¿PODRÁ ALBERTO FERNÁNDEZ CUMPLIR CON LAS PODEROSAS ILUSIONES QUE HA DESPERTADO?

Con una elevada concurrencia a las urnas Alberto Férnandez ha sido elegido presidente. Cientos de miles se movilizaron para festejar el triunfo y hay fuertes ilusiones en las masas en que podrá salirse de la situación dramática que se vive. Sienten un alivio al sacarse de encima un gobierno tan agresivo contra las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría.

Este triunfo electoral se ubica en un escenario de conmoción de la situación internacional, con el levantamiento de las masas en Chile, -modelo del neoliberalismo por varias décadas-; el radicalizado levantamiento en Ecuador; con las movilizaciones que siguen en Haití desde hace semanas reclamando la renuncia de su presidente Jovenel Moïse, con decenas de muertos por la represión; agudización de la crisis política en Perú; paros y movilizaciones en Colombia; grandes movilizaciones en Bolivia contra Evo, que rechazan también a Mesa.

Destacamos también el desastre económico local, con desocupación creciente por el cierre de empresas, por la recesión que persiste con caídas de la producción y las ventas, por el deterioro insoportable del poder adquisitivo de la mayoría. El Banco Central se queda sin reservas por la fuga masiva de divisas. Los acreedores presionan por un reconocimiento de la deuda y cómo se les va a pagar. La cotización del dólar se sigue disparando y detrás de él van todos los precios de la economía. Sólo una respuesta radical puede revertir esta situación terrible.

Ha sido derrotado electoralmente Macri y su coalición electoral, continuadores de las políticas de la última dictadura militar y de Menem-De la Rúa. Respaldado fuertemente por Trump y el capital financiero, por los principales medios de prensa dominados por Clarín y La Nación, por la oligarquía terrateniente, los pulpos exportadores, las petroleras, los monopolios que concentra la distribución de energía, etc.

Su crecimiento electoral respecto a las PASO se debe al “voto útil” que se desplazó desde otras tiendas de derecha, con un fuerte contenido antiperonista, con el aporte del voto “antiderechos” y a captar la mayoría de los votantes que no habían votado en las PASO, por eso alcanzó el 40% de los votos.

El poder real no cambia de manos. Eso no se vota. Los mismos sectores del gran capital nacional e internacional siguen detentando el poder. Podrá haber cambios en qué fracción del gran capital comanda el próximo período, quién sacará los mayores beneficios y qué sectores podrían ver relegadas sus apetencias. Situación que seguramente traerá roces y enfrentamientos, pero lo esencial de sus intereses no se tocará.

Más del 95% de los votantes ha elegido entre candidatos y listas que defienden el orden capitalista explícitamente. La clase obrera sólo se ha expresado políticamente, con su estrategia, con sus banderas socialistas, en la campaña que ha realizado el POR.

¿Cómo caracterizar al próximo gobierno? Indudablemente su base es popular, ha sido votado mayoritariamente por los más pobres, por los trabajadores y una parte de las clases medias. Ha obtenido 12 millones y medio de votantes.

Pero para caracterizar a un gobierno es necesario conocer cuál será su relación con la propiedad, con los intereses del gran capital. El próximo gobierno será burgués. Defenderá el sistema de explotación capitalista. La gran propiedad de los medios de producción no será cuestionada.

El peronismo es una expresión del nacionalismo burgués, hoy en decadencia, que ha abandonado sus banderas históricas. No enfrentará al capital financiero. No está dispuesto a desconocer la deuda externa, ni a expulsar a las multinacionales que dominan sectores vitales de la economía. No está dispuesto a dar marcha atrás con todas las reformas impuestas especialmente desde el menemismo (privatización masiva de las empresas públicas).

Fernández dice que reconocerá todos los compromisos de la deuda, porque ha sido contraída por un gobierno democrático. Esa deuda que es una estafa, todos esos dólares han sido fugados. Es un mecanismo tradicional de saqueo de la economía, bajo gobiernos militares o civiles. Repetirá el mismo desastre que hizo Kirchner con la deuda, o peor. Dice también que dará seguridad a las petroleras y sus negocios (Chevron llegó a Vaca Muerta, con acuerdos secretos, de la mano de Cristina Kirchner).

