Docentes: es urgente organizarnos desde las escuelas para decidir cómo enfrentamos la nueva ola de la pandemia
Somos los trabajadores de la educación los que tenemos que evaluar cuáles son las condiciones necesarias para garantizar las clases presenciales, si se suspenden o no y por qué tiempo. El camino es por medio de las asambleas en los lugares de trabajo y del sindicato. No podemos dejar esta decisión en manos de los gobiernos ni de la burocracia, todos han dado sobradas muestras de que su compromiso no es con la salud sino con los intereses del gran capital.
La cuestión del transporte es un problema central por los amontonamientos que se producen en todo el sistema saturado. Estamos entrando en una situación extremadamente delicada por el nivel de contagios, debemos responder a la situación concreta hoy y responsabilizando a los gobiernos porque no han aprovechado este año para garantizar las mejores condiciones para trabajar y para trasladarnos.
Para garantizar las condiciones edilicias hay que expropiar e incorporar al sistema público a todas las instituciones privadas. Es la única forma que tenemos para saber cuántas más aulas o escuelas se necesitan. Sabiendo exactamente la cantidad de alumnos, cantidad de docentes y no docentes, cantidad de aulas y espacios para desarrollar las clases. La no presencialidad planteada desde un puñado de gremios deja a la deriva a los cientos de miles de trabajadores de establecimientos privados que son extorsionados con ir.
El reclamo de suspensión de clases presenciales como un principio inconmovible desprecia la situación de las familias de nuestros alumnos que tienen que salir a trabajar y enfrentar la pandemia para poder comer, y al mismo tiempo descuida la situación de los propios docentes que desde el año pasado quedaron desocupados o subocupados debido a la suspensión de los actos públicos, que también deberán combinar la presencialidad para poder garantizar su transparencia.
La suspensión inmediata de la presencialidad también entra en contradicción con las convocatorias que diversas agrupaciones integrantes realizan cuando convocan a movilizarnos frente a gobernación o a los consejos escolares. Así mismo las asambleas pierden legitimidad cuando se convoca de manera virtual. Necesitamos encontrarnos en nuestros lugares de trabajo para poder discutir y elaborar los mandatos y organizar el plan de lucha desde las bases.
La presencialidad nos permite vincular a toda la comunidad educativa, entre docentes, auxiliares y familias; y poder canalizar el descontento para reclamar:
1- Conectividad gratuita y dispositivos electrónicos para estudiantes y docentes.
2- Cursos con no más de la cantidad de estudiantes que establece la normativa, según el nivel, para de esta manera no exceder la alternancia en la presencialidad con más de dos burbujas.
3- Creación de cargos y módulos nuevos. Designar en cada curso una pareja pedagógica para no sobrecargar de trabajo al docente a cargo. (durante el 2020 los docentes que se dedicaban a la virtualidad se veían excedidos en su jornada de trabajo) Aquellos docentes dispensados pueden ser dispuestos a las actividades desde la virtualidad. La particularidad del trabajo manual de los auxiliares dispensados no les permite complementar sus tareas con la virtualidad, pero de todas maneras el estado debe garantizar el funcionamiento de las escuelas enviando suplentes que no sean población de riesgo.
4- Actos públicos presenciales y por zoom para que participen docentes que son población de riesgo.
5- Testeo y vacunación masiva. Solo estatizando toda la salud privada se logrará este objetivo. (el sistema comenzó a colapsar desde los privados).
6- Universalización del Sistema Alimentario Escolar.
7- Desconocimiento de la deuda externa.