Intervención de Ramón Basko en el acto por el 86° aniversario del POR de Bolivia
Buenas noches compañeras, compañeros, camaradas, es un gran honor para mí estar presente en este Acto. Nada menos que el aniversario 86 del POR de Bolivia.
Este acto se da en un momento muy especial como recién señalaba AtilIo. Estamos atravesando una tragedia. La humanidad está atravesando una verdadera tragedia, tal vez la mayor desde la Segunda Guerra Mundial.
Y Latinoamérica es la región más afectada con casi 1.300.000 muertos por la pandemia. Pero el horror no se detiene en los resultados de la pandemia. Ha dejado al desnudo el desastre de los sistemas públicos de salud, el avance de la privatización, pero también las precarias condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de los oprimidos. Como veníamos diciendo el virus no atacó a todos por igual. Son aquellos sectores más vulnerables los que viven en las peores condiciones. Aquellos que no pudieron quedarse encerrados en sus casas que no pudieron acatar el aislamiento. Aquellos que padecen el hambre. Aquellos que padecen enfermedades. Esos son los más golpeados los más afectados por el virus y no es solamente el problema sanitario.
En un año la economía ha caído un 20% en toda latinoamérica y esto se ha expresado en un crecimiento enorme de la pobreza y de la pobreza extrema en decenas y decenas de millones de trabajadores de Latinoamérica. No solamente ha crecido la pobreza y la pobreza extrema también crece el hambre en nuestra Latinoamérica.
Los pobres los hambrientos los desocupados crecen por decenas de millones y esto deja el desnudo la incapacidad de todos los gobiernos, la incapacidad de la burguesía para poder atender la salud y las condiciones de vida de las masas esta es la conclusión más importante. Lo que estamos viendo es el rostro de la barbarie del capitalismo, de un capitalismo que se derrumba, que está en descomposición y no solamente no puede resolver los problemas de las masas sino que los agrava.
Es importante conocer la dimensión de la tragedia en todos los órdenes, en el orden sanitario, en la destrucción de los puestos de trabajo, en la precarización del trabajo y las condiciones de vida, porque esto nos va a dar una dimensión del desastre de los gobiernos y cómo avanza la descomposición capitalista, pero más que nada nos da una idea de la magnitud de la traición de las direcciones políticas y sindicales que han atado de pies y manos a los trabajadores para tomar en sus manos la respuesta, con sus propios métodos y con su organización a semejante crisis que se está viviendo y que en medio de la crisis no ha cedido la guerra comercial.
La hemos vivido dramáticamente con el apoderamiento de las vacunas por gran por parte de las grandes potencias y cómo las distribuyen con enormes condicionamientos.
La burguesía y los gobiernos avanzaban en medio de la pandemia con la reforma, con reformas laborales, con el cierre de empresas, con rebajas salariales. Es la política de la burguesía y de sus gobiernos de descargar la crisis sobre las masas, que no se ha detenido. La pandemia es un aspecto de la crisis. Una crisis que había explotado en el 2007-2008 y que la burguesía mundial no ha podido resolver.
En el peor momento para la vida y el trabajo de las masas, la burocracia sindical, las direcciones de los sindicatos, de las centrales sindicales, en toda Latinoamérica se han borrado, se han sumado a las políticas de los gobiernos, han adoptado una política de no realizar asambleas, de no realizar movilizaciones, de no realizar huelgas, de quedarse cada uno en su casa, de esa forma dejar hacer a los gobiernos y atar de pies y manos a los trabajadores. Esta es una política que calificamos de criminal por parte de la burocracia.
Por eso es tan importante cómo las masas se han abierto camino especialmente en estos dos últimos años. Prácticamente no hay país de Latinoamérica que no se hayan producido levantamientos populares, donde las masas, pasando por encima de sus direcciones, han acudido a la acción directa, a su propia organización, para enfrentar las políticas de los gobiernos y este es el problema de los problemas. Cómo este movimiento extraordinario de las masas como el que hemos visto en Chile del 2019 como el que hemos vivido en Ecuador en el 2019, en el levantamiento en Bolivia que provocó la renuncia de Evo Morales, en la actual rebelión en Colombia que también se había potenciado en el 2019.