¿Es lo mismo que el gobierno anterior? NO. El gobierno de Fernández tratará de aplicar una política distinta, de conciliación de clases, en vez de la política de guerra que quiso llevar adelante Macri.

Pero se encontrará con fuertes limitaciones: los bancos no quieren ceder sus privilegios, los servicios y los productos dolarizados no cederán fácilmente esa condición, los acreedores quieren cobrar lo que prestaron y que se garantice que se cumplirá con el ajuste presupuestario para pagar las deudas. Los exportadores no quieren aumento de las retenciones. Todos reclaman que se sigan haciendo ajustes, que se haga la reforma laboral, que se baje el costo del sistema previsional. Ninguno de ellos votó, pero son los que mandan. El gobierno dice que negociará con todos ellos, para que cedan un poco de sus ganancias. Y sabe que si no lo consigue su tiempo puede agotarse muy rápidamente.

El frente antiMacri, que unificó a las corrientes más numerosas del peronismo, triunfó electoralmente. Expresará a su interior la lucha entre las fracciones más poderosas del capital por comandar este proceso. Poderosos banqueros, industriales y terratenientes están en puja y tienen sus hombres en el futuro gobierno y en el Congreso.

El nuevo gobierno tendrá mayoría en el Senado y le faltan pocos votos para contar con mayoría propia en diputados. No tendrá excusas para sacar las leyes que necesita.

Recordamos que la mayoría de los gobernadores y sus legisladores apoyaron a Macri, le facilitaron sus leyes y garantizaron la gobernabilidad. No olvidamos el papel de Massa y tampoco olvidamos el pasado de Alberto Fernández, su relación con Menem, con Duhalde y la ruptura con el kirchnerismo por sus vínculos con Clarín y la oligarquía terrateniente.

Macri ha podido llegar hasta acá y puede seguir gobernando pura y exclusivamente por la complicidad de la oposición peronista y la burocracia sindical. Garantizarle la gobernabilidad, solo en las últimas 11 semanas le costó al país perder más de 20.000 millones de dólares de reservas, cientos de fábricas y comercios cerrados, miles de despidos, y la inflación que no para. Que llegue al 10 de diciembre como le piden aumentará la sangría de la economía.

Decimos todo esto porque es nuestra obligación alertar a las masas, ayudarlas a madurar conscientemente en términos proletarios, a superar sus ilusiones, a confiar exclusivamente en su propia organización y métodos de lucha, en su propia política. Así construimos el partido revolucionario de la clase obrera.

¿Podrá tomar alguna medida radicalizada? Hará todo lo posible por evitarlo. En situaciones de extrema crisis, ante la presión de las masas, puede verse obligado a tomar medidas radicalizadas, como ha ocurrido en el pasado.

No tenemos ningún reparo en decir que el gobierno de Macri es de lo peor que hemos tenido, junto con Menem y la dictadura, por mencionar a los más recientes. Es difícil encontrar un gobierno peor para la mayoría. Y diremos, en este sentido, que el próximo gobierno NO será lo mismo. Pero al mismo tiempo decimos que no puede gobernar con todos y para todos, que al gobernar para los grandes capitalistas chocará inevitablemente más tarde o más temprano con la mayoría.

EL PRÓXIMO GOBIERNO NO PODRÁ RESOLVER LAS TAREAS HISTÓRICAS PENDIENTES

No podrá alcanzar la soberanía política ni la independencia nacional. Aunque lo proclamen mil veces en sus discursos.
Fernández promete que la prioridad es resolver el hambre y luego poner en marcha la economía y generar puestos de trabajo y poner a la Argentina en el lugar que se merece, etc. etc. No promete terminar con la pobreza, ni con el trabajo precarizado. Conoce bien que el gobierno de Kirchner, en el período de mayor crecimiento de la economía, fue impotente para resolver estas cuestiones esenciales.

Es tan profundo el deterioro de la economía que probablemente algunas medidas iniciales generen un alivio. Es imprescindible tomar una serie de medidas urgentes y concretas para resolver la cuestión del hambre. Pero que no nos quieran paralizar con la cuestión de la herencia pesada que reciben. Para resolver problemas estructurales, para resolverlos de raíz hacen falta otras medidas, hace falta voluntad y decisión política para romper con los intereses más concentrados.

