Ante la estampida incontrolable de los precios: Nacionalizar el comercio exterior y expropiar a los terratenientes
Todos los funcionarios, analistas y periodistas coinciden en señalar que el aumento imparable de los precios de los comestibles tiene relación con el aumento de los precios en dólares en el mercado internacional y que a su vez el peso se devalúa continuamente.
La inflación es insoportable. Y los precios que más suben son los de los alimentos. Los salarios y los ingresos de la mayoría se ven licuados permanentemente. Apenas un puñado de trabajadores ha logrado con su lucha que sus ingresos se ajusten de acuerdo a lo que cuesta la canasta familiar. En esta carrera de precios y salarios siempre llevamos las de perder.
El gobierno es responsable. Conoce a la perfección esta situación sin embargo es incapaz de tomar las medidas que corresponde para detener este saqueo de los bolsillos populares. Por un lado porque necesita aumentar las exportaciones, para acumular dólares que le permitan pagar más adelante la deuda externa y por otro porque no está dispuesto a tocar la gran propiedad de terratenientes y exportadores.
No es posible resolver la crisis con los precios de la carne sin “que nadie pierda”. Que no pierdan los terratenientes o frigoríficos exportadores quiere decir que perdemos la mayoría. Pretender conciliar con sus intereses es una utopía que ya conocemos desde hace varias décadas, son intereses contrapuestos e irreconciliables con los nuestros. Resultado: el consumo de carne vacuna por habitante, por año, se derrumbó a 44 kilos. En 2015 era casi 59 kilos, y en 2009 había alcanzado a 69, en la década del ´70 el consumo de carne vacuna había llegado a los 90 kilos. Ese es el ritmo de la destrucción de nuestro poder adquisitivo.
El llamado Acuerdo de Carne no garantiza el acceso al consumidor a precios que podamos pagar. Los supermercados representan solo el 20% de las ventas de carne y el Mercado Federal Ambulante no tiene alcance masivo como para presionar a la baja de los precios, es un mero artificio de propaganda, que genera más bronca en la población.
El precio de la carne sube no solo porque ha crecido su exportación, sube porque la guía para el precio local es su precio internacional en dólares.
En un año el kilo vivo de novillo vacuno tuvo una suba en dólares de 52,14% y en pesos de casi 115%.
Cotización del kilo de novillo vivo | |||
en dólares | en pesos | cotización del dólar | |
AL 29/05/20 | 1,40 | 92,67 | 66,19 |
AL 14/05/21 | 2,13 | 199,13 | 93,49 |
% de incremento | 52,14% | 114,89% | 41,24% |
Un legislador oficialista dice que “no se puede hacer magia” y presentan el problema como un accidente que no se puede evitar, confesando toda la impotencia frente al problema. Pero no se trata de hacer magia, se trata de resolver los problemas estructurales.
Ante el conflicto con los empresarios del sector desde el oficialismo afirman que hay contrabando de ganado, es decir exportaciones que no se declaran; que se declaran precios muy bajos para pagar menos impuestos, que se triangula haciendo ventas a Uruguay u otros países que tienen producción propia, para que empresas de ahí facturen a precios reales a los compradores, que la misma categoría de carne que Brasil vende a China a 4,7 dólares por kilo, en Argentina se declara a 3,3 dólares por kilo –la misma que se declaraba en 2019 a 4,9 dólares-; que demoran en ingresar las divisas de las exportaciones declaradas, etc. Todo esto explica el papel parasitario del sector, pero no ayuda a bajar los precios a un nivel que se pueda pagar.
El oficialismo hace responsable al gobierno de Macri por la desregulación y liberalización del mercado interno y externo de la carne vacuna sin que esa medida hubiera producido un incremento de la producción. Es cierto que esa política ya fracasó en varias oportunidades. El problema se agravó con Macri pero viene de mucho antes. Los 55 millones de cabezas de ganado en el país es hoy la misma que hace 48 años, mientras la población creció un 84%. Hace más de 15 años que la producción para el mercado local permanece estancada, lo que significa que en proporción a la población se ha reducido prácticamente a la mitad.
Y en pocos años la participación de las exportaciones en la producción pasó de 7,7% a 29,1%. Con esa producción estancada, el incremento de la exportación se basó no en mayor producción sino en el menor consumo en el mercado local.
La producción agraria generó estancamiento y desplazamiento de la actividad ganadera, por generar una mayor renta agraria. La sed de ganancia de la oligarquía terrateniente y un puñado de exportadores multinacionales determina qué se produce y dónde, sin importar cualquier otra consideración. Así regula el “mercado”.
En este marco, la tibia suspensión de las exportaciones de carne resuelta por el gobierno, por apenas 30 días, no resolverá ninguno de los problemas.
Aumentar las retenciones un 6% llevándolas al 15% no “desacopla” el precio internacional, como proponen algunos funcionarios, apenas lo reduce en ese porcentaje. Un 6% en el nivel actual de precios es una miseria. No es por la vía de las retenciones que se podrán regular los precios. Tampoco estableciendo cupos a la exportación.
La respuesta ante todos estos problemas debe partir del monopolio estatal del comercio exterior, para poder decidir qué se exporta, cuánto, a quién, a qué precios, para que ingresen todas las divisas al país. Esta decisión ordenará la producción y los precios internos. En esta nota nos referimos a la carne porque está en el centro de los debates. Pero se extiende a todos los productos que se exportan.
Los gobiernos burgueses, que han abandonado las banderas de la soberanía económica y política no resolverán esta tarea esencial de defensa de la Nación.
El programa de la clase obrera no se detiene en la nacionalización del comercio exterior y la banca, plantea la expropiación sin pago del latifundio, terminar con el dominio de 1000 familias que se apropiaron de las mayores extensiones de tierra, para resolver definitivamente que en el país de las vacas y el trigo todos podamos contar con los alimentos necesarios, apropiándonos además de la totalidad de la renta del sector más parisatario.
Sólo la clase obrera acaudillando a todos los oprimidos, con sus propios métodos de lucha podrá imponer es tarea y todas las tareas democráticas y nacionales que la burguesía no llevó ni podrá llevar adelante.
(nota de MASAS nº 394)