El problema de los problemas es cómo encuentra la dirección revolucionaria. Muchos dicen, bueno, pero evidentemente, con o sin dirección, igualmente las masas protagonizan luchas de semanas y de meses, luchas radicalizadas que paralizan los países, que voltean los gobiernos, que acorralan a la fuerza de seguridad, que se enfrentan cara a cara con la represión. Sin embargo el problema que aparece una y otra vez en todas estas movilizaciones es la ausencia de dirección revolucionaria, que plantee, que exprese conscientemente, cuál es la perspectiva de esas luchas, que esas luchas solamente pueden coronar con la lucha por el poder, por tomar el poder, por instaurar un gobierno obrero campesino, por transformar ese levantamiento de masas en una verdadera revolución social y qué papel tienen que jugar los revolucionarios en esos levantamientos. El papel que tienen que jugar los revolucionarios es ayudar a las masas a plantear cuál es el programa para desenvolver esa lucha revolucionaria y que tiene que apuntar a terminar con la propiedad privada de los grandes medios de producción. Este problema central de los revolucionarios está ausente de toda la intervención, ya no hablemos de los reformistas, sino también de los centristas, no están planteado el problema de que hay que terminar con los grandes medios de producción para poder desbloquear las fuerzas productivas. Este problema está ausente. La dirección revolucionaria tiene que ayudar en estos movimientos a plantear que el problema central que tiene la lucha política es que hay que terminar con la propiedad capitalista de los grandes medios de producción y transformarlos en propiedad social, transformarlos en propiedad colectiva, en propiedad de todos, esto significa que hay que expropiar al gran capital, que hay que expropiar a los bancos, que hay que expropiar a los terratenientes. Esto significa que tenemos que desconocer la deuda externa. Y también tenemos que plantear con toda claridad de que hay que combatir toda ilusión en la democracia. No es posible la democracia en nuestras semicolonias atrasadas, no es posible conquistar la democracia. Lo que la burguesía no pudo hacer en 150 ó 200 años no lo va a poder hacer ahora. No hay posibilidad de desarrollar o profundizar la democracia. Esta es una utopía reaccionaria. El camino para las masas para conquistar la democracia solamente es por la váa de la revolución social, conquistando el poder. Nosotros planteamos una y otra vez que la trampa en que cae el movimiento de masas, al no contar con una dirección revolucionaria, son las desviaciones hacia el electoralismo, hacia las constituyentes, hacia las elecciones, la imposibilidad de poder coronar su lucha con la toma del poder, permite que puedan prevalecer las tendencias democratizantes y puedan ser desviados y divididos esos ascensos de masas.
Ese es el mayor peligro, por eso es tan importante la intervención de los revolucionarios, para ayudar a las masas a terminar de agotar las ilusiones democráticas, a confiar en sus propios métodos de lucha, a confiar en su propia organización y en que tienen que derribar el poder burgués para poder transformar la sociedad.
Y el problema de los problemas para terminar es el problema de la dirección y en este sentido la independencia política se concentra en la construcción de los partidos revolucionarios en nuestros países y como decía Atilio el problema es que tenemos que tomar la experiencia de Bolivia, la extraordinaria experiencia de 86 años de lucha coherente para construir sobre la base de esos principios, de ese programa, de esa estrategia, los partidos revolucionarios en cada uno de nuestros países. Porque el POR boliviano es el legítimo heredero del bolchevismo, de la Revolución Rusa, es su continuidad histórica, y ese es el Partido que tenemos que construir en nuestros países, como parte de la tarea de poner en pie y fortalecer la Cuarta Internacional. ¡Muchísimas gracias compañeros! ¡hasta la victoria!