A 80 años del asesinato de León Trotsky por el stalinismo contrarrevolucionario
Declaración del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional 14/8/2020
Sus ideas, como continuador del marxleninismo siguen plenamente vigentes. El stalinismo terminó su derrotero liquidando las principales conquistas del movimiento obrero internacional, avanzando en la restauración capitalista allí donde la burguesía había sido expropiada, disolviendo la III Internacional. Los restos del stalinismo se arrastran detrás de cuanto gobierno burgués requiere sus servicios. Es el stalinismo el que ha fracasado, no el bolchevismo, no el marxismo, que han pasado la prueba de la historia y confirman los principales pronósticos, y caracterizaciones realizadas por Trotsky.
En este 80° aniversario, en medio de una catástrofe económica, política y social, una de las mayores de la historia, queda en evidencia claramente que el capitalismo no tiene otra salida que la barbarie. La descomposición y desintegración capitalista está causando daños extraordinarios a las condiciones de vida y de trabajo de cientos de millones de trabajadores en el mundo, inclusive en la propias metrópolis imperialistas. La humanidad se encuentra otra vez ante una disyuntiva de hierro: o avanzan dramáticamente las condiciones de barbarie o se abre paso una nueva época, por medio de la revolución social, que termine con el control imperialista sobre los principales medios de producción, concentrados y centralizados en manos del capital, con la maquinaria parasitaria infernal del capital financiero. La revolución social que expropie esos medios de producción y los transforme en propiedad social, para poder comenzar a construir el socialismo.
Por eso en este momento es tan necesario destacar sus concepciones estratégicas, ocultadas por los revisionistas que usan un discurso trotskyzante, sin filo de clase, pasteurizado, limitado a repetir algunas consignas transitorias omitiendo la lucha por el poder.
Reproducimos algunas definiciones de Trotsky en documentos esenciales y que sólo los marxleninistas trotskistas reivindicamos públicamente.
La esencia del Programa de Transición es encontrar el puente entre las reivindicaciones actuales de las masas y el programa de la revolución socialista, un sistema de reivindicaciones transitorias que partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera y conduciendo a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado.
Afirma que las condiciones objetivas para la revolución proletaria no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse. Que sin revolución socialista en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Y que todo depende del proletariado, es decir, en primer lugar, de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.
La tarea estratégica de la IV Internacional no consiste en reformar el capitalismo, sino en derribarlo. Su finalidad política es la conquista del poder por el proletariado para realizar la expropiación de la burguesía.
Exige de todos los partidos y organizaciones que se apoyan en los obreros y campesinos, y hablan en su nombre, que rompan políticamente con la burguesía y entren en el camino de la lucha por el gobierno obrero campesino. La agitación bajo la consigna de gobierno obrero campesino tiene en todos los casos un enorme valor educativo… cada una de nuestras reivindicaciones transitorias debe conducir a una sola y misma conclusión política: los obreros deben romper con todos los partidos tradicionales de la burguesía para establecer en común con los campesinos su propio poder.
Afirma que la IV Internacional se mantiene enteramente en el terreno del marxismo, la única doctrina revolucionaria que permite comprender la realidad, descubrir la causas de las derrotas y preparar conscientemente la victoria. Continúa la tradición del bolchevismo que por primera vez mostró al proletariado cómo conquistar el poder.
En su contribución con las Tesis de la Revolución Permanente afirma que en los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular de los coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que, la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de emancipación nacional tan solo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando este el Poder, como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas (2da Tesis). En la 4ta. Tesis sostiene que la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista. La revolución democrática sólo puede triunfar por medio de la dictadura del proletariado, apoyada en la alianza con los campesinos y encaminada en primer término a realizar objetivos de la revolución democrática. La Tesis 8 refiere a que la dictadura del proletariado, que sube al poder en calidad de caudillo de la revolución democrática, se encuentra inevitable y repentinamente, al triunfar, ante objetivos relacionados con profundas transformaciones del derecho de propiedad burguesa. La revolución democrática se transforma directamente en socialista, convirtiéndose por ello en permanente.
