La confusión del centrismo en torno al salario
La Canasta Familiar establece lo mínimo que debe percibir todo trabajador para no ser considerado pobre. No es un concepto antojadizo o metafísico, sino algo bien terrenal. Debe asegurar el acceso a la vivienda, salud, educación, comida, vestimenta, transporte y también, claro está, al ocio. Es decir, debe ser capaz de asegurar las condiciones mínimas para la reproducción de la fuerza de trabajo. La Canasta Familiar, evidentemente, no anula la explotación, solamente la reglamenta.
¿Puede el trabajador vivir con menos de lo que establece la Canasta Familiar? Efectivamente no solo puede sino que es la regla general. La enorme mayoría de la población percibe muy por debajo de esa suma, por lo que su reproducción diaria se hace en peores condiciones, con mayores privaciones, recortando -aquí y allá- las necesidades, manteniendo una miserable existencia.
La izquierda ha perdido la noción de dicho concepto, oscureciendo su real contenido, y por lo tanto, ha desfigurado el mismo hasta convertirlo en una lucha “posibilista”. Es decir, en su renuncia a luchar por la Canasta Familiar (que necesariamente adoptará distintos valores de acuerdo a las particularidades regionales del costo de vida) muestran como contrapartida la exigencia de un salario distinto, más asequible a las “posibilidades”… de la burguesía. Esto reviste una clara adaptación a los intereses capitalistas generales y muchas veces a intereses patronales específicos de un sector particular.
No ha sido infrecuente que proclamen salarios mínimos distintos para diferentes sectores obreros. Aunque le asignen el nombre de “Canasta Familiar” están refiriéndose a una otra cosa. Esa renuncia implica una renuncia mucho mayor, que es el abandono a trabajar un combate contra la clase dominante en su conjunto. La lucha política se transforma entonces en colaboración de clases encubierta.
Veamos cómo se plantea entonces el problema, haciendo un pequeño repaso en las prensas del centrismo (mejor dicho, lo poco que quedan de ellas): Néstor Pitrola, dirigente del Partido Obrero, en su artículo intitulado “Segunda Ola: el Estado es responsable” establece confusamente que se debe disponer de “un salario equivalente a la canasta familiar, el 82% y la elevación del salario mínimo a 60.000 pesos”, en tanto que para los desocupados debe ser de $40.000. El texto no ha sido alterado para embrollar su comprensión, sino que esa es la forma en la que el centrismo “clarifica” sus ideas.
Luego en esa misma prensa del 7 de abril del 2021 se encuentra publicado un artículo interesante: “Diez medidas del PO frente a la segunda ola” en el que se establece en su 9no punto el “salario mínimo de $60.000”, lo que a renglón seguido se coloca como “verdadera canasta familiar”. Luego vuelve sobre el “seguro al parado y a todas las personas sin ingresos de $40.000” y “por un aumento de emergencia de $15.000 a los jubilados”, lo que llevaría las jubilaciones mínimas a unos pocos pesos más que $35.000”. Esto es lo que debe percibir un trabajador jubilado para el Partido Obrero.
Sigamos en la misma prensa del 7 de abril, para comprobar que con el centrismo no se puede perder la capacidad de asombro. En una nota sobre las largas filas para realizarse hisopados establece un “seguro al parado de 40 mil pesos mensuales” y la vuelta del IFE. Sería bueno preguntar si su seguro al parado es por familia (como lo era el IFE) o por cada trabajador sin ingresos, como pareciera plantear en otros artículos. Confusión y más confusión en las filas del centrismo.
Pero la nota más interesante de la prensa es el informe especial sobre los comedores populares, en donde informa que el “Plenario Nacional Piquetero” y el “Frente de Lucha Piquetero” establecieron un “seguro universal al desocupado igual a la canasta básica ($58.000)”. Es decir, en la misma prensa (desconocemos si efectivamente circuló impresa o solo en la modalidad virtual como gusta hacer hoy día la izquierda electoralista), en el mismo número, se llega al absurdo de contradecirse, no una sino varias veces, y no lo hace más porque no hay muchas más notas en ese periódico.
¿Cómo siguió el 22/04, en su siguiente número? Fue el turno de Eduardo Salas para escribir la editorial en el que se empecina con el “seguro al desocupado de $40.000” y el reclamo de un “salario mínimo vital y móvil de 60 mil pesos”. Arrastra exactamente el mismo problema. Sofía Hant en su extenso y tedioso artículo sobre la mirada del FMI para con la Argentina finaliza con su “verdadero programa contra la pobreza”. ¿Qué dice este “verdadero” y pretencioso programa? “Salario mínimo de 60.000 pesos”, “seguro al desocupado de 40.000 pesos” y un “aumento de emergencia a los jubilados de 16.000 pesos”. Es decir, en dos semanas reflexionaron sobre lo escaso que sería el aumento de 15.000 pesos, demostrando una mayor empatía al exigir mil pesos más. Que lo ridículo no tape el confuso manejo de ideas.
