¡Memoria eterna a Friedrich Engels!

28 de noviembre de 1820 –  Bicentenario del nacimiento de Friedrich Engels

“Engels fue el primero en afirmar que el proletariado no es sólo una clase que sufre, sino que la vergonzosa situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva. Y el proletariado en lucha se ayudará a sí mismo”. (Lenin)

En ese momento, en el que han transcurrido dos siglos desde el nacimiento de Engels, el Partido Obrero Revolucionario rinde homenaje al revolucionario, que dio los pasos iniciales para erigir el socialismo científico. Al lado de Marx, Engels le escribió a un viejo amigo: «Siempre toqué el segundo violín».

Engels, a principios de la década de 1840, vivió la lucha de los miembros de la Liga de los Justos, contra las fuerzas de la reacción en Francia y la experiencia de la clase obrera inglesa. De esta manera, pudo criticar las posiciones y la concepción organizativa de las “sociedades secretas”.

En el artículo “Los Movimientos Revolucionarios de 1847”, Engels caracterizó los triunfos conseguidos por la burguesía, haciendo una reserva en el caso de Francia, diciendo que “Es tan miope, que se imagina que su triunfo imprimirá al mundo su configuración definitiva. No ve que sus esfuerzos no hacen más que allanarnos el camino a nosotros, los demócratas y comunistas (…).La burguesía lleva por todas partes el proletariado pegado a sus talones”. Destacó así el triunfo momentáneo de la burguesía y la inevitabilidad del choque de las dos clases opuestas: la burguesía y el proletariado.

La Liga de los Justos, creada en 1836 en París, considerada un campo de batalla fundamental, estaba formada por refugiados alemanes, buena parte de artesanos (sastres, carpinteros). Contenía concepciones de justicia social, levantamiento armado y formas de organización conspirativas. Por ello, en un principio caminó junto a la llamada “Société des Saisons” (Sociedad de las estaciones), dirigida por Louis-Auguste Blanqui, Barbès y Martin Bernard, que mezclaba la propaganda de una sociedad igualitaria y el “putch” (acción armada contra el Estado).

Engels, en su libro “La Guerra Civil en Francia”, hizo un balance de los errores de las posiciones de los blanquistas: “Partían de la idea de que un número relativamente pequeño de hombres resueltos y bien organizados serían capaces, llegado el momento, no únicamente de apoderarse del poder, sino también, desplegando una gran energía y audacia, de mantenerse el tiempo suficiente para lograr arrastrar a la masa del pueblo a la revolución y unirla en torno a la pequeña tropa directriz. Para ello, era necesario ante todo la más estricta centralización dictatorial de todo el poder en manos del nuevo gobierno revolucionario”. Esto para mostrar los errores de la naciente Liga dos Justos.

El 12 de mayo de 1839, las sociedades secretas francesas lanzaron un golpe de Estado contra la monarquía y en defensa de una república social. En esta acción se incorporó la Liga de los Justos, y también le costó el peso de la derrota. Engels, en su balance, lo expresó así: «El 12 de mayo de 1839, las Sociedades obreras secretas, dirigidas por Barbès y Blanqui, desencadenaron una insurrección, que fue inmediatamente ahogada en sangre, y condujo a la detención de los conspiradores». Dos de los diigentes de la Liga de los Justos, Karl Schapper y Heinrich Bauer, fueron arrestados y luego expulsados, uniéndose a Joseph Moll en Londres, donde se convirtieron en el núcleo central de la Liga.

En un artículo, «Para la historia de la Liga de Comunistas», publicado el 8 de octubre de 1885, Engels mostró su admiración por estos tres dirigentes de la Liga. “Schapper … miembro de la conspiración organizada por Georg Büchner, participó, el 3 de abril de 1833, en el asalto a la comisaría de Frankfurt, huyó al exterior y participó en la marcha de Mazzini sobre Saboya, en febrero de 1834. Gigante de figura, resuelto y enérgico, siempre dispuesto a poner en riesgo la existencia civil y la vida, era el modelo del revolucionario profesional tal como, en los años treinta, desempeñó un papel. (…) Precisamente por eso, su pasión revolucionaria chocaba a veces con su inteligencia; pero después advertía su error y sabía reconocerlo abiertamente. Era un hombre íntegro, y lo hecho por él para la fundación del movimiento obrero alemán nunca será olvidado”. En relación con el zapatero, Bauer, «un hombrecito vivo … cuyo pequeño cuerpo, sin embargo, contenía tanto de astucia como de decisión«. En el caso del relojero Moll, destacó: «un hombre que estaba a la altura de sus dos compañeros en energía y decisión, pero que superaba espiritualmente a ambos… era accesible a la compresión teórica«. Sin embargo, esta admiración por el coraje y la decisión no eximió a Engels de criticarlos por la falta de preocupación teórica, lo que dificultaba superar los perjuicios de las sociedades secretas.

