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Se cayó la máscara de Biden

El 25 de febrero, Estados Unidos bombardeó posiciones de las milicias pro iraníes en el este de Siria. Según Biden, los ataques tenían como objetivo proporcionar una «respuesta firme» a los continuos ataques de las milicias chiítas contra bases militares estadounidenses en Irak, que a su vez constituyeron una respuesta al asesinato del general iraní Soleimani por parte de la administración Trump.

El gobierno de Irán calificó la acción como una «violación del derecho internacional» y «de la soberanía e integridad territorial de Siria«. Rusia condenó a Estados Unidos por no avisar con anticipación sobre los ataques aéreos, como lo exigen los acuerdos firmados para evitar «conflictos no deseados». Mientras tanto, la ONU y los gobiernos europeos vieron el bombardeo con los brazos cruzados. No había forma de condenar la acción sin crear fricciones con el nuevo gobierno demócrata. Callarse ante la acción unilateral y belicista de Biden es el precio a pagar para reanudar los lazos diplomáticos y económicos rotos por Trump.

La retórica multilateralista de los demócratas se desvaneció en el aire. Biden y Kamala Harris tiraron al tacho de basura las críticas al unilateralismo de Trump, sobre el rompimiento el Acuerdo Nuclear con Irán y el bombardeo a Siria en abril de 2017. Estaba claro, por lo tanto, que la derrota electoral de Trump no cambiaría sustancialmente el curso de la política exterior de Estados Unidos hacia Oriente Medio. Esta es trazada por el capital financiero y atraviesa a los distintos gobiernos, ya sea demócrata o republicano. El hecho solo puede tomarse como una señal de que Biden tiene la intención de mostrar internamente a Estados Unidos con mano firme. Pero, la burguesía estadounidense exige, apoyada por la vasta clase media afectada por la crisis, respuestas internacionales que protejan su economía de la regresión y desintegración.

No hay forma de que el imperialismo permita las aspiraciones iraníes de mantener la soberanía de su programa de desarrollo nuclear. Ni abandonar o enfriar el objetivo de derrocar a los gobiernos nacionales que frenan el expansionismo monopolista estadounidense en la región. De hecho, los bombardeos ordenados por Biden indicaron que el restablecimiento del acuerdo entre las potencias e Irán será abortado, incluso antes de que comiencen las conversaciones diplomáticas.

La continuación de las tendencias bélicas demuestra que no hay forma de que la fracción más poderosa del capital financiero pueda salir del callejón sin salida de la caída de las ganancias y la crisis de la sobreproducción, sin una violenta ofensiva contra las masas y naciones oprimidas. En la base de esta ofensiva está el agotamiento del reparto del mundo, que tuvo lugar en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y eso ahora se combina con el agotamiento del proceso de restauración capitalista en Rusia y China, que imperaba desde la década de 1970.

Es por esto que Oriente Medio, así como África y América Latina, son hoy el principal foco de conflictos mundiales, en los que Estados Unidos comienza a chocar con las burocracias y oligarquías burguesas rusas y chinas, que buscan extender sus intereses comerciales, industriales y militares.

Solo los cínicos podían creer que Biden llevaría a cabo las palabras de que presionaría por una política exterior de ruptura con el nacional-chovinismo trumpista, de cooperación y de paz. Los primeros pasos del demócrata son en el sentido de reconstituir la alianza imperialista, dirigida contra China y Rusia. La reanudación de los ataques en Siria fue una advertencia a Rusia de que Estados Unidos no tolerará el crecimiento de la influencia rusa en la región del conflicto.

Derrotar al intervencionismo y expulsar a Estados Unidos de Oriente Medio y de todos los países oprimidos depende de proyectar la lucha antiimperialista y anticapitalista de las masas oprimidas. Por eso no es posible descuidar, desconocer u ocultar la urgencia de la tarea de construir partidos revolucionarios –marxista-leninista-trotskista– sin los cuales las masas no podrán derrotar a los gobiernos sirvientes y acabar con la opresión imperialista en las naciones oprimidas.
(Nota de MASSAS nº 630 – POR Brasil)

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