Bolivia: Un gobierno incapaz para responder a los problemas del país y una dispersión en las acciones de las masas

El discurso de Arce en ocasión de la celebración del “Estado Plurinacional”, esperado por muchos sectores con algo de esperanza de encontrar respuestas a los graves problemas emergentes de la crisis económica y de la salud, resultó un chasco. Se limitó a repetir su desgatado argumento que ya poco convence a la gente: que el “gobierno golpista” ha destruido en once meses de gobierno lo que el MAS había construido exitosamente durante 14 años, cambiando radicalmente el país y la forma de vida de los bolivianos. Pura impostura, como siempre. El “proceso de cambio”, no ha cambiado nada. Sigue siendo la vieja República burguesa, de la caduca burguesía racista, sirviente del imperialismo, sumida en el atraso, la miseria, con el pomposo nombre de Estado Plurinacional y algunos rostros morenos en el aparato del Estado desarrollando política proburguesa y proimperialista.

Por su vaciedad, la corta alocución presidencial, ha provocado una tormenta de críticas de los politólogos y, los políticos de la vieja derecha, no han perdido la oportunidad de denunciar que ese gobierno no tiene nada que ofrecer al país. En eso no se equivocan, como nada tiene para ofrecer la vieja derecha. Es esta sociedad burguesa, sumida en el atraso y la subordinación a los intereses del imperialismo, la que no puede dar solución al atraso y la miseria.

Todos esperaban que el gurú de la economía sacara de la manga medidas concretas que permitieran seguir una ruta segura para alivianar las necesidades de la gente. Se limitó a la promesa de que, con la llegada de las vacunas en las próximas semanas, se garantizará el fortalecimiento del aparato productivo, base principal de la recuperación económica del país.

Sin embargo, en homenaje a la objetividad, sí existe decepción en grandes sectores de la población porque no ven nada concreto que se hubiera hecho en tres meses de gobierno, pero también hay sectores que aún tienen la esperanzas de que Arce pueda poner en práctica medidas concretas para paliar sus necesidades. No abandonan todavía la idea de que hay que darle tiempo al mago para que pueda desencadenar el conjuro que garantice estabilidad económica y paz social.

Lo dramático es la dispersión en los explotados y oprimidos. No existen objetivos unificadores que puedan hacer el papel de un imán nucleador de las acciones de las masas. Sobresalen las particularidades tan complejas entre sí; cada sector pone en primer plano lo suyo sin tomar en cuenta que para los otros no es precisamente la respuesta esperada. Eso ha ocurrido en el último conflicto en torno al problema del diferimiento del pago a los bancos tanto del capital como de los intereses. Los transportistas, el sector más aguerrido, logró paralizar el país por un día, pero ha sido dividido por el gobierno; la burocracia masista aún ha tenido la capacidad de maniobrar aislando a Chuquisaca y Potosí, dejándolos solos en su último paro; los otros cuentapropistas (comerciantes y pequeños productores), debido a sus propias limitaciones y particularidades no han podido incorporarse efectivamente a la primera movilización de los transportistas. Los mineros del sector nacionalizado permanecen silenciados con el desembolso de los diez millones de dólares para Huanuni y Colquiri, aunque ese monto no signifique nada para la rehabilitación de esas empresas y aunque el estaño hubiera subido al precio expectable por encima de diez dólares la libra fina; los fabriles, a pesar de los intentos de su unificación en la lucha contra los despidos, siguen entrampados en el legalismo; el magisterio que durante la pandemia ha seguido percibiendo sueldos no supera el terror a la pandemia, etc.

Estamos viviendo un período caótico en el que los diferentes sectores siguen enfrentados en la disyuntiva de morir de hambre o por la pandemia. Las proyecciones que lanzan los equipos científicos de los médicos muestran un panorama sombrío, señalan que a fines de febrero y durante marzo, la segunda ola de contagios que ya estamos viendo, será dramática porque dejará una mayor cantidad de muertos que la primera ola. Las proyecciones científicas señalan que en junio, julio y agosto estará vigente una tercera ola. Estos anuncios son recibidos de diferente manera por los sectores, la mayoría que ya no soporta el hambre desafía el peligro para atender sus necesidades; sólo los privilegiados que tienen alguna grasa para soportar la crisis económica pueden autoconfinarse.

La tarea del momento es cómo superar ese estado de dispersión; de esto depende que los explotados y oprimidos del país puedan encontrar los canales que les permitan retornar a la confianza en sus propias fuerzas (acción directa) para enfrentar a un gobierno que sistemáticamente está cargando la crisis económica sobre las espaldas de los bolivianos.

 

(De MASAS nº 2635 – POR Bolivia)

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