Estamos obligados a señalar que Argentina es un país atrasado, de economía combinada, semicolonia del imperialismo, y que las tareas que la burguesía no cumplió en su etapa de ascenso ya no las podrá cumplir. No depende de la voluntad de su gobernante. Es la clase a la que representa, la burguesía, que ha renunciado a llevar estas tareas a cabo. Es una clase cobarde, corrupta, entregada y entrelazada con el capital financiero, es parásita y antinacional. ¿Cuáles son esas tareas? Terminar con la propiedad terrateniente, nacionalizando el campo; independizar a la nación del imperialismo; integrar a la Argentina al resto de Latinoamérica; impulsar la industrialización del país. Estas tareas las realizará la clase obrera en el poder, acaudillando a todos los oprimidos, formulándolas desde su propia perspectiva, socialista. En esas condiciones las fuerzas productivas desbloqueadas darán un salto formidable.

EL PACTO SOCIAL YA EMPEZÓ, ES PRESENTADO COMO EL EJE DE LA POLÍTICA DEL NUEVO GOBIERNO

Desde hace meses Fernández viene trabajando la idea de un Pacto entre las centrales empresarias, los sindicatos, las organizaciones sociales, para establecer una tregua, dice que para contener precios, tasas de interés, cotización del dólar y mejorar los salarios, para que empiece a reactivarse la economía.

Pero los precios no detienen su escalada. No importa que no haya ventas, que no haya dinero, que caiga desde hace meses la demanda hasta de los bienes más esenciales. Los precios siguen elevándose.

La historia de los pactos es que los trabajadores confiemos en que van a congelar los precios, que habrá más puestos de trabajo y que así comenzará a funcionar la economía. Y de esta manera resignamos buena parte del nivel salarial que perdimos en los últimos años. No queremos puestos de trabajo precarizados o en negro, no queremos ser “emprendedores”. En la desesperación tomaremos esos “trabajos” pero tengamos claro que esa “solución” es una estafa a nuestros reclamos.

A las patronales no hay que creerles nada. No van a dar marcha atrás con todos los aumentos de precios que vienen aplicando. Si hay un congelamiento se las arreglarán para eludirlo tan pronto como vean que su rentabilidad se reduce. En otras épocas hubo desabastecimiento, mercado negro, sobreprecios, para eludir los controles. ¿Por qué no va a pasar lo mismo ahora?

La mayoría tiene fuertes ilusiones en el gobierno que viene, lo que dificultará poder ver sus limitaciones, su impotencia y su incapacidad para resolver los principales problemas. Las direcciones políticas y sindicales ya están en tregua, desactivando toda iniciativa de lucha, guardando fidelidad al pacto social que aún no conocemos en detalle. Los programas que han discutido en los últimos años han sido cajoneados.

La izquierda electorera ha hecho un papel lamentable con su campaña reformista, lavada de todo contenido político. Ha retrocedido también en las posiciones conquistadas en cuerpos de delegados y comisiones internas. Y no aparecen síntomas de autocrítica entre sus direcciones.

Esta es la situación en que intervendremos en el próximo período, llamando a la independencia política y organizativa frente al próximo gobierno, a confiar exclusivamente en nuestras propias fuerzas, en nuestros métodos de lucha.

Contamos con la experiencia recorrida estos años de enfrentamiento tenaz con Macri, que bloqueó buena parte de sus políticas. Con 5 paros generales, con movilizaciones generales multitudinarias por los derechos humanos, por los derechos de la Mujer, etc. Las masas no han sido derrotadas. Se han desmovilizado transitoriamente con mucha ilusión y con un grado de desconfianza también, ya que muchos de los actores ya son conocidos.

Contamos a favor con la potencia que transmite el fenomenal impulso de la lucha de clases en Latinoamérica, rompiendo con los ajustes y las reformas, pasando por encima de todos los partidos democratizantes y las burocracias, apelando a la acción directa de masas, acorralando a los gobiernos serviles.

29 / 10 / 2019

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