Haiti: La nación oprimida reacciona ante la amenaza de intervención imperialista

El 1 de marzo de 2024, el primer ministro y presidente interino, Ariel Henry, firmó un acuerdo con el presidente de Kenia, Williams Ruto, para enviar 1.000 policías a Haití. Esta medida es el primer paso para poner en marcha la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (MSS), aprobada en octubre del año pasado por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Esta clara agresión contra la soberanía del país, apoyada por el títere imperialista Ariel Henry, provocó la reacción de los grupos armados, con la invasión de una importante prisión de la capital y la fuga de unos 4.000 presos.

El líder de la alianza de bandas «G-9 y Familia», Jimmy Cherizier («Barbacoa») declaró que todos los grupos armados de la capital y las provincias están unidos para pedir la dimisión de Ariel Henry, y que si no dimite, el país correrá el riesgo de una «guerra civil».

Siendo el único país que tuvo una victoriosa guerra de liberación de esclavos negros, que derrocó al colonizador francés y declaró su independencia formal en 1804, Haití ha sufrido durante los dos últimos siglos una brutal opresión nacional ejercida principalmente por Estados Unidos.

La última intervención extranjera de la ONU tuvo lugar en 2004, a través de la «Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití» (MINUSTAH), «liderada» por Brasil y de hecho comandada por EEUU, tuvo como resultado la perpetuación de la miseria, el hambre, la propagación de enfermedades, así como casos de violencia y abusos sexuales cometidos por tropas extranjeras contra el pueblo haitiano.

Con el cierre de la «Misión» y la retirada de las tropas extranjeras, la barbarie no hizo más que empeorar. Las contradicciones sociales hicieron florecer la delincuencia y surgieron decenas de bandas en los barrios periféricos. Asesinatos, violaciones y secuestros se han convertido en moneda corriente. Haití es el ejemplo más dramático en América Latina de los efectos de la dominación imperialista en un país semicolonial.

En julio de 2021, el asesinato del presidente Jovenel Moïses por un grupo de mercenarios colombianos, orquestado por Estados Unidos, repugnó e indignó a toda la nación oprimida. El golpista Ariel Henry, nombrado por el imperialismo estadounidense, asumió pronto la presidencia «interina» y permanece en el cargo desde entonces.

En septiembre de 2022, los oprimidos del país se sublevaron contra el anuncio del gobierno de suspender las subvenciones a los hidrocarburos, lo que desencadenó una oleada de protestas y saqueos de empresas e instalaciones de «ayuda humanitaria». El grupo «G-9 y Familia» ocupó y paralizó la terminal de exportación de petróleo de Varreux en apoyo de la revuelta masiva.

Como respuesta a la ocupación de la terminal, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó sanciones contra el líder Jimmy Cherizier, y pasó a discutir la solicitud de intervención extranjera del dictador Ariel Henry, que fue aprobada en octubre de 2023, bajo el liderazgo de Kenia.

El llamamiento a la intervención extranjera provocó la indignación de las masas, que organizaron protestas masivas contra la medida. Sin embargo, no faltan voces imperialistas que claman por la intervención de la ONU para resolver la «crisis humanitaria».

La actual rebelión dirigida por grupos armados, que ya ha tomado el control de la mayor parte de la capital del país, es una expresión deformada de la revuelta de la nación oprimida contra el intervencionismo extranjero. La ausencia de una dirección revolucionaria y proletaria es un obstáculo para que las masas, bajo la dirección de la clase obrera, puedan armarse y tomar en sus manos el derrocamiento revolucionario del régimen títere y el establecimiento de un gobierno obrero y campesino, que nacionalice los medios de producción y expulse al imperialismo del país.

Los explotados de todo el mundo deben levantarse en defensa de la nación oprimida contra la intervención imperialista. Por muy agudas que sean las contradicciones sociales, no harán sino agravarse con la intervención exterior. Son las propias masas haitianas las que deben asumir la solución de los problemas de la nación oprimida, contando con la solidaridad internacional de la clase obrera y de los demás explotados.

¡Abajo el intervencionismo imperialista en Haití! ¡Que los explotados haitianos levanten un frente único antiimperialista! ¡Construyamos la solidaridad internacional de la clase obrera en defensa de la autodeterminación de las naciones oprimidas!

POR Brasil – Massas n°709

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