Engels conoció  a los dirigentes de la Liga de los Justos en 1843, en Londres. Periodo en el que estuvo en Inglaterra, particularmente en Manchester, entrando en contacto con militantes del movimiento obrero inglés, y trabajando en la preparación del libro «La situación de la Clase Obrera en Inglaterra«, escrito entre 1842 y 1844. En esta publicación, pudo exponer la tragedia en el que vivían los explotados, en un país de capitalismo industrial, y el papel revolucionario que correspondía al proletariado. Un trabajo que implicaba observar las condiciones de la miseria de la clase obrera y las duras consecuencias de la explotación capitalista. Para eso, necesitaba estudiar todo lo que se había escrito sobre los asalariados modernos, lo que le permitió cuestionar el comunismo igualitario de la Liga de los Justos. No es casualidad que Lenin, en su biografía sobre Engels, lo colocara como pionero en separar el dolor que sufría el proletariado del papel que le correspondía a esta clase, en su emancipación y la de todos los oprimidos.

El contacto que tuvo con los dirigentes de la Liga, sin embargo, le provocó una admiración, que se expresó de esta manera: “primeros proletarios revolucionarios que vi (…) nunca olvidaré, con todo, la imponente impresión que me dejaron estos tres hombres auténticos”.  La invitación a unirse a la Liga no fue aceptada en ese momento por Engels, debido a las enormes diferencias políticas, teóricas y organizativas. Desde Londres, la Liga se expandió, dándole un carácter internacional. Primero, como decía Engels, “aunque limitado, prácticamente por la variedad de nacionalidades de sus miembros, teóricamente por la comprensión de que toda revolución, para salir victoriosa, tendría que ser europea. No fue más lejos de eso; pero la base estaba dada”. El caso es que el lema de la Liga “Todos los hombres son hermanos” ganaba proyección y comenzó a reproducirse en varios idiomas.

En Inglaterra, dos movimientos caminaban en forma paralela y separada. Por un lado, el crecimiento de las Ligas y, por otro, el movimiento político de los cartistas. Engels cumplió el papel de reunir a los cartistas revolucionarios con la dirección de la Liga en Londres. Lo fundamental, en ese momento, era que la experiencia negativa con la política del golpe de Estado había quedado atrás, y las viejas formas organizativas, conspirativas, allanaban el camino para el salto en la compresión sobre el partido revolucionario, que se materializaría en el I y II Congresos de 1847.

Cabe señalar que, en el artículo del 8 de octubre de 1885, Engels señaló algunas de las razones que justificaban la doctrina social de la Liga. Entre ellos, el carácter de clase pequeñoburguesa de sus miembros. Si bien se les consideraba obreros, en realidad eran artesanos, que mantenían relaciones de explotación distintas a las de los trabajadores industriales. Por lo tanto, la explotación vino de un pequeño maestro y existía la aspiración de convertirse también en pequeños maestros. Caracterizó, de la siguiente manera, “no siendo ellos mismos todavía plenamente proletarios, sino sólo un apéndice, en transición al proletariado moderno, de la pequeña burguesía, un apéndice que todavía no estaba en oposición directa a la burguesía, es decir, al gran capital«. Se trata, por tanto, de una caracterización basada en las relaciones económicas, que aún no habían destruido todos los resquicios de la antigua sociedad feudal.

A medida que avanzaba el capitalismo, la comprensión del factor económico determinante comenzó a tomar forma dentro de la Liga de los Justos. Tras estas primeras formulaciones, Engels estuvo personalmente con Marx, en 1844, aunque tuvo contacto a través de cartas. En la narración de este encuentro, Engels expresó el acuerdo de que era necesario explicar “la política y su historia a partir de las relaciones económicas y su desarrollo, y no al contrario”, marcando el inicio del trabajo común entre ellos. Sin embargo, no dejó de decir que “este descubrimiento, que revolucionó la ciencia histórica, que, como puede verse, es esencialmente obra de Marx, y del que sólo puedo atribuirme una parte muy insignificante, fue, sin embargo, de importancia inmediata para el movimiento obrero de la época”.

