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Siguiendo las exigencias del FMI el gobierno sigue ajustando a los más pobres y miserables

Todas las decisiones que adopta el gobierno están supeditadas a una cuestión central: asegurar los recursos para pagar la deuda externa que ha sido reconocida y para cumplir con las exigencias del FMI. Las medidas de ajuste que adopta el gobierno tienen ese sentido. Los capitalistas más poderosos aplauden las medidas para reducir el déficit fiscal.

El FMI ha vuelto para auditar las cuentas del gobierno (en realidad nunca dejó de estar presente). Se inicia la negociación para reconocer y pagar el enorme préstamo que le hizo a Macri para sacarlo del default y darle un fuerte respaldo para que ganara las elecciones del 2019. Dinero que ingresó al país y fue íntegramente fugado.

El Gobierno propone una fórmula de ajuste de las jubilaciones que entierra todo lo perdido en los últimos años y no fi ja como base mínima de los futuros ajustes la inflación. YA es una pérdida para los jubilados actuales y futuros. Si la fórmula fuera tan beneficiosa como aseguran todos los voceros y alcahuetes del gobierno ¿por qué razón no se deja establecido que el mínimo del ajuste será la inflación?

No habrá un nuevo IFE. Que llegó a más de 9 millones de familias, mes por medio. Ni siquiera esa contribución miserable se sostiene, como si los efectos desastrosos de la crisis económica y la pandemia no siguieran presentes.

No incluye nuevos pagos de ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) en el presupuesto 2021 cuando se sabe que hay sectores que tardarán meses en volver a la actividad anterior, se ahorra ese subsidio para reducir el déficit fiscal.

El Salario Mínimo Vital y Móvil aprobado recientemente aplasta los salarios más bajos. No recupera lo perdido, en años anteriores, no recupera lo perdido durante este año y su monto equivale a una cuarta parte de lo que cuesta la canasta familiar, que es lo mínimo vital.

Las renovaciones de los convenios de trabajo y los acuerdos salariales fueron a la baja, con pérdida de poder adquisitivo. Es la política patronal de siempre, que responsabiliza al ajuste de salarios de la inflación creciente. La historia demuestra que con salarios y jubilaciones deprimidos los precios se disparan igual.

El gobierno libera precios de varios productos que estaban controlados bajo régimen de “precios máximos” y autoriza aumentos de numerosos productos incluidos en “precios cuidados”. Se relajan los controles mientras la inflación se dispara, especialmente en alimentos. Octubre ya marcó el nivel más elevado de inflación en el año. La presión por una devaluación mayor del peso que empuja la cotización del dólar en los mercados paralelos se traslada a los precios aunque el gobierno prometa lo contrario.

Se autorizan incrementos en las tarifas de gas y electricidad, otra suba de combustibles desde el 1° de diciembre, los ajustes previstos en los alquileres, que se habían suspendido, se harán efectivos en febrero.

El presupuesto 2021 no incluye el plan de obras públicas que se necesita para crear cientos de miles de puestos de trabajo genuino. La obras, muy limitadas, apenas generarán más trabajo precario.

La CGT se reunió presencialmente por primera vez y sólo se animó a emitir un tímido comunicado. La burocracia es cómplice porque cogobierna, porque respalda todas las políticas de ajuste del gobierno. Y le echa en cara al gobierno que “garantizó la paz social en los momentos más difíciles”

Es mentira el discurso de que “los últimos serán los primeros”. Primero los bancos, primero los grandes empresarios, primero los exportadores, los terratenientes. Primero y ante todo ordenar las cuentas para pagar la deuda externa

Toda la deuda externa debe ser desconocida, fue creada para saquear el país. Una medida elemental de soberanía es rechazar las auditorias y controles del FMI y desarrollar una política contraria a sus recomendaciones de ajuste.

Es necesario luchar por un plan de emergencia, en defensa de las condiciones de vida y de trabajo, para recuperar los puestos de trabajo destruidos, para conquistar trabajo para todos, para terminar con la precarización laboral y el saqueo del país. El gobierno y sus socios son absolutamente incapaces y cobardes para resolver los problemas más graves de los más necesitados. Tenemos que tomar en nuestras propias manos la lucha por resolver nuestros reclamos y los de la mayoría oprimida. Impulsar reuniones y asambleas presenciales en los lugares de trabajo y en los sindicatos para debatir cómo nos preparamos para salir a la lucha.

La catástrofe social que vivimos exige una transformación profunda de la sociedad. Conservando las relaciones de la gran propiedad de las tierras, de los bancos, las empresas y recursos vitales, no hay cómo salir de esta situación. Esa es la mayor traba al desarrollo de las fuerzas productivas.

 

(Editorial de MASAS nº 382)

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