1° de Mayo: El imperialismo lleva a la humanidad a la barbarie

No sólo crece la desocupación y precarización laboral en todo el mundo, crece el hambre, la pobreza, la marginación, las migraciones masivas, el avance contra los derechos laborales, el saqueo de nuestros recursos, el endeudamiento y parasitismo financiero, sino que se acelera el intervencionismo militar, el armamentismo, las guerras cada vez más extendidas para sostener su hegemonía.

Sólo la clase obrera unida y organizada, con sus propios métodos de lucha, puede responder a semejante crisis histórica con su estrategia política, liderando la rebelión de los oprimidos

Asistimos a un agravamiento extraordinario de la escalada militar motivada por el imperialismo. Por EE.UU. secundado por las potencias europeas que se han sometido a sus dictados, con su brazo ejecutor la OTAN, que ha declarado expresamente que su objetivo militar es China y por el momento Rusia.

Las provocaciones de Israel forman parte de ese fenómeno, ya que no podría desarrollar su política genocida y expansionista contra el pueblo palestino si no contara con el respaldo militar, político y financiero de EE.UU. que es corresponsable del asesinando de más de 33.000 personas (la mayoría niños, ancianos y mujeres), mutilando a decenas de miles, con una importante cantidad de desaparecidos, destruyendo sus ciudades, sus hospitales, impidiendo el acceso a la comida, al agua potable, la electricidad. Sus ataques en Líbano, Siria, Yemen, el ataque a la embajada Iraní en Siria, son provocaciones que buscan extender la guerra a todo Oriente Medio.

La guerra comercial fue potenciada por EE.UU. en la última década después de la crisis económica y financiera del 2008-9 que estalló en sus entrañas y se propagó a todo el mundo. Desde el principio alertamos sobre la tendencia a que la guerra comercial se transformaría en bélica. Todos los oprimidos del mundo somos afectados por estas guerras, también por el encarecimiento de la energía y los alimentos.

El capitalismo no puede resolver sus principales contradicciones, entre el elevado grado alcanzado por las fuerzas productivas que están bloqueadas por las relaciones de producción y por las fronteras nacionales; el reparto del mundo pactado después de la Segunda Guerra también está agotado; su crisis de sobreproducción; la tendencia a la caída de la tasa de ganancia; el creciente parasitismo financiero, etc. El capitalismo en su última fase imperialista está agotado, necesita destruir masivamente fuerzas productivas para volver a iniciar algún desarrollo. Insistimos, no solo no puede ser reformado sino que para sobrevivirse necesita arrancar los derechos conquistados por las masas causando más y más penurias a los oprimidos en todo el mundo, no solo en los países atrasados, semicoloniales, sino también en las metrópolis.

El imperialismo descarga su crisis sobre las semicolonias imponiéndoles un rol en la guerra comercial: abastecer privilegiadamente a las potencias con sus recursos, bloqueando todo lo que pueden el comercio y las relaciones con China, desmantelando sus industrias para privilegiar la producción de productos primarios para exportar, privilegiando el pago de sus enormes deudas.

También se agotan las formas democráticas de dominación. La descomposición imperialista y su desesperación por apoderarse de las empresas, los recursos, y los países empuja a los partidos, a las instituciones, a los gobiernos, cada vez más a la derecha, a aplicar métodos dictatoriales para llevar adelante las exigencias del capital financiero. En las semicolonias y también en los países imperialistas.

Los movimientos nacional reformistas que llegaron a los gobiernos en Latinoamérica terminaron pactando con las derechas oligárquicas, renunciando hasta a su discurso. Las masas que tenían ilusiones en estos partidos y movimientos ven frustradas sus ilusiones y empiezan a chocar contra su impotencia e incapacidad para resolver los problemas. Las burguesías locales no ofrecen resistencia a la prepotencia avasallante del imperialismo que pisotea la soberanía de sus países, que extorsiona por todos los medios para imponer su voluntad. Es en ese marco que aparecen y crecen las expresiones de ultraderecha.

Es necesario poner en pie un gran movimiento antiimperialista, internacional, dirigido por la clase obrera, por sus partidos, por sus sindicatos, que convoque a todos los oprimidos a levantarse contra la opresión imperialista, para terminar con la guerra y el armamentismo, para expulsar a EE.UU. de Europa, de Oriente Medio y de América Latina, para desarmar la OTAN que es una amenaza para la humanidad; y fundamentalmente en defensa del pueblo palestino, para terminar con su masacre.