 

Solo tres años después, Engels y Marx se unieron a la Liga. En 1847, Moll, en nombre de los dirigentes de la Liga, convencido de que era necesario romper con las viejas concepciones y formas de conspiración, hizo la invitación, tanto para Marx como para Engels. La aceptación estuvo ligada al compromiso de realizar un Congreso, donde se pudieran expresar las posiciones programáticas del comunismo científico. De inmediato, Marx constituyó, en Bruselas, una comuna de la Liga, y Engels comenzó a actuar en las comunas de París.

En el comunicado de convocatoria al Congreso, la junta indicó la importancia de redactar una «breve profesión de fe». Traje tres preguntas que deberían ser utilizadas para las discusiones en todas las partes donde se implantaron las Ligas, y que las discusiones deberían ser publicadas para que todos conozcan las diferentes opiniones. Estas son: “1) ¿Qué es el comunismo y qué quieren los comunistas? 2) ¿Qué es el socialismo y qué pretenden los socialistas? 3) ¿Cómo se puede establecer el comunismo de la manera más rápida y sencilla posible? ” El segundo comunicado, fechado en febrero de 1847, dice: “Los tiempos son cada vez más difíciles. Necesitamos hombres fuertes y no locos y soñadores, esos que, en lugar de maldecir la miseria de la humanidad, blandiendo la espada, no saben más que derramar lágrimas … ”. Lo que muestra cierta desesperación ante las confusiones teóricas que aún persisten dentro de las Ligas.

Engels jugó un papel clave en el I Congreso, celebrado en Londres, en junio de 1847. Marx, impedido por sus condiciones económicas, no pudo estar presente. Algunas decisiones evidenciarían la concordancia con Engels. Entre ellos, la «carta circular», que justificaba el cambio de nombre de Liga de los Justos a Liga de Comunistas. Decía: «Nos distinguimos, no por defender la justicia en general (…), sino por repudiar el régimen social existente y la propiedad privada». El antiguo lema “Todos los hombres son hermanos” fue reemplazado por “Proletarios de todos los países, uníos”, aparecido en la recién creada Revista Comunista, de septiembre de 1847. También se presentó una nueva propuesta de estatutos, cuya decisión final quedaría en manos del próximo Congreso.

Dos grandes discusiones marcaron los cinco meses que separaron el 1º y 2º Congresos. La discusión del “Proyecto de Profesión de Fe Comunista” y los Estatutos. En septiembre, el Comité Central de la Liga envió el Proyecto. Engels, en la reunión del comité de distrito de París el 22 de octubre, criticó duramente el proyecto. Esto lo llevó a escribir otro Proyecto, que se denominó “Principios Básicos del Comunismo”, que sirvió de base para el programa de la Liga de Comunistas, materializado en el Manifiesto del Partido Comunista. Días antes del II Congreso, Engels envió una carta a Marx, donde dice: “Creo que sería mejor abandonar la forma de catecismo y llamar la cosa así: Manifiesto Comunista. Como es preciso hacer un relato histórico de cierta extensión, la forma que ha tenido hasta ahora es bastante inapropiada. Llevaré conmigo lo que he hecho aquí (…) Comienzo así: ¿Qué es el comunismo? Y luego voy derecho al proletariado: la historia de su origen, su diferencia con obreros anteriores, el desarrollo de la contradicción entre el proletariado y la burguesía, las crisis, los resultados. Mechado con esto, toda clase de asuntos secundarios, y finalmente la política de partido de los comunistas, en la medida en que pueda hacerse pública”. Engels se refería al encuentro que tendría con Marx, el 27 de noviembre, desde donde irían juntos al Congreso.

