El FMI alerta sobre un ascenso de la lucha de clases
El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un documento, en el que afirma que, una vez superada la pandemia, aparecerá un cuadro de agravamiento de las protestas y levantamientos de las masas.
En el texto «Cómo las pandemias conducen a la desesperación y al malestar social«, publicado en octubre de 2020, los autores (Tahsin Saadi Sedik y Rui Xu) utilizan estadísticas para demostrar que, en los próximos dos años, los conflictos sociales crecerán y provocarán convulsiones políticas. Señalan que “las epidemias severas que provocan elevada mortalidad aumentan el riesgo de disturbios y manifestaciones antigubernamentales”.
Los “técnicos” del FMI analizaron 11.000 conflictos sociales, relacionados con catástrofes y pandemias, considerando los conflictos en varios países desde 1985 para construir lo que ellos llaman el Índice de Tensión Social Reportada (“Reported Social Unrest Index” o RSUI”).
Los autores encontraron que “los eventos pandémicos generan un riesgo significativamente alto de desorden civil después de 14 meses”, como sucedió con el ébola (2014 y 2016), que resultó en “un aumento de la violencia civil de más del 40% después de un año”. Y cuyas repercusiones sociales y políticas se extendieron “varios años después”. Las mismas conclusiones se ven reforzadas por un informe de enero de este año, que señala la existencia de «una relación positiva entre los estallidos sociales» con las pandemias (Barrett y Chen), a partir de artículos de prensa, registros documentales e históricos, bases de datos estadísticos y proyecciones matemáticas.
En el contexto del auge de las luchas obreras y populares que se ha producido en los últimos meses de 2020, el «pronóstico» presentado por el FMI es una advertencia a la burguesía de la inevitabilidad de la lucha de clases, cuya base material y objetiva se encuentra en las contradicciones entre la miseria a gran escala, por un lado, y la concentración gigantesca de riqueza por parte de una minoría ultra-rica, por el otro. No es casualidad que el documento señale que las pandemias crean “un círculo vicioso, en el que el crecimiento más lento, el aumento de la desigualdad y el malestar social se refuerzan mutuamente”. Esto se debe a que las pandemias ponen de relieve “las fracturas que ya existen en la sociedad”. De modo que, con las epidemias “durante mucho tiempo, aumenta la frecuencia de los brotes sociales”, así como “el riesgo de disturbios y manifestaciones”.
Por eso, “Desde la plaga de Justiniano en el siglo VI y la Peste Negra del siglo XIV hasta la gripe española del 1918, la historia está llena de ejemplos de epidemias que tienen fuertes repercusiones sociales: transforman la política, subvierten el orden social y provocan estallidos sociales”. Ciertamente, las pandemias, por muy graves que sean, no son la causa real de los trastornos y transformaciones económicas y sociales. Las plagas mencionadas convergieron con el agotamiento del régimen esclavista y feudal, por un lado. Y con el auge de la gran industria y la lucha proletaria, que sigue a la fase de descomposición imperialista del capitalismo, por otro lado
Como puede verse, los levantamientos de masas que el FMI espera que estallen en el próximo período están determinados en última instancia por la etapa de desarrollo de las contradicciones económicas y sociales, en el marco de un modo de producción históricamente condicionado. La crisis sanitaria mostró el rostro real de las relaciones sociales de producción y propiedad capitalistas. La violencia de las contrarreformas anti-nacionales y anti-populares, el avance del desempleo y la miseria a gran escala, en medio de una pandemia, demostraron que la “unidad nacional” de las clases para combatir el virus no era más que una política ideológica, con el objetivo de crear condiciones para garantizar las ganancias monopolísticas, a costa de destruir las condiciones de vida de las masas y rebajar brutalmente el precio de la mano de obra, sin que las masas puedan reaccionar de manera organizada a los brutales ataques.
La camisa de fuerza de la gran propiedad privada de los medios de producción y las trabas de las fronteras nacionales, detrás de los cuales las fracciones monopolistas luchan por la conquista de los mercados de vacunas, demuestran que no hay forma de dar solución a la crisis pandémica, garantizar la vacunación universal y las condiciones de salud y bioseguridad de los oprimidos; así como aplicar los recursos científicos y técnicos adquiridos (entre ellos la técnica hospitalaria avanzada y la industria farmacológica) de forma racional y centralizada, con el objetivo de preservar la vida y las condiciones físicas de las masas explotadas, mientras permanece en pie la sociedad dividía en clases.
Son estas contradicciones las que subyacen a las revueltas de las masas mundiales, que atormentaron a la burguesía en 2020. Mostraron que es posible romper con la política burguesa de aislamiento social y desarrollar métodos de lucha de clases para defender sus demandas inmediatas y de emergencia. Esto es lo que sucedió con las masivas protestas contra la violencia policial y el racismo en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, entre otros países. A su vez, las huelgas obreras que estallaron en Francia, Estados Unidos, Indonesia e India, así como en Brasil, son testigos del ascenso de la clase obrera mundial en defensa de sus conquistas y demandas. Señalaron de esta forma que, a pesar de los riesgos reales de contagio, los explotados se ven obligados a recurrir a la lucha para frenar la barbarie social que se está extendiendo.
El problema de los problemas radica en el hecho de que las masas dejan la pandemia profundamente divididas y cargan sobre sus hombros la miseria, el hambre, el desempleo y la violencia estatal desatada para aplastar su rebelión instintiva. Son consecuencia de la traición de sus direcciones sindicales.
La vanguardia con conciencia de clase tiene la tarea inmediata de vincular la lucha por las reivindicaciones de emergencia a la lucha por la transformación de la gran propiedad privada en los medios de producción en propiedad social y constituir fracciones revolucionarias dentro de las organizaciones de masas. De esta forma, los explotados podrán salir de la pasividad, romper con el corporativismo, pasar por encima del aparato de la burocracia sindical, impulsar el instinto de rebelión de los oprimidos, conquistar su independencia política y avanzar en la lucha contra la burguesía y sus gobiernos.
Es en la lucha firme, consecuente y permanente por superar la crisis de la dirección revolucionaria, forjando verdaderos partidos revolucionarios, marxista-leninista-trotskista, que las masas asumirán la estrategia de la revolución y dictadura proletarias, para acabar con el capitalismo putrefacto.
(nota de MASSAS nº 630 – POR Brasil)