En la Tesis 9 señala que la conquista del poder por el proletariado no significa el coronamiento de la revolución, sino simplemente su iniciación. La edificación socialista sólo se concibe sobre la base de la lucha de clases en terreno nacional e internacional. Y en la 11ª señala que no hay distinción entre países “maduros” y “no maduros” para el socialismo. Que el capitalismo al crear un mercado mundial, una división mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por sí solo de preparar la economía mundial en su conjunto para la transformación socialista. Dice, que es posible que los países atrasados puedan llegar a la dictadura del proletariado antes que los avanzados, pero llegarán más tarde que ellos al socialismo. Y finaliza sus Tesis sintetizado que “la lucha está entablada entre las ideas fundamentales de Marx y Lenin de una parte, y el eclecticismo de los centristas, de otra”.
Es la hora de reconstruir la IV Internacional sobre la base de las conquistas políticas e ideológicas de la clase obrera en 170 años de lucha consciente por una nueva sociedad. De poner en pie el Partido Mundial de la Revolución Socialista, ese será nuestro mejor homenaje al gran revolucionario.
Stalin ordenó su asesinato y la persecución y masacre de quienes dirigieron la gran Revolución Rusa. León Trotsky concentraba en sí mismo las ideas, el programa, la experiencia más rica de la clase obrera durante 4 décadas con revoluciones triunfantes, derrotadas y burocratizadas. Junto con Lenin dirigieron la III Internacional en su período extraordinario de crecimiento político de la clase obrera internacional, organizativa y políticamente.
El stalinismo tuvo la gran responsabilidad de disolver la III Internacional y enterrarla, como ofrenda al imperialismo “democrático”. Tuvo la gran responsabilidad de liquidar a la vanguardia obrera que enfrentó la degeneración política.
Pero también le cabe una responsabilidad a los revisionistas del trotskismo en liquidar semejante herencia política. Por esa razón el trotskismo no estuvo a la altura de ocupar el centro mundial ante el derrumbe miserable del stalinismo con todas sus traiciones y con un avanzado proceso de restauración, de destrucción de los Estados Obreros, especialmente en Rusia.
El daño de los revisionistas del trotskismo
Tempranamente el sector dirigente de la IV se integró al stalinismo y a las corrientes nacionalistas, con sus tácticas “entristas”, luego vino el embellecimiento del nacional castrismo que estuvo al frente de la Revolución Cubana, del foquismo, revisando el papel histórico de la clase obrera, creyendo encontrar una vía más rápida para llegar al poder.
Otras fracciones por el contrario se volvieron furiosamente democratizantes, poniendo en pie organizaciones centristas para intervenir en elecciones, adaptando sus organizaciones para la lucha electoral, abandonando la propaganda comunista, revolucionaria. Y toda variedad de fracciones que fueron abandonando los principios, el programa. Que fueron detrás de cualquier fenómeno nacionalista radicalizado exaltándolo, creyendo encontrar mágicamente el camino de la revolución. Todas estas variantes que utilizan el ropaje trotskista lo envilecen, lo deforman, confunden a la vanguardia. Bajo la apariencia de “nuevos caminos”, no le ofrecen al proletariado más que viejas recetas enterradas desde hace mucho tiempo.
A las dificultades que existen en la tarea de construir los partidos revolucionarios en cada país y reconstruir la IV, se agregan los obstáculos de todas estas corrientes que además difaman, mienten, ocultan, el papel de los auténticos trotskistas, aquellos que mantienen inquebrantablemente la lucha por la revolución y dictadura del proletariado, por la destrucción del Estado burgués, por el comunismo. Esta ha sido la actitud invariable de todos los revisionistas frente al POR de Bolivia aislándolo y combatiéndolo. En Bolivia fracasaron rotundamente las aventuras foquistas como también los intentos de poner en pie un partido de trabajadores junto a sectores burocráticos para intervenir en las elecciones o los que apoyaron a Evo (defensor de la gran propiedad terrateniente y multinacional). Y también fracasaron en todos los países en que actúan.
Un severo balance de la experiencia de la IV Internacional después del asesinato de Trotsky es imprescindible para reconstruirla sobre bases sólidas, de principios. Todos los rejuntes sin principios terminan en rupturas, nuevas divisiones y frustraciones para la militancia.
Hoy, como hace 80 años, sigue plenamente vigente la necesidad de poner en pie la Internacional, sobre la base de los principios, del programa de la revolución y dictadura del proletariado, sobre la base de las conquistas de las anteriores internacionales.
¡¡¡SOCIALISMO O BARBARIE CAPITALISTA!!