A un año de la rebelión popular ¡Viva la extraordinaria lucha del pueblo chileno!

¡Abajo Piñera! ¡Abajo su miserable reforma constituyente! ¡Rechazar su plebiscito!

* La rebelión popular en Chile fue el punto más alto alcanzado por las movilizaciones y medidas de lucha que recorrieron Latinoamérica y el mundo en los últimos años contra las condiciones de desocupación, precarización, carestía y empobrecimiento, de acentuada descomposi-ción y pudrición capitalista, una crisis de carácter estructural que se seguirá agravando. Esa rebelión fue antecedida por numerosas luchas aisladas.

Rebelión que dio un salto cualitativo cuando el 12 de Noviembre se detuvo el país, cuando paralizan los obreros Portuarios y la minera Escondida solidarizando con las demandas de trabajo, lucha contra la flexibilización laboral, educación, salud, pensiones, etc., lo que apuntaba directamente al corazón del capitalismo neoliberal. El gobierno calificó la jornada como la más violenta de la historia, que generó una situación donde “estaba en juego nuestro sistema democrático”.

* La rebelión es parte de una creciente intervención de las masas en Latinoamérica y en el mundo. Los oprimidos en Ecuador habían estallado unas semanas antes contra los ajustes, en Colombia se fueron abriendo camino las movilizaciones y paros, en Bolivia protagonizaban una gran lucha que obligó a Evo Morales a renunciar y luego enfrentando a Añez, en Argentina enfrentando las contrarreformas de Macri y el capital financiero con varias huelgas generales, lo mismo en Brasil en 2017 y 2019 y este año los levantamientos en EE.UU..

La rebelión en Chile tomó como suya la bandera mapuche símbolo de la resistencia permanente contra todos los gobiernos, que los reprimieron con la mayor violencia, que les aplicaron las leyes antiterroristas tratándolos como el “enemigo interno”.

* La represión salvaje no pudo detener la rebelión. Ni los miles de presos, ni las torturas, ni los cientos que perdieron sus ojos, ni las desapariciones, ni los muertos pudieron detener la furia popular que arrasó con los símbolos de la dictadura civil.

Hoy se preparan con todo para reprimir, esperando que se potencie la protesta popular ante el Aniversario y ante la realización de elecciones a fin de mes. El mismo gobierno no cree que la zanahoria de la Constituyente disuelva la voluntad de lucha. La organización de hordas fascistas acompañadas por carabineros para reprimir la ocupación de las Municipalidades por los mapuche da una idea del grado de polarización que se vive.

* La rebelión popular de los últimos años es la respuesta a la gran crisis económica mundial del 2008, que no pudo ser cerrada, que agravó brutalmente las condiciones de vida y de trabajo en nuestros países semicoloniales, y también en las metrópolis. Esta crisis se potenció con la pandemia creando una catástrofe económica y social que prácticamente no tiene antecedentes en la historia de la humanidad.

* El estallido en Chile derriba el ejemplo y modelo del capital financiero que querían imitar en todos los países. Fue donde más lejos habían llegado con sus políticas privatistas.

Fueron las masas en la calle aplicando sus métodos de acción directa que comenzaron a demoler la dictadura pinochetista, ajustando cuentas también con los cómpli-ces de la Concertación/Nueva Mayoría, que cuando gobernaron preservaron lo esencial del pinochetismo, sus reformas neoliberales, y su régimen de dictadura civil consagrado en la Constitución. La derecha y su “oposición” ya no pueden gobernar como antes. Las masas movilizadas no les creen nada.

La rebelión popular ajusta cuentas con la historia. Son nada menos que 47 años desde el golpe fascista, del fracaso del experimento contrarrevolucionario del Partido Comunista y el Partido Socialista con su política de Frente Popular. Planteaban que era posible una vía pacífica, legal, al socialismo. Fueron los responsables de una de las peores derrotas de la clase obrera latino-americana y mundial, que aún se sigue pagando. Los mismos protagonistas de aquella traición fueron parte de los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría, de los Lagos y Bachelet.

* Desde el comienzo de la rebelión se pusieron en pie asambleas populares por todas partes, para organizar y preparar la intervención, para debatir. Las asambleas populares empezaron a coordinarse, se formaron los “cordones de asambleas” rememorando aquellos cordones que se pusieron en pie en los ´70. La pandemia combinada con las medidas represivas impuestas sólo dificultaron su accionar. La tendencia a organizarse en forma independiente sigue presente.

* Es en ese marco que se lanzó la discusión sobre la Constituyente, como esfuerzo de la derecha y toda la oposición burguesa por entrampar a las masas.

Como bien dicen nuestros camaradas en Chile, “el modelo no se toca”, estamos frente a un fraude plebiscitario, la convocatoria para decidir si se aprueba o rechaza la reforma de la Constitución en su Art. 135 de Disposiciones Especiales declara: “El texto de nueva constitución que se somete a plebiscito deberá respetar el carácter de República del Estado de Chile, su régimen democrático, las sentencias jurídicas firmes y ejecutoriadas y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. Con estas disposiciones especiales quedan resguardadas todas las inversiones del capital foráneo, en el agua de riego y potable, energía, minería, mar y tierra agrícola, fondos previsionales, etc…”

La crisis extraordinaria que se vive permanecerá y se agravará, aprobando o rechazando el plebiscito. La crisis solo podrá ser resuelta por vía revolucionaria, no hay otra salida.

