Avanza la entrega del Río Paraná
Desde hace varios meses venimos denunciando la mayor entrega de la soberanía nacional que está perpetrando el gobierno. Y repetimos que sólo la lucha de masas, con todos sus métodos de acción directa, puede imponer una medida de defensa nacional frente a las multinacionales. Son valiosas todas las denuncias, toda la militancia alrededor de esta cuestión, todos los pronunciamientos, pero lo único que puede doblegar el poder de las multinacionales es la movilización popular que obligue al gobierno a un cambio de política en este terreno.
Fernández ya descartó que el Estado pueda hacerse cargo del dragado del río Paraná e instruyó al ministro de Transporte, Alexis Guerrera, a prorrogar la actual concesión. El diario La Nación destaca que el “gobernador Axel Kicillof pasó de pedir la estatización de esa vía navegable a reclamar ‘un mayor control del Estado’ en los peajes”.
Todas las semanas se suman nuevos elementos a las denuncias del desmanejo que hacen las agroexportadoras en connivencia con la empresa responsable del dragado del río. La pérdida de profundidad del río obliga a que los barcos deban reducir su carga. En mayo se habrían dejado de cargar cientos de miles de toneladas de trigo, maíz y harina de soja. Para compensar, la concesionaria del dragado apuró el sobredragado para facilitar el tránsito de los barcos con más tonelaje.
Los especialistas denuncian que el sobredragado es un “crimen ambiental” porque compromete seriamente el futuro del Paraná, que ya sufrió una bajante extraordinaria con la sequía en 2020.
Una decisión de semejante importancia no puede quedar en manos de la multinacional belga que opera el dragado, ni de los puertos privatizados, ni de las exportadoras. Es el Estado el que debiera intervenir para evitar un daño mayor al que se pretende reparar.
Por eso es tan importante que, habiendo vencido el contrato con la multinacional belga, sea el Estado el que tome a su cargo la tarea de dragado y balizamiento, porque cuenta con los equipos, el personal, la tecnología para poder operarlo de inmediato.
En el pliego de Bases y Condiciones de la Concesión prorrogada habría una importante cláusula sobre la conformación del órgano de control, que jamás entró en funcionamiento cuya misión era evaluar sedimentos y hacer cumplir las condiciones de profundidad.
Mempo Giardinelli menciona que, muy recientemente, la Asociación de Trabajadores Bancarios del Uruguay denunció “la mayor entrega de soberanía hecha por una autoridad uruguaya en tiempos de paz”.
Con el título “Desde aquí a la eternidad el puerto de Montevideo será de Katoen Natie y pasaremos de la libre competencia a un monopolio privado”, el artículo condena la concesión hecha por el presidente Lacalle Pou, entregando el control de dicho puerto por el exorbitante plazo de 50 años (a partir de 2031 y hasta 2081). Así, el manejo de contenedores en el puerto de Montevideo será impresionante y todo en beneficio de la Katoen Natie. En la nota, se acusa al gobierno oriental porque “desde ahora el puerto de Montevideo no nos pertenecerá”. Katoen Natie es un operador portuario y proveedor de servicios logísticos internacionales de larga experiencia y enorme poder. Fundada en 1854, está presente en 36 países de los cinco continentes, en 2009 contaba ya con 154 plataformas logísticas y emplea a unas 15.000 personas en todo el mundo. Y su sede central está en Amberes, Bélgica.
Qué notable que todo el tránsito de las exportaciones e importaciones de Argentina que surcan el Paraná deban pasar por el puerto de Montevideo. Con multinacionales belgas en uno y otro lado.
En su campaña de defensa del orden colonial el diario La Nación señala que la pelea por la “estatización” de la hidrovía Paraná-Paraguay es la “principal bandera de batalla” del kirchnerismo, que además “apuntan a estatizar puertos”, y que “la presión de la ‘ola de soberanía’ parece recién estar comenzando”, para presionar al gobierno.
La recuperación de la soberanía sobre el Paraná, sobre los puertos, la recreación de la flota fluvial estatal, el Canal Magdalena, deben formar parte de la lucha por la estatización del comercio exterior. La política de la burguesía es de sometimiento a los mandatos del capital financiero. Sus gobiernos pueden tener diferencias en cómo llevar adelante esos mandatos, pero lo esencial es su sometimiento, su política antinacional.
(nota de MASAS nº395)