¿Cómo lo plantea el resto del centrismo? El NMAS plantea en su prensa 588 del 22 de abril que hay que reclamar un salario mínimo de $60.000 para todos los trabajadores. Sin embargo, el 31 de marzo, la tapa de su periódico decía claramente que debían unificarse las luchas en torno a los $70.000. Estos cambios (en este caso, retroceso) se hicieron sin la menor explicación que lo justifique. ¿Se abarató el costo de vida? ¿Eran impracticables los $70.000 y entonces debemos adaptarlo? ¿Habían utilizado la astucia negociadora de pedir más y cerrar en un promedio? Desconocemos el mecanismo operado. Sin embargo, se debe marcar que no se puede sostener algo tan livianamente en la tapa de un periódico (desconocemos si se imprime o no) para rebajarlo en menos de un mes.
La dificultad con el PTS a la hora de rastrear su política se hace evidente cuando no encontramos qué notas obedecen a las posiciones del Partido y cuáles son inherentes de sus “corresponsales”. El haberse diluido en una amplia red de corresponsales significa no poder encontrar una línea coherente de intervención. No era arbitraria la importancia que le otorgaba Lenin a su periódico como estructurador del Partido. Las consecuencias están a la vista.
De todos modos, podemos ver que en Jujuy el reclamo es de $62.280 para “5 integrantes” (¡!). Pero en otros artículos hacen referencia a los $92.928 de ATE-INDEC. Por tanto, más confusión. Y el MST en su periódico del 14 de abril habla de restituir “ya mismo un IFE” pero de $40.000 por mes y un aumento general de salarios de $58.000. Algunos pueden vivir con $40 mil por familia, y otros con una base de $58 mil. Dime a qué sector perteneces y te diré cuánto reclamas.
Veamos por último el periódico de Izquierda Socialista en su editorial del número 496. Allí marca que se necesita un “salario social” de $59.000 ante la negativa de establecer un nuevo IFE. Pero en el periódico 497 sostiene que “para que nadie gane (¡!) menos que el valor de la canasta familiar” hay que luchar por $85.590. Pero el que “perdió sus ingresos” debe recibir $59.000. Hay una contradicción evidente allí, que parece no ser percibida por los militantes de Izquierda Socialista. Aunque intente aproximarse, no comprenden en absoluto el concepto de Canasta Familiar y la unidad entre trabajadores ocupados y desocupados.
¿Cuál es el costo de vida? Esa pregunta queda sin respuesta, o con respuestas contradictorias, lo que es lo mismo que no poder avanzar un solo paso en su comprensión. Y esto vale para todos los partidos que hemos analizado, mayormente en sus publicaciones oficiales. Es evidente que hay una política posibilista en estos planteos y un completo rechazo a los postulados de León Trotsky sobre la escala móvil de salarios y escala móvil de horas de trabajo.
La política de estos partidos va a contramano de las posiciones del Programa de Transición, que aunque hayan leído y estudiado, no han comprendido, y causa un enorme daño y retroceso a nuestra lucha. Han revisado los fundamentos de nuestra teoría, de nuestra táctica y de nuestros métodos. E incluso se han desentendido de las históricas luchas de los trabajadores Aceiteros en diciembre pasado por $93.647 de salario inicial en mano o las que actualmente encabezan los choferes autoconvocados, gritando que no se puede vivir con menos de $100.000 por mes en el bolsillo.
Finalizaremos con esta lección magistral de León Trotsky, no bien comprendida por quienes dicen falsamente ser sus continuadores: “No se trata aquí del choque ‘normal’ de intereses materiales opuestos. Se trata de preservar al proletariado de la decadencia, de la desmoralización y de la ruina. Se trata de la vida y de la muerte de la única clase creadora y progresiva y, por eso mismo, del porvenir de la humanidad. Si el capitalismo es incapaz de satisfacer las reivindicaciones que surgen infaliblemente de los males por él mismo engendrados, no le queda otra que morir. La ‘posibilidad’ o la ‘imposibilidad’ de realizar las reivindicaciones es, en el caso presente, una cuestión de relación de fuerzas que sólo puede ser resuelta por la lucha. Sobre la base de esta lucha, cualesquiera que sean los éxitos prácticos inmediatos, los obreros comprenderán, en la mejor forma, la necesidad de liquidar la esclavitud capitalista”.
(nota de MASAS nº393)