Multitudinarias manifestaciones y actos se repitieron en todo el mundo en solidaridad con el pueblo palestino denunciando el genocidio del Estado terrorista israelí dirigido por el sionismo, la ideología racista, fascista y colonizadora de la burguesía judía ligada al imperialismo. Es un gran paso adelante pero insuficiente. La lucha debe ser redoblada y debe ser tomada por la clase obrera, sin ninguna esperanza de que los organismos internacionales o los gobiernos puedan detener el terror. La extensión de las guerras, atentados y provocaciones militares, muestra que la tendencia hacia una Tercera Guerra Mundial está presente y debe ser detenida, y ¡derrotada! Nadie quedará a salvo en una nueva guerra mundial.

Para impedirlo se deben levantar los oprimidos del mundo bajo la dirección de la clase obrera, apuntado a terminar con el poder financiero expropiándolo, estatizando los resortes claves de la economía en cada país, desconociendo las deudas, terminando con el saqueo de nuestras riquezas, reabriendo las fábricas que se cerraron, terminando con la dictadura de una minoría cada vez más concentrada que es propietaria de los grandes medios de producción, para ponerlos al servicio de la gran mayoría, para terminar con el caos capitalista, ordenar y planificar la economía desbloqueando las fuerzas productivas contenidas. La clase obrera de los países imperialistas se ha puesto en movimiento, en EEUU, Francia, Inglaterra, se dieron grandes luchas en este último año pese a las limitaciones burocráticas de sus direcciones, y el carácter económico de sus reclamos.

Esta es la orientación central en nuestros países lo que obliga a resolver la crisis de dirección política. La clase obrera podrá liderar estos procesos si se independiza políticamente de los partidos y movimientos burgueses, que defienden el capitalismo, la gran propiedad privada, la explotación del trabajo. Para liberar a la sociedad tiene que liberarse a sí misma como clase, solo así podrá ser un auténtico caudillo de todos los oprimidos y pondrá en pie el frente único antiimperialista. Su independencia política se concreta construyendo partidos revolucionarios en cada país y reconstruyendo la Cuarta Internacional como partido mundial de la Revolución Socialista, señalando con toda claridad que no hay caminos intermedios, que no hay salidas parlamentarias, constituyentes, o electorales, que no hay otra perspectiva para la humanidad que la revolución social, terminando con la dictadura del capital, derrocando a la burguesía.

La historia ya ha demostrado trágicamente que todos los ensayos y vías intermedias han fracasado. Aprendamos de la propia historia del movimiento obrero, del fracaso y traición de la socialdemocracia que se pasó al campo del imperialismo a comienzos del siglo pasado; del papel contrarrevolucionario del stalinismo responsable de la destrucción de la III Internacional, de haber liquidado el Partido Bolchevique y los miles de cuadros que dirigieron la gran Revolución Rusa, de haber creído que el socialismo se podía construir en un solo país, de haber promovido la coexistencia pacífica con el imperialismo y haberse vuelto restauracionista destruyendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), llevando a la pérdida de grandes conquistas de la clase obrera.

La Cuarta Internacional que tenía la obligación de ocupar el papel de dirección fracasó por el revisionismo de sus direcciones después del asesinato de Trotsky. Unos se convirtieron en seguidores del stalinismo y los movimientos nacionalistas, otros se hicieron foquistas y otros democratizantes, cultores de las salidas parlamentarias, constituyentes, todos abandonando el Programa de Transición y la lucha por el poder, por la revolución y dictadura proletarias, todos renegando del comunismo y de la necesidad de construir partidos revolucionarios siguiendo las enseñanzas de Lenin y Trotsky.

¡Derrotar al imperialismo, expulsar a la OTAN, terminar con el armamentismo, terminar con sus guerras!

¡Todo el apoyo a las naciones oprimidas que se levantan contra la opresión imperialista! ¡Viva la lucha del pueblo palestino!

Organicemos el frente único antiimperialista bajo la dirección de la clase obrera

¡Reconstruyamos el Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional

¡Viva el internacionalismo proletario!

¡Viva el socialismo! ¡Viva el comunismo!

 18/4/24 

(Nota de MASAS n°455)

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *