopolios, aprovechando la quiebra de empresas y bancos más pequeños, ven una oportunidad para expandirse y concentrar aún más su capital, apoderándose de porciones cada vez mayores del mercado.

La absorción de los bancos más pequeños por los más grandes no resuelve el problema de la crisis bancaria, sino que lo eleva a un nuevo nivel, con el riesgo de colapso de otros bancos regionales y el riesgo de contagio de la crisis a todo el sistema bancario. Otros tres bancos regionales, Pacific West, Western Alliance y First Horizon, ya corren riesgo de colapso.

Los ideólogos burgueses intentan caracterizar las quiebras de los bancos regionales como si fueran el resultado de un fallo en los mecanismos gubernamentales de regulación y supervisión. Cuando, en realidad, se trata de una expresión más de la crisis de sobreproducción capitalista y del agravamiento del parasitismo financiero, cuyos efectos de la crisis de 2008 aún continúan hoy, agravados por la pandemia, la guerra comercial y las sanciones contra Rusia. Ninguna medida de política económica burguesa podrá contener durante mucho tiempo la crisis bancaria, que tiende a agravarse y a converger con las tendencias recesivas de la economía estadounidense y mundial.

La subida de tipos de interés de la FED acentúa la crisis bancaria y las tendencias recesivas

La persistente inflación ha llevado a la Reserva Federal (FED), el banco central de EEUU, a aumentar consecutivamente el tipo de interés. Los economistas burgueses creen que reduciendo la actividad económica mediante la restricción del crédito (aumento de los tipos de interés), equilibrarían la oferta y la demanda y conseguirían así controlar la inflación. Esto no se ha demostrado en la práctica.

La subida sin precedentes de los tipos de interés hasta situarlos en torno al 5% ha provocado la desaceleración económica de EE.UU., que en el último trimestre registró un crecimiento del PIB de sólo el 1,1%, frente al trimestre anterior, en el que la economía había crecido un 2,6%. Sin embargo, incluso con la desaceleración económica, la inflación sigue siendo persistente.

El gobierno estadounidense y sus organismos reguladores, cuyas manos están atadas por los grandes monopolios, no pueden llegar al fondo del problema de la inflación, porque tendrían que desenmascarar el papel de los monopolios capitalistas en la implantación de precios muy por encima del valor, como forma de garantizar superbeneficios, lo que desencadena una escalada de aumentos de precios en la economía. De esta manera, el gobierno norteamericano no ve otra alternativa que insistir en la panacea del aumento de las tasas de interés, lo que a su vez no hace más que acentuar las tendencias recesivas.

El pasado miércoles (03.05), la FED, en votación unánime, anunció una nueva subida de 0,25 puntos porcentuales del tipo de interés en Estados Unidos, que pasó al 5,25%. La FED, presionada, por un lado, por la persistente inflación y, por otro, por la crisis bancaria y la desaceleración económica, señaló la posibilidad de una «pausa» en la subida de los tipos de interés en la próxima reunión, que tendrá lugar a mediados de junio, aunque afirma, contradictoriamente, que las decisiones sobre la subida o no de los tipos de interés se tomarán «reunión por reunión». Se trata de una actitud contemplativa, en un intento de calmar al «mercado» (los especuladores bursátiles), ante un escenario financiero cada vez más crítico en la economía estadounidense.

El intento fue en vano. El jueves por la mañana (04/05), otros tres bancos regionales, Pacific West, Western Alliance y First Horizon, vieron desplomarse sus acciones más de un 30%, lo que apunta a la continuación de la crisis bancaria y a la posibilidad de más quiebras bancarias.

La burguesía estadounidense impulsa la guerra comercial y las tendencias belicistas

La burguesía y su gobierno son incapaces de resolver la crisis bancaria y las tendencias recesivas que impregnan la economía norteamericana, porque son expresión de la crisis de sobreproducción capitalista. La única salida que encuentra la burguesía imperialista es impulsar la guerra comercial y las tendencias guerreristas, que empujan a la humanidad hacia la barbarie generalizada. La dominación de nuevos territorios, como Rusia y China, es la única vía que la burguesía imperialista ve para dar otro aliento a sus decadentes relaciones capitalistas. Es en este sentido que el POR ha caracterizado a los EE.UU. como el mayor peligro para la humanidad.

La clase obrera es la única capaz de luchar contra los peligros de una nueva guerra mundial y de dar una respuesta progresiva a la crisis capitalista, que pasa por la realización de su tarea histórica de expropiación sin indemnización del capital monopolista, lo que sólo tendrá lugar mediante los métodos de la revolución proletaria internacional.

(POR Brasil – Masas nº688)

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