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LA REPRESIÓN EN ÉPOCA DE CUARENTENA

La represión del estado no nos da respiro. En todo el país se registran hechos de violencia institucional.
Los barrios más humildes son los que más sufren la prepotencia de las fuerzas represivas del estado. Hemos visto a policías y gendarmes en barrios obreros verdugueando a los pibes por juntarse en una esquina, como se detiene a trabajadores que salen a luchar para defender los puestos de trabajo y sus salarios, o para conseguir un peso para subsistir. Pero hay casos que marcan más contundentemente el accionar de los uniformados.
En Tucumán Luis Espinoza en un operativo policial fue herido y detenido. Su cuerpo apareció en Catamarca una semana después. Se pudo encontrar el cuerpo porque dos policías se quebraron y dijeron el lugar donde habían arrojado a Luis.
En Santiago del Estero Mauro Coronel fue detenido y torturado, murió en el hospital Ramón Carrillo.
En Salta un joven que iba en moto sin barbijo fue brutalmente atacado por la policía con balas de goma. Perdió un ojo y el otro ojo está muy comprometido. Una semana antes esta misma policía, a unos kilómetros de Tartagal reprimió y desalojó a pobladores originarios.
En Buenos Aires, en el partido de San Martin, en José León Suarez, la infantería de la policía, sin orden de desalojo, destruyó dos casillas y desalojaron a sus ocupantes, del barrio 13 de Julio.
En Rio Negro la Lof Lafken Winkul Mapu, en las cercanías del lago Mascardi fue agredida con disparos intentando allanar las viviendas, es la misma Lof donde asesinaron a Rafael Nahuel.
En Neuquén al mejor estilo del servicio Berni, cuando se infiltró en las minas de carbón de Rio Turbio cuando era joven, la gendarmería reflotó el “Proyecto X” e infiltraron las minas de Andacollo. El informe se conoció y creó un gran revuelo. No conformes con el espionaje también allanaron casas de los mineros. El espionaje también lo sufrieron los trabajadores del Inti.
Hoy el gobierno pretende monitorear nuestros movimientos por medio de nuestros celulares.
En Buenos Aires el Barrio Villa Azul de Quilmes fue sitiado por la policía y lo piensan aislar por 15 días. Los vecinos se empezaron a organizar para poder sobrellevar el sitio.
Se estima que en el mundo para este fin de año se habrán sumado cientos de millones de nuevos desocupados. Esto va a desencadenar una ola de luchas para poner fin de este flagelo. Millones de trabajadores en la miseria más absoluta, en medio de la mayor crisis económica del último siglo y la burguesía va a utilizar todos los recursos con los que cuenta para contener a los hambrientos, no podemos permitir que nos sigan persiguiendo, matando, ni judicializando.
Los trabajadores tenemos que salir de la cuarentena organizados. Ya hay que profundizar nuestra organización para enfrentar la represión del gobierno, la persecución sindical, la prepotencia patronal y la traidora burocracia sindical.
La concentración de la economía en menos manos, el desempleo, la flexibilización laboral, el trabajo precario, van a ser moneda corriente, lo que nos están arrebatando solo lo vamos a recuperar con organización y lucha.
Bajo el gobierno de Macri denunciábamos que el régimen avanzaba aceleradamente hacia una dictadura civil, limitado exclusivamente por el accionar de las masas que le impidieron ir más a fondo.
El gobierno de Fernández es incapaz de revertir esta tendencia y guarda un silencio cómplice con el accionar de las fuerzas represivas. Se ha esforzado por presentarlas como «renovadas y democráticas». La realidad es que la crisis y el ajuste en marcha en nuestro país y en todo el mundo exige el recrudecimiento de la vigilancia y represión sobre las masas, revelando que detrás de las «democracias» se esconde la dictadura del capital.
Es imprescindible organizarse desde abajo y preparar la autodefensa para enfrentar las tendencias autoritarias y represivas del régimen.
Exigimos el desmantelamiento del aparato represivo. Pese a los discursos sobre transparentar las tareas de inteligencia, estas se siguen realizando. Debemos impedir cualquier trabajo de inteligencia sobre los partidos políticos y los movimientos sociales o sindicales. Su existencia es una muestra de la continuidad de la dictadura civil.
No alcanza con castigar a los represores que cometieron abusos represivos de toda índole, deben renunciar sus mandos, deben renunciar los responsables políticos de esas fuerzas.
Todo el activismo de derechos humanos, como de las organizaciones que se reclaman del movimiento obrero y los oprimidos debemos estar atentos porque los hechos represivos tienen alcance nacional y los grandes medios los ocultan. Debemos multiplicar las denuncias y las respuestas para detener la intimidación y amenaza contra nuestras luchas.
(nota de MASAS nº 371)

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