ESTÁN APROVECHANDO LA CRISIS SANITARIA PARA DESCARGAR LA CRISIS ECONÓMICA SOBRE EL CONJUNTO DE LOS TRABAJADORES, ACÁ Y EN TODO EL MUNDO
Las patronales aprovechan para despedir, suspender, recortar salarios, recortar derechos, dividir y desorganizar al movimiento obrero. Está en marcha una mayor flexibilización laboral.
Peor los trabajadores que ya venían con algún grado de precarización y cobrando parte de sus salarios en negro. Porque el subsidio del gobierno a las empresas destinado a salarios cubre el 50% del salario registrado. Y las empresas no se hacen cargo del resto.
Y más grave aún es la enorme masa de trabajadores en negro, que rondaban el 35 al 40%, sin estabilidad, sin aportes, sin obra social. Y aquellos que viven changueando al día.
Crece el temor entre los trabajadores a que la profunda recesión que se vive agrave más la desocupación, sobretodo porque las condiciones para ofrecer resistencia no son las mejores. Son cientos y miles de talleres, comercios, empresas, que están cerrando, que se suman a las decenas de miles que ya antes habían cerrado.
La gran mayoría de los trabajadores, registrados y no registrados, activos y pasivos, no tenemos ninguna organización sindical que nos represente, no estamos organizados siquiera sindicalmente.
Estamos frente a un nuevo retroceso físico como clase, estamos perdiendo cientos de miles de puestos de trabajo y las condiciones laborales y de vida se deterioran fuertemente. Nos debilitamos como clase.
Las direcciones burocráticas de los sindicatos y la CGT y las CTAs no organizan ni representan al conjunto de los trabajadores, ni tampoco a sus afiliados. Sus políticas de complicidad con gobiernos y empresarios impiden que los trabajadores de conjunto puedan responder, como clase, a la catástrofe que se vive.
Debemos denunciarlos y exigir que rompan el “pacto social” con los empresarios y el gobierno. Empezando por solidarizarse con todas las luchas en curso, coordinándolas, planteando una respuesta colectiva, de conjunto, como clase. Repetimos, no lo harán por propia voluntad, debemos imponerles otra política.
Están sometidos y asociados al gobierno. Alberto Fernández gobierna para la gran burguesía, que sigue recibiendo subsidios y protección para despedir, suspender o arrancarnos derechos. El gobierno no está dispuesto a enfrentarlos, sabiendo con nombre y apellido quiénes son los que saquearon el país, los que fugaron todas las divisas y dejaron el desastre. Y, además, a su pedido, se compromete a pagar la deuda externa. En medio de la pandemia elige preservar esos intereses, de los bancos, los exportadores, los terratenientes, las petroleras, etc. mientras se derrumban las condiciones de vida de la gran mayoría. No es cierto que “gobierna para todos”. Ese es el mensaje que busca ocultar que el poder económico es intocable y que después de cada crisis salen más enriquecidos.
Es falso que se privilegie la vida por sobre la economía. Se privilegian los grandes intereses. No hay forma de defender la vida y el trabajo de la mayoría si no se enfrenta a esos sectores. De ahí deben salir todos los recursos para reconstruir la economía y ¡la vida! de la mayoría. Se puede ver con claridad que la política ante las jubilaciones es de ajuste, de no recuperar lo perdido en los últimos años, de mantenerlas en un nivel de miseria. Lo mismo el salario mínimo.
Sabían perfectamente que cuando el virus entrara en los barrios más pobres, en las villas y asentamientos, se propagaría con gran velocidad, los gobiernos quieren parecer asombrados por el crecimiento exponencial de los contagios en las villas de la Ciudad de Buenos Aires y del gran Buenos Aires, pero era absolutamente previsible. Allí donde falta el agua potable, el jabón, la comida y el trabajo, allí donde abundan las enfermedades, y se vive hacinado, el virus se reproduciría muy fácilmente. Había que empezar por ahí. Defender la vida es defender todas las condiciones de salud, educación, alimentación, vivienda y ¡trabajo! para todos. Ahora, ante el estallido la primer respuesta es encerrar los barrios con la policía y gendarmería.
La fuerte presencia militar, de gendarmería y policía en las calles y los barrios es un hecho de gran importancia, que agrega al temor a enfermarse, el temor a perder el trabajo, el temor a no tener qué comer, el temor a la represión. Los casos de represión contra los más pobres se denuncian en todo el país, no son excesos, les han dado un enorme poder de intervención y lo asumen.
¿CUÁL ES EL CAMINO PARA PONERNOS DE PIE NUEVAMENTE?
El hecho de que una parte importante de los trabajadores no están afectados a actividades esenciales, hace que estén fuera del circuito productivo, aislados, más las dificultades de reunión y encuentro, debilitan más en este momento la posibilidad de reacción. Que las patronales puedan organizar turnos, horarios distintos, y quién se incorpora a la producción, también altera nuestra forma habitual de relacionarnos.
Es necesario confiar en nuestras propias fuerzas, en los métodos propios de lucha, que la única forma de defender nuestros derechos, de pelear por las condiciones de vida, es con la acción directa de masas. No a los pactos sociales, no a las concertaciones con los empresarios.
Es importante remarcar la importancia de las asambleas, de los delegados, de sus reuniones y plenarios, de la formación de comités de base entre los activistas para impulsar la organización y lucha. Debemos articular la organización desde las bases.
Como también, es importante lograr la unidad desde abajo, de todos los sindicatos y de todas las luchas (con las direcciones que tengan), avanzar en la coordinación, en la solidaridad, por zona, por región. Hay voluntad de lucha y resistencia como mostraron los mineros de Andacollo, del Frigorífico Penta, los trabajadores de COTO, de la salud, los docentes y tantos otros, que se ganaron el apoyo de otros sectores. Preparémonos para romper la pasividad que han impuesto las direcciones burocráticas. El activismo más consciente tiene una gran responsabilidad en este punto.
Y elaborar una plataforma de reivindicaciones que dé respuesta a los problemas sanitarios, económicos, sociales y nacionales, abrir un debate alrededor de estas cuestiones. La urgencia hoy es defender los puestos de trabajo y pelear por trabajo para todos. Defender el salario y la jubilación que tienen que alcanzar como mínimo lo que cubre la canasta familiar. Impedir que sigan avanzando con la precarización laboral. Debatir un plan de emergencia que de salida a la catástrofe que se vive.
El sistema de salud debe ser único, estatal, gratuito, universal, concentrando los recursos para enfrentar la situación dramática que se vive. Terminar con toda forma privada de sanatorios, clínicas, prepagas, obras sociales, laboratorios medicinales. Hagamos realidad que la salud y la vida es lo primero, ¡para todos!
La deuda externa e interna debe ser desconocida, la banca privada expropiada e incorporada a un sistema único, estatal, bajo control obrero colectivo. El comercio exterior debe ser estatizado. El país debe lograr su soberanía hidrocarburífera y minera expropiando a las multinacionales; etc
La clase obrera no sólo debe organizarse por sus reivindicaciones inmediatas, tiene la obligación de plantear una alternativa política para el conjunto de la sociedad porque no tiene ataduras con la propiedad de los medios de producción, con los bancos, con los terratenientes, con las multinacionales, que son responsables de habernos llevado a este desastre que vivimos.
Solo la clase obrera puede detener el rumbo a la barbarie a la que nos conduce el capitalismo. Solo la clase obrera puede defender la vida, por medio de su perspectiva revolucionaria de derrocamiento de los gobiernos burgueses y la instauración de los gobiernos obreros-campesinos.
(nota de MASAS nº 371)