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A 44 AÑOS DEL GOLPE MÁS SANGRIENTO DEL GRAN CAPITAL Y EL IMPERIALISMO, CON LA COLABORACIÓN DE LA CÚPULA DE LAS IGLESIAS Y LA BUROCRACIA SINDICAL

* Este es un 24 de Marzo distinto. No seremos decenas de miles ganando las calles en todo el país gritando que no perdonamos, no nos reconciliamos, que seguimos exigiendo castigo a todos los responsables militares, civiles y eclesiásticos de la represión más sangrienta de la historia

 

Es distinto porque se ha dictado una cuarentena forzosa para atenuar el impacto del coronavirus ante el desastre del sistema sanitario. Aprovecharemos a promover la mayor reflexión sobre este 24 y cómo nos encuentra hoy.

 

* La mayoría soporta hoy peores condiciones que las que vivíamos en 1976, y en 1983. Porque la democracia burguesa no sólo continuó las políticas económicas de la dictadura militar, sino que las profundizó, revelando la continuidad política y económica entre dictadura y democracia burguesa.

 

Creció fuertemente la desocupación y la subocupación. Avanzó en forma catastrófica la precarización del trabajo, el trabajo en negro en todas sus formas. Más del 80% de los trabajadores no alcanza a cubrir lo que cuesta la canasta familiar. La mayoría de los jubilados percibe importes mínimos con los que pueden vivir poco más de una semana. Más de 4 millones de familias son super vulnerables ante cualquier virus, por las condiciones precarias de alimentación, vivienda e higiene. Ha avanzado el proceso de privatización en salud y educación destruyendo lo público

 

La economía fue reprimarizada, desmantelando la industria. Las empresas del Estado fueron privatizadas a precio vil creando monopolios privados en varios sectores. Las reformas neoliberales que comenzaron con la dictadura y siguieron fuertemente con Menem no se han anulado. Avanzó el sometimiento al imperialismo. El país se encuentra tan endeudado y condicionado por la deuda externa como al final de la dictadura

 

* El poder sigue en las mismas manos que bajo la dictadura. En manos de las multinacionales, de los terratenientes, de los grandes capitalistas, de los bancos. Son ellos los que mandan. Ellos tienen más poder que antes, han concentrado y centralizado más sus propiedades. Es la mejor demostración de que la democracia burguesa es una de las formas que adquiere la dictadura del capital.

 

Y peor aún, las fuerzas represivas ganan protagonismo, ocupan las calles, controlan nuestros movimientos, en nombre del bienestar general, de cuidarnos a todos, de combatir “al enemigo común”. El gobierno anticipa que puede decretar el estado de sitio, ¿contra los ricachones que no quieren acatar la cuarentena? No. Contra los más pobres de los pobres, los que han sido condenados a ni siquiera poder salir a la calle a ganarse el mango para comer. Contra aquellos que protestan porque los hacen trabajar corriendo todos los riesgos. En vez de adoptar medidas que resuelvan su situación, ponen más represión en las calles, por si salen a protestar o romper el cerco para salir a trabajar.

 

* No es posible la unidad nacional con los que destruyen el sistema de salud, con los que han entregado el país, con los responsables de haber atacado las condiciones de vida y de trabajo y haber empujado a la mayoría a la pobreza. El gobierno, los gobernadores, los empresarios, los medios de comunicación, la burocracia sindical, cantan a coro una misma canción: unidad nacional, unidad de todos para enfrentar la pandemia, todos juntos podemos… Tenemos buena memoria: la represión sangrienta contra el movimiento obrero y la juventud no comenzó el 24 de marzo, se gestó bajó el gobierno de Perón e Isabel Perón. Recordamos perfectamente a los partidos políticos y burócratas que reclamaban terminar con lo que denominaban “guerrilla fabril” que no era otra cosa que los poderosos cuerpos de delegados obreros y el activismo que los rodeaba. No es posible ninguna unidad con todos ellos.

 

No tenemos ninguna confianza en ellos, tampoco en este gobierno que ni siquiera ahora, con la pandemia, atiende los reclamos básicos del sector salud. Un gobierno que privilegió, desde antes de asumir, garantizar el pago de la deuda externa. Son ellos los que están tomando las medidas, con la complicidad pasiva de las centrales sindicales y los sindicatos. No olvidamos que fue una dictadura, la de Onganía, la que entregó las obras sociales a la burocracia, a fines de los años 60. Onganía que dio el golpe contra Illía patrocinado por los laboratorios medicinales multinacionales (ante el temor de ser reemplazados por un laboratorio único estatal).

 

Rechazamos la decisión de reinstalar las FFAA en las calles. Son los mismos que mataron a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, que reprimen al pueblo mapuche son los mismos que recibieron entrenamiento y mantuvieron reuniones con los expertos en represión de EE.UU. Son los mismos del “gatillo fácil”. La política del gobierno para enfrentar el coronavirus los coloca en un lugar central.

 

Los partidos políticos que se reclaman de la clase obrera, los sindicatos combativos, las agrupaciones sindicales, los delegados y activistas, debemos mantener la actividad, con la guardia en alto, coordinándonos en esta situación extraordinaria, en medio de la cuarentena y todas las medidas. Tenemos una gran responsabilidad

 

* Siempre nos preguntamos: qué sería si hubiéramos contado con los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, con las decenas de miles que fueron obligados a exiliarse, con los miles de presos. Con esos miles de activistas y delegados de fábrica que estuvieron muy cerca de expulsar a la burocracia de los sindicatos. Si se hubiera podido avanzar la organización de las coordinadoras. Si se hubiera desarrollado toda esa juventud militante que iba a los barrios, a las fábricas. Esos miles de militantes populares que se radicalizaban, que se politizaban. Si todas las organizaciones sociales, las ligas agrarias, las organizaciones políticas, no hubieran sido descabezadas. Si la vigorosa tendencia hacia la independencia política y la liberación que recorrían América Latina seguían su curso. Qué diferente hubiese sido nuestra historia. No queremos decir que hubiéramos triunfado, pero seguramente no habría sido tan fácil la entrega y sometimiento nacional. El movimiento obrero no habría sido desestructurado, muchos de estos burócratas vendidos no estarían en sus sillones.

 

* Es esa historia la que vino a quebrar el imperialismo, con EE.UU. a la cabeza, interviniendo en todo el continente. Que contó con la colaboración de las burguesías de nuestros países, con sus partidos políticos, con la cúpula de las iglesias, de la burocracia sindical, de los grandes medios de comunicación. Eso fue el Plan Cóndor, basado en su Doctrina de Seguridad Nacional, para cortar con ese proceso de radicalización social, para poder imponer abiertamente sus lineamientos económicos. Ellos mismos comandaron las “salidas democráticas” de las dictaduras.

 

Una situación similar se desarrolla en la actualidad. La crisis económica mundial derechiza rápidamente a todos los gobiernos de la burguesía que tienden a instaurar dictaduras civiles que chocan con la resistencia de las masas a los planes de ajuste. El imperialismo yankee sigue actuando en Latinoamérica, ha estado detrás de los golpes de Estado en Brasil, Honduras, Paraguay, sostiene a los Macri y Bolsonaro y continúa su embestida contra el gobierno de Maduro en Venezuela.

 

Insistimos: la represión genocida no fue obra de la “inconducta de algunos” como dijo Alberto Fernández. Fue una política internacional del imperialismo y las burguesías para destruir a la vanguardia obrera y juvenil. Las fuerzas armadas de conjunto fueron el brazo ejecutor. No daremos “vuelta a la página” de esta historia hasta que la cerremos.

 

* Los oprimidos hemos sufrido en estas cuatro décadas otro golpe, político, muy duro. La mayoría de las organizaciones que se reclamaban en los años 60 y 70 de la revolución social, de la liberación, de la acción directa de masas, del socialismo, etc. se han vuelto democratizantes, defensoras del orden, de las vías electorales, parlamentarias, constitucionales. Se han adaptado de diversas formas al régimen burgués y hasta se han integrado a los gobiernos burgueses.

 

Fueron bajando una a una todas las banderas. Reclaman apenas un aumento de impuestos, una mejor gestión del estado, alguna reforma, alguna ley. No es porque la situación de las masas haya mejorado, está más que claro. Las muestras de la bancarrota del capitalismo, del crecimiento extraordinario de todas sus penurias y barbarie son más visibles que hace 50 años. No hay posibilidad de reformar el capitalismo que se hunde. No hay ninguna vía posible dentro del régimen de la gran propiedad privada de los medios de producción. Las políticas que promueven la colaboración, cooperación o integración con el imperialismo son las expresiones más claras de su renunciamiento. El stalinismo criminal avanzó en la liquidación de conquistas históricas extraordinarias de la humanidad por medio de los procesos de restauración capitalista y lo que queda de sus organizaciones nacionales son serviles colaboradores de los gobiernos burgueses contra la clase obrera. Nunca olvidaremos su apoyo a la dictadura militar genocida en nombre de que podían llegar los pinochetistas.

 

Este aspecto del balance político de estas cuatro décadas debe estar presente. El avance en la tarea de construcción de la dirección revolucionaria es lenta en comparación de la velocidad con que se pudre el capitalismo, aquí y en todas partes. La tarea de la hora es poner en pie esa dirección en el país y en el mundo.

 

* Este 24 no marcharemos. Debatimos críticamente el balance sobre lo ocurrido en estos 40 años, sobre lo que significa que hoy tengamos prácticamente un toque de queda y restricción de circulación, que preparen un cerco sobre los barrios más empobrecidos del gran Buenos Aires para enfrentar el descontento popular ante el agravamiento de las condiciones de vida. No es casual que los medios de comunicación de la dictadura saluden estas medidas de fuerte disciplinamiento social.

 

La clase social que ordenó el golpe sigue teniendo el poder y todos los gobiernos, incluido el de Fernández, ha gobernado para ellos. Por eso son incapaces de tomar las mediadas indispensables ante la crisis actual como la estatización de toda la medicina privada, de los laboratorios, de las petroleras, de las automotrices, el monopolio del comercio exterior y de la banca. Ante la situación desesperante para millones la burguesía de conjunto, con Fernández a la cabeza, va preparando el terreno para la intervención de las Fuerzas Armadas.

 

* El mejor homenaje a nuestros 30.000 compañeros es mantener viva la llama de la revolución, luchar por terminar con la inmundicia capitalista, y toda su descomposición, liberar a la nación de la opresión y liberarnos nosotros mismo bajo la dirección de la clase obrera que es la única que no tiene ataduras con la propiedad privada.

 

Haremos justicia cuando terminemos con el poder de la clase social que ordenó el golpe genocida, cuando terminemos con la gran propiedad privada y la transformemos en propiedad colectiva, por medio de la revolución y dictadura proletarias. Recién ahí podremos decir que hemos hecho justicia, que no habrá “nunca más”, y que podemos “dar vuelta una página”, porque habremos tirado abajo las bases materiales de quienes ordenaron esa represión genocida y todas.

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