¡Solo desde abajo podemos conseguir mejoras!

(Agrupación Emilio Tomasín – Enero 2021)

 

En 1975, cuando los metalúrgicos éramos considerados la aristocracia obrera, cuando marcábamos las negociaciones salariales para arriba, el valor hora de un oficial por convenio era el equivalente a dos kilos de cuadril. Hoy ese mismo oficial no llega a medio kilo de ese corte tan escaso en la mesa familiar en el país de las vacas.

 

¿Qué pasó desde entonces?

Pasó que desde aquella época para acá, dictadura y gobiernos de turno, han aplicado políticas de rebaja salarial constante y en dos grandes períodos, menemismo y macrismo, las clases empresarias han avanzado en el ataque y achique de nuestras condiciones de vida. Hoy, con el paraguas de la pandemia, esa clase parasitaria ha redoblado el ataque y profundizado el achique de nuestros sueldos. En menos de 50 años han pulverizado nuestra calidad de vida. Sueldos de hambre que obligan a jornadas agotadoras, ya sea con horas extras cuando las hay o con alguna changa fuera del laburo.

La categoría más baja de nuestro gremio, el ingresante, está en 32 mil pesos mensuales en mano. ¿Quién puede vivir con esto? Incluso la categoría más alta, oficial múltiple superior, no llega a los $50.000 mensuales, apenas un alivio de un par de días. De este modo, todos somos pobres con sueldos miserables y doble explotación.

 

¿Y el sindicato?

Las direcciones sindicales han sido cómplices e indispensables para garantizar el robo salarial. En el tándem EMPRESARIOS–SINDICATO–GOBIERNO las direcciones traidoras fueron las que firman, pero además las que atan de pies y manos a los trabajadores, negándose a levantar un plan de lucha para pelear por salarios o dejan solos y aislados a los compañeros que pelean para enfrentar los ataques patronales, despidos, atrasos en los pagos, persecuciones y un largo etcétera. Ellos son la garantía de la “paz social” frente a la carestía de vida. Dejaron pasar 9 meses de retroactivo salarial, entregando dinero que nos hace falta. Eso sí, de la tajada de obra social y el aporte sindical nunca se olvidaron.

 

¿Cómo cambiar las cosas?

Si algún compañero cree que el sindicato o las direcciones que hoy dirigen el gremio van a conseguir alguna recuperación salarial, está equivocado. Estas direcciones han demostrado durante años que trabajan para los empresarios y las políticas de ajuste de los gobiernos.

Ni una sola palabra frente a la escalada de precios, los despidos, las maniobras patronales, la precarización laboral, sobrecarga de tareas, rotación del personal para cubrir puestos, el aumento de la productividad que no es otra cosa que aumento de la explotación.

Tenemos que tomar en nuestras manos la tarea de organizar el reclamo de aumento de salarios. Organizarnos en cada fábrica, en cada taller para sumar voluntades y unirnos alrededor de un solo reclamo: SALARIOS IGUAL A LA CANASTA FAMILIAR para que ningún metalúrgico gane menos de lo que se necesita para vivir dignamente. Empezar hablando entre nosotros, los compañeros de más confianza, juntarnos con los de otra fábrica que también ven como cae nuestra calidad de vida y quieren organizarse para buscar otro camino y no dejar en manos de nuestros verdugos la decisión de nuestros derechos. Empezar a perder el miedo y juntarnos para hacernos oir y pelear por lo nuestro, decidir entre todos, desde abajo como reclamar y pelear por salarios justos y enfrentar la precarización laboral que impulsan de facto. Ellos ganan millones con o sin pandemia. Ahora nos toca a nosotros.

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