Bolivia: Forjar la independencia política de la COB, afirmar la dirección proletaria en su seno

Miguel Lora

La matriz del movimiento obrero boliviano y todas las organizaciones sindicales, en sus cúpulas más altas, se han convertido en instrumentos serviles de los gobiernos de turno y, ahora, son los escenarios donde se libra la disputa de las fracciones arcistas y moralistas del MAS por el control del Estado. Esta pérdida de la independencia política de las organizaciones sindicales se arrastra desde hace muchos años como consecuencia de la derrota del movimiento obrero a partir de 1971 y su consolidación en 1985 con la vigencia del D.S. 21060.

El proletariado ha abandonado el programa revolucionario de la Tesis de Pulacayo, de la Tesis del IV Congreso de la COB y las bases constitutivas de la Asamblea Popular de 1971 para deambular detrás de la política reformista que plantea la posibilidad de construir en Bolivia un Estado burgués democrático, antifascista, progresista y antiimperialista que pueda consolidar en el futuro un generoso desarrollo del país en el marco del capitalismo. Fue difícil combatir este viraje del movimiento obrero diezmado política y físicamente y que, hasta ahora, no logra recuperarse; por su parte, la burocracia sindical corrompida por el Estado burgués en descomposición, sobrevive precisamente porque se siente libre del control de las bases movilizadas y se ha convertido en freno del desarrollo de la conciencia clasista de las masas

La experiencia enseña que, para ejercer la independencia política de las organizaciones sindicales frente al Estado burgués y las expresiones políticas de la clase dominante, es preciso afirmar con nitidez el programa revolucionario del proletariado convertido en dirección del conjunto de los sectores oprimidos del país. Sólo el proletariado, con su programa, puede garantizar que los oprimidos marchen detrás de la perspectiva de la transformación radical del viejo Estado por otro nuevo, basado en la propiedad social de los medios de producción (revolución social), La materialización de esta condición pasa por consolidar la dirección proletaria en el seno de la COB y de las organizaciones sindicales y sociales del país.

Los detractores de la dirección política del proletariado en el seno de la COB aparecieron, una y otra vez, desde su fundación en abril de 1952; primero, el ala más conservadora del MNR dirigida por Walter Guevara Arce, pretendió suplantarla por la dirección campesina en una tesis redactada por él llamada la “Tesis de Ayopaya”, posteriormente, el reformismo mirista trató de anclar la teoría de que la hora del proletariado había pasado y que deben ser los nuevos actores sociales emergentes quienes ocupen su lugar en la conducción de la COB; a su turno, kataristas y masistas impregnados por el posmodernismo reaccionario que niega la lucha de clases, se han empeñado en la tarea de cambiar el contenido de clase proletario de la COB; todos estos intentos pasan sin éxito alguno porque el espíritu de la Tesis de Pulacayo se afinca en el hecho de que el proletariado que encarna a la fuerza de trabajo es la clase revolucionaria por excelencia en el sistema de producción capitalista, permanece enraizado en la conciencia de los explotados como tradición; aún ahora, cuando deambulan detrás de los gobiernos del MAS, enarbolan con orgullo su condición de dirección, pero que no puede plasmarse como realidad porque los mineros no logran romper el cordón umbilical que los une a un gobierno que defiende los intereses de la gran empresa privada y del imperialismo.

La agudización de la crisis económica está orillando a los explotados y oprimidos del país a la desesperación y se siente nítida la ausencia de un eje articulador que pueda unir las acciones aisladas de las masas en busca de respuestas a sus necesidades más inmediatas, estas movilizaciones, tan pronto explosionan, para luego esfumarse sin haber satisfecho las necesidades de la gente. Esta situación hace imperativa la necesidad de trabajar en el seno del proletariado para que retorne a su tradición revolucionaria y se ponga a la cabeza de toda la nación oprimida. Las luchas de los sectores más radicalizados de la clase media pueden servir como palanca para que la clase revolucionaria se incorpore a las movilizaciones empujado por sus propias necesidades y descubra que su victoria depende de la necesidad de incorporar en su programa de lucha las necesidades de los otros oprimidos.

POR Bolivia – Masas No. 2757

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