* Hay organizaciones de la izquierda democratizante que reclaman que esa Constituyente debiera ser soberana. Otra forma de engaño. Bajo el régimen capitalista no puede haber una asamblea constituyente soberana, no puede haber soberanía mientras la gran propiedad sigue en las mismas manos, mientras las fuerzas armadas, carabineros sigan en pie. ¿De qué soberanía hablan?

Es una traición querer ilusionar a los oprimidos con que alguna reforma se puede conseguir por la vía de una “nueva Constitución”. Pretenden ocultar que esta convocatoria es una trampa, un engaño, para intentar disolver la enorme movilización popular y preservar lo esencial de la constitución pinochetista. Sólo podrá ser barrida expropiando los grandes medios de producción, expulsando al imperialismo, destruyendo sus fuerzas represivas. Una verdadera revolución social que imponga un gobierno obrero-campesino, expresión de todos los oprimidos de la ciudad y el campo, la dictadura del proletariado.

* Es necesario alertar una y otra vez sobre el papel de la burocracia sindical, de las organizaciones nacional-reformistas, de las izquierdas democratizantes, que son el principal auxilio del sistema. Son ellas las que trabajan por bloquear las tendencias a la independencia política. Piñera se puede sostener, pese a la muy baja aprobación de la población, en parte por la represión, pero por sobre todo por el papel de la “oposición” que quiere seguir jugando a la democracia. Cuando la burguesía y el imperialismo se desplazan en todo el mundo hacia formas fascistas de dominación desechando hasta las formas de su democracia. Este es el producto de la crisis económica y política colosal que se vive. En Chile y en todas partes.

* La pandemia agravó toda la situación económica y social en nuestros países y dejó al desnudo el desmantelamiento de los sistemas de salud pública y la incapacidad de los gobiernos burgueses para hacer frente a la pandemia. Quienes más sufren las consecuencias son los más oprimidos. A su vez, la pandemia fue utilizada para acorralar y confinar a grandes sectores de la población, para militarizar la sociedad.

* Las masas no abandonaron las calles, la lucha no ha parado. El hambre y la desocupación se potenciaron en los últimos meses, dando lugar a nuevas formas de organización y lucha desde los barrios. La lucha vuelve a masificarse. Las masas buscan el camino para avanzar en su resistencia, pese al papel de las direcciones sindicales y políticas. Se crean así las mejores condiciones para empezar a resolver la crisis de dirección, construyendo el partido revolucionario.

Es necesario debatir un plan de emergencia que unifique todas las luchas, que tome las reivindicaciones esenciales como terminar con la cesantía de tres millones de trabajadores; el aumento de salarios; la lucha por educación y salud públicas y gratuitas; por un sistema de jubilaciones estatal y solidario estatizando las AFP; por destinar todos los recursos necesarios para defender la salud; para poner fin al endeudamiento familiar; por el derecho a la autodeterminación del pueblo mapuche y su derecho a la tierra; por la libertad de todos los presos; por el castigo a todos los responsables de la represión contra el movimiento popular; con la lucha por el agua, por recuperar todos los recursos, expulsando a las transnacionales, por la nacionalización de la banca, etc. Diciendo con toda claridad que este plan no puede ser materializado por ningún gobierno burgués, ni por medio de leyes del Congreso. Se podrá imponer por medio de la acción directa de masas que derribe este régimen.

Debemos ayudar a tomar consciencia de que no hay salida bajo el capitalismo, que no se lo puede reformar. Que el capitalismo en descomposición obliga a la burguesía a atacar las condiciones de existencia de la clase obrera y demás oprimidos por medio de las contrarreformas.  Que sólo la clase obrera puede acaudillar la rebelión popular de las mayorías nacionales oprimidas hacia su triunfo. Su intervención en la lucha permitió un salto de calidad demostrando su poderío, pero, además es necesario que impriman su propia perspectiva política, de clase. Esta es la única salida realista.

Los pueblos originarios que viene librando una lucha heroica sólo podrán conquistar su autodeterminación y las tierras usurpadas uniéndose a la clase obrera, a todos los oprimidos de la ciudad y el campo, terminando con la dominación de la burguesía y el imperialismo.

* La burguesía razonablemente teme a la movilización unificada de los oprimidos y liderados por la clase obrera signada como la única revolucionaria, por el lugar que ocupa en la producción, como la clase instintivamente revolucionaria que trastoca todo el “orden” establecido por la dictadura burguesa, la que debe convertirse en la principal protagonista de la revolución proletaria, transformada en elemento consciente mediante la intervención de su vanguardia, el Partido Obrero Revolucionario, con la estrategia de la toma de poder y aplastar todo vestigio de la clase pretérita dominante, instalando un gobierno Obrero-Campesino que ejercerá la dictadura de las mayorías nacionales, es decir, la dictadura del proletariado.

Una misma perspectiva para las masas del continente que son obligadas a enfrentar la catástrofe social que vivimos saliendo a la lucha con las organizaciones y direcciones que tenemos, obligados a resolver la crisis de dirección.

Llamamos a toda esa vanguardia de jóvenes revolucionarios que se están fogueando en el caldero de la lucha de clases, a que asuman este gran desafío de construir el Partido Obrero Revolucionario en Chile como parte de la puesta en pie del partido mundial de la revolución socialista, tarea encarnada por el Cerci (Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional),  corriente revolucionaria consecuente con el marx-leninismo-trotskysmo.

15 de Octubre de 2020


 

Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional

 

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