Los “Principios Básicos del Comunismo” se realizaron en forma de preguntas y respuestas. Fueron 25 preguntas, que se pueden agrupar en temas: 1) comunismo; 2) el proletariado; 3) la posición de los comunistas hacia la familia, las nacionalidades, la religión y la política de partido de los comunistas. Engels abrió el documento respondiendo a la primera pregunta, diciendo que » El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado«. Sobre el proletariado, formuló varias preguntas, que van hasta la 13º, comenzando por la definición: “El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; (…) el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX”. Luego, caracterizando su nacimiento, las condiciones en las que se realizaba la venta del trabajo del proletariado a la burguesía, las diferencias entre proletariado, esclavo y artesano y las consecuencias de la revolución industrial, y la división de la sociedad en burgueses y proletarios. Las preguntas de la 14º a la 20º tratan sobre el nuevo orden social, condensado en la formulación: “La supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y más característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la planteen con razón como su principal reivindicación”. Luego, se refiere a la forma en que se abolirá la propiedad privada, diciendo que no será pacífica, sino a través de la revolución. Y concluye este tema con la pregunta: «¿Se puede hacer esta revolución en un solo país?» La respuesta es no. “La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. (…) La revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania”. Las últimas preguntas muestran las consecuencias del nuevo orden comunista en la familia, las nacionalidades existentes, la actitud hacia las religiones y el comportamiento de los comunistas hacia otros partidos. De estas 25 preguntas, tres quedaron sin respuesta. Posteriormente, Engels precisó la respuesta a la segunda pregunta, que decía: “El proletariado es la clase de sociedad que retira su subsistencia únicamente de la venta de su trabajo …”, reemplazándola por “El proletariado es la clase de la sociedad que retira su subsistencia únicamente de la venta de su fuerza de trabajo …”. Los “Principios Básicos del Comunismo”, por lo tanto, fueron el rechazo de las viejas concepciones, que todavía se manifestaban en el “Proyecto de Profesión de Fe Comunista”.

El II Congreso, del 29 de noviembre al 8 de diciembre, contó con la presencia de Engels y de Marx, y fue decisivo para la Liga de los Comunistas. Se aprobaron los estatutos, que llevó la firma de Engels y Schapper. Contiene, en el 1er artículo, su objetivo estratégico. «La finalidad de la Liga es el derrocamiento de la burguesía, la instauración del régimen proletario, la abolición de la vieja sociedad burguesa, basada en los antagonismos de clases, y la creación de una nueva sociedad, sin clases ni propiedad privada». El artículo 5 determinaba las formas organizativas «La Liga está organizada por Comunas, Círculos, Círculos directivos, Comité Central y Congresos«, centralizada por el Comité Central, un poder ejecutivo sobre toda la Liga, y sometida al Congreso. Como debe ser, las precauciones de seguridad se presentan en algunos artículos, como el 9, “Las Comunas no deben conocerse, ni mantener correspondencia entre sí”. Otro aspecto está relacionado con el autofinanciamiento, siendo el Congreso el encargado de decidir la cuota mínima que debe aportar cada miembro de la Liga, la mitad de la cual debe ir al Comité Central y la otra parte a los Círculos o Comuna. Estos tres pilares de los estatutos – estrategia, organización y autosustentación – formaron la base de un partido comunista, que apareció bajo el nombre de Liga de Comunistas.

Los movimientos revolucionarios de 1848 sirvieron de prueba de fuego para la Liga de Comunistas. Engels explicó: “Con el 13 de junio en París, con la derrota de las insurrecciones alemanas de mayo y la represión de la revolución húngara por los rusos, terminó un gran período de la revolución de 1848. Pero la victoria de la reacción no era de ningún modo definitiva. Era necesaria una reorganización de las fuerzas revolucionarias dispersas y, por tanto, de la Liga ”. Correspondió a Marx y Engels redactar el “Mensaje del Comité Central de la Liga, marzo de 1850”, haciendo balance del desempeño de la Liga de Comunistas durante la oleada revolucionaria de 1848 y 1849, pidiendo su reorganización. Esta es:

“En los dos años de la revolución, 1848 y 1849, nuestra Liga se ha acreditado por dos conceptos. Uno es que sus miembros han tenido una enérgica participación en el movimiento, en todas partes, destacándose en la vanguardia de la única clase decididamente revolucionaria, el proletariado, lo mismo en la Prensa que en las barricadas y en los campos de batalla. Pero la Liga se ha acreditado, además, al demostrarse que su concepción del movimiento, tal como había sido expuesta en las circulares de los congresos y del Comité central durante el año 1847 y en el Manifiesto Comunista, era la única acertada, y al cumplirse en toda la línea las esperanzas formuladas en esos documentos, consiguiéndose que las ideas acerca de la situación social de hoy, que en un principio sólo mantenía la Liga en secreto, anden ya en labios de los pueblos y se prediquen en la plaza pública. Pero, al mismo tiempo, los acontecimientos vinieron a relajar considerablemente la antigua y sólida organización de la Liga. Una gran parte de sus miembros, al intervenir directamente en el movimiento revolucionario, creyó pasada la época de las sociedades secretas y suficiente la actuación pública. Los círculos y comunas dejaron languidecer y apagarse poco a poco sus relaciones con el Comité central. Y así, mientras que el partido democrático, el partido de la pequeña burguesía alemana, se organizaba más y más, el partido obrero perdía su único asidero firme, se mantenía organizado a lo sumo en alguno que otro sitio para fines locales, y se veía, por tanto, bajo el movimiento general, arrastrado por completo a la dirección y mediatizado por el caudillaje de los demócratas pequeñoburgueses. Urge poner fin a esta situación y restablecer la independencia del movimiento obrero. El Comité central, consciente de esta necesidad, envió a Alemania, durante el invierno de 1848 a 1849, a un emisario, José Moll, para acometer la reorganización de la Liga. Sin embargo, la misión encomendada a Moll no produjo grandes frutos, en parte porque los obreros alemanes de entonces no habían reunido todavía suficiente experiencia, y en parte porque vino a interrumpirla la insurrección del pasado mayo. El propio Moll hubo de empuñar el fusil, ocupó su puesto en las milicias de Badén y el Palatinado y cayó luchando en el encuentro junto a Murp el 19 de junio. La Liga perdió en él a uno de sus afiliados más viejos, más activos y seguros, pues Moll había intervenido activamente en todos los congresos y comités centrales y desempeñado con gran éxito toda una serie de misiones. Después de la derrota de los partidos revolucionarios de Alemania y Francia en julio de 1849 han vuelto a congregarse en Londres casi todos los miembros del Comité Central, completándose con nuevos elementos revolucionarios y afrontando con renovado celo la obra de reorganización de la Liga”.

El balance de la ola revolucionaria y el pronóstico de Marx y Engels de la nueva etapa de la situación política y la lucha de clases provocaron divergencias, que se materializaron en la escisión de la Liga de Comunistas. La facción liderada por Willich y Schapper rompió con las posiciones de Marx y Engels, permaneciendo en Londres. El otro, bajo la dirección de Marx y Engels, constituyó un nuevo Comité Central, con sede en Colonia.

En noviembre de 1851, el gobierno alemán (prusiano) inició el juicio de Colonia, que costó la condena de los líderes de la Liga. Marx narró este juicio en el artículo “Revelaciones sobre el Proceso de los Comunistas en Colonia”, mostrando las calumnias y falsificaciones armadas para criminalizar la dirección de la Liga. Esta brutal represión terminó por disolver el embrión del partido comunista alemán. La reanudación de la organización del proletariado se produjo con la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores (I Internacional) en 1864.

Concluimos nuestro homenaje a Engels destacando el hito de la historia de la clase obrera mundial, que fue el Manifiesto Comunista, de 1848. Y nada mejor que reproducir lo que dijo Engels en el prefacio de la edición alemana de 1883.

“Desgraciadamente, tengo que firmar solo el prefacio de esta edición. Marx, el hombre a quien la clase obrera de Europa y América debe más que a ningún otro, reposa en el cementerio de Highgate y sobre su tumba verdea ya la primera hierba. Después de su muerte ni hablar cabe de rehacer o completar el Manifiesto. Creo, pues, tanto más preciso recordar aquí explícitamente lo que sigue.

La idea fundamental de que está penetrado todo el Manifiesto -a saber: que la producción económica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada época histórica, constituyen la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época; que, por tanto, toda la historia (desde la disolución del régimen primitivo de propiedad común de la tierra) ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo social; y que ahora esta lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime (la burguesía), sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre, a la sociedad entera de la explotación, la opresión y las luchas de clases-, esta idea fundamental pertenece única y exclusivamente a Marx”.

El trabajo incesante de Engels estaba indisolublemente ligado al de Marx. De modo que el socialismo científico, la lucha por la construcción del primer partido revolucionario y la construcción de la Primera Internacional se deben al esfuerzo y disciplina de la elaboración colectiva. La historia del proletariado se basó en la inmensa capacidad de Engels para comprender las leyes de la historia, que conducen inevitablemente al fin de la sociedad de clases y a su superación por la sociedad comunista. Han pasado 200 años desde el nacimiento de Engels, una época en la que el capitalismo avanzaba hacia su afirmación como sociedad industrial, basada en la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado, y 172 años del Manifiesto del Partido Comunista, una época en la que el proletariado se levantó como clase revolucionaria capaz de gestar socialismo científico.

¡Viva los 200 años del nacimiento de Friedrich Engels!

(nota de MASSAS nº 624 – POR Brasil)

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