¡FUERA LOS ESTADOS UNIDOS DE IRAK Y DE ORIENTE MEDIO!
DERROTAR AL IMPERIALISMO
Todavía no se conoce el alcance del contraataque de Irán contra las bases militares estadounidenses en Irak. Parece por el tono descuidado de Trump que no ha causado estragos hasta el punto de que Estados Unidos tenga que reaccionar rápidamente. Más adelante, sabremos si los lanzamientos de misiles del gobierno iraní son solo una respuesta limitada para dar alguna satisfacción al levantamiento popular que ha envuelto no solo a Irán sino también a Irak. La respuesta mejor y más efectiva es organizar el movimiento de masas que expresa la defensa de la nación oprimida contra la agresión del gobierno imperialista. Trump no está tan preocupado por la capacidad militar de Irán, diminuta frente al poder de Estados Unidos. Teme principalmente el levantamiento de las masas, que pueden no solo unir a iraníes e iraquíes, sino también a otros pueblos del Medio Oriente.
El imperialismo necesita las divisiones entre nacionalidades y pueblos para ejercer la opresión. Las rivalidades étnico-religiosas se basan en intereses económicos, ampliamente utilizados y explotados por las potencias. Se mantienen los regímenes semi-feudales y autocráticos. Los constantes enfrentamientos y guerras civiles se originan en disputas territoriales, alentados por el intervencionismo externo.
Desde la desintegración del Imperio Otomano – dominación turca de la región – en la Primera Guerra Mundial, la región se ha convertido en un campo de constantes conflictos bélicos, marcados por los intereses imperialistas. La creación artificial del Estado de Israel tuvo lugar en el marco de una nueva redivisión de las fronteras nacionales bajo el fuego de la Segunda Guerra Mundial. La época en que Estados Unidos superpone su hegemonía con la de Inglaterra y Francia. El expansionista sionista se realiza atreves de la guerra y la violencia frecuente contra las masas palestinas. La sumisión de Arabia Saudita y Egipto a las determinaciones de los Estados Unidos, basadas en la economía petrolera, favoreció el divisionismo étnico-religioso. Arabia Saudita está buscando liquidar la influencia de Irán en Yemen, respaldada por Estados Unidos e Israel.
Terminada la guerra entre Irán e Iraq (1980-1988), sobrevino la Guerra del Golfo Pérsico dirigida por Estados Unidos en 1990 contra Iraq. En 2001, en nombre del antiterrorismo de al-Qaeda, Estados Unidos ocupó Afganistán, derrocó al gobierno talibán e instituyó una marioneta. En 2003, Estados Unidos invadió y ocupó Irak, derrocó al gobierno de Saddam Hussein y promovió su ejecución. En 2011, a partir de manifestaciones contra el gobierno de Bashar al-Assad, comenzó la guerra civil, que fue internacionalizada por la intervención de Estados Unidos, aliados europeos y Rusia. Es en este marco de enfrentamientos permanentes, intervención imperialista y la sumisión de gobiernos, como los de Arabia Saudita y Egipto, que se desarrolló el movimiento nacionalista Jihad, con sus bifurcaciones más significativas, Al Qaeda, en 1988, y el Estado Islámico en 2014. El nacionalismo se muestra impotente. Y sus métodos terroristas no pueden combatir el poderío militar del imperialismo. La derrota del Estado Islámico, sin embargo, se produjo a través de una poderosa coalición liderada por Estados Unidos, con la participación de Irán e Irak.
Derrotado al Estado Islámico, volvió a imperar la necesidad de que Estados Unidos rompa la creciente influencia de Irán en varias partes de Medio Oriente. La decisión de Trump de asesinar a un hombre de estado de la importancia del general Qassim Suleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, así como de Abu Mahdi al-Muhandis de las Brigadas de Hezbolá, siguió el objetivo de crear las condiciones para la guerra contra Irán, tan alimentado por el gobierno sionista de Israel. El primer paso fue romper el acuerdo nuclear hecho por la administración Barack Obama. La supuesta razón fue que el gobierno iraní no se inclinó por completo ante las demandas del imperialismo. La ruptura del acuerdo fue seguida por el asedio económico y el aislamiento comercial de Irán. Es típico del poder hegemónico sofocar económicamente al país para quebrar su gobierno e imponer un servidor en su lugar.
Cabe señalar que el ataque terrorista de Trump en el aeropuerto de Bagdad no tuvo una resonancia positiva entre las potencias europeas, que temen un levantamiento masivo antiimperialista. Es evidente que la escalada militar en el Medio Oriente es parte de la guerra comercial, aunque sus lazos no sean visibles de inmediato. Las tendencias bélicas se insertan en las tendencias desintegradoras de la economía mundial. Una guerra contra Irán indudablemente tendría consecuencias mucho mayores que la intervención en Afganistán e Irak y la guerra en Siria.
Estados Unidos no puede imponer aisladamente una nueva partición en Medio Oriente. Está a la vista el desastroso resultado de la ocupación de Irak y el intento de incorporar el petróleo Kurdistán a su dominio. La decisión del parlamento iraquí de que los estadounidenses retiren sus bases militares del país reitera la demanda previa. Este acto de soberanía nacional va en contra de la estrategia geopolítica de Estados Unidos, que sustenta a casi tres docenas de bases militares en la región, y alrededor de ochenta mil soldados. El aparato militar estadounidense, que cubre siete países, muestra que el imperialismo yanqui prácticamente ocupa la región.
La aprobación de los gobiernos pro-imperialistas choca con la tendencia de las masas a rechazar la dominación estadounidense. La reacción popular, provocada por el bombardeo, ordenada por el Pentágono, evidenció un odio generalizado hacia los saqueadores de Oriente Medio. La lucha antiimperialista de los pueblos y masas oprimidas debe ser apoyada incondicionalmente. Este es un buen momento para mostrarle los límites de los gobiernos burgueses nacionalistas -como el de Irán -, y los movimientos yihadistas. La mayoría explotada continúa detrás del nacionalismo, incapaz de imponer la independencia nacional como parte de la lucha por la expropiación y la expulsión de los poderes de Oriente Medio; y como una forma de acabar con los choques étnico-sectarios.
El programa histórico de la clase obrera es el de los Estados Unidos Socialistas de Oriente Medio. Los explotados, organizados en un frente único antiimperialista, pueden levantarse como una fuerza revolucionaria capaz de derrotar a los Estados Unidos y las otras potencias.
¡FUERA LOS ESTADOS UNIDOS DE IRAK Y TODO MEDIO ORIENTE! ¡DERECHO A LA AUTODERMINACION DE LAS NACIONES OPRIMIDAS! QUE LOS PUEBLOS Y LAS ETNIAS DEL ORIENTE MEDIO DECIDAN SOBRE SUS PROPIOS PROBLEMAS. ¡LUCHAMOS POR LA DERROTA DE TRUMP Y TODOS LOS QUE SE ARRODILLAN FRENTE A LA PREPOTENCIA NORTEAMERICANA!
08 enero 2020