Ecuador: Los primeros 30 días del gobierno de Guillermo Lasso

Se inicia la ofensiva neoliberal sobre las empresas públicas, aumento del militarismo y destrucción de la herencia correísta en el Estado ecuatoriano

Nota enviada por un camarada de Ecuador

El 24 de mayo tomó posesión el nuevo presidente de Ecuador, Guillermo Lasso. Ahora, un mes después de la ceremonia, ya está aplicando sus políticas privatistas y neoliberales. Nada raro para su programa de gobierno, que ya preveía privatizaciones, purgas y depuraciones de cualquier vestigio de correismo de la máquina del Estado, bajo la justificación de la «lucha contra la corrupción», verborrea hipócrita de la oposición burguesa neoliberal, para servir a los intereses del imperialismo sobre la nación oprimida.

En sus primeros días en el cargo, Lasso convocó una reunión para reestructurar el servicio de inteligencia del Estado. En la reunión, destacó la necesidad de eliminar «la subordinación de los militares a los intereses políticos de un partido, y acabar con el ‘espionaje’ a los opositores del gobierno«, en opinión del presidente, «conducta presente en los anteriores gobiernos» de Correa y Moreno. Aparte de eso, el verdadero objetivo de la reunión era aumentar la militarización e independencia de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Ahora, los militares tienen carta blanca para reprimir «la delincuencia común y evitar los delitos transnacionales», es decir, para reprimir a los pobres, miserables y marginados de las periferias, especialmente a los jóvenes, que encuentran en la delincuencia y el narcotráfico paliativos para sortear el desempleo, el hambre y la falta de acceso a la educación, es decir, la propia barbarie, producto de la putrefacción del capitalismo, incapaz de llevar vida digna a las masas explotadas. Además, ahora el Centro de Inteligencia Estratégica (CIES) estará más que antes al servicio del Estado, para detectar «cualquier amenaza a la paz social», es decir, será utilizado contra los oprimidos para la eventual represión de los levantamientos que se desarrollen como descontento con la política privatista del nuevo jefe de Estado.

En Educación, el ilusorio sueño de libre acceso a la Universidad Pública, del cual la juventud pobre fue rehén, alimentada por la demagogia de Lasso, acabó. Una de sus principales promesas de campaña, que le valió un relevante capital electoral entre los jóvenes, mostró que lo que había era una cortina de humo. Alejandro Ribadeneira, Secretario de Educación Superior del gobierno, ya ha señalado cambios que no tienen nada que ver con el libre acceso. Se eliminará el EAES (Examen de Acceso a la Educación Superior), una especie de ENEM. En su lugar, se aplicará la prueba «Trasformar» y una prueba de orientación profesional. El primero medirá «las competencias, las habilidades y el reconocimiento del esfuerzo en la escuela», una especie de prueba meritocrática que, en lugar de garantizar el acceso gratuito a la universidad para todos los jóvenes, aumentará la disparidad entre ricos y pobres en el acceso a la educación superior. Al fin y al cabo, aquellos que, debido al desempleo, al hambre, a la falta de comedores escolares, a la falta de infraestructuras, etc., no pudieron sacar buenas notas en la escuela, se quedarán al margen de la universidad, mientras que las clases pudientes tendrán acceso a las instituciones de educación superior.

Esta política exclusivista muestra la incapacidad del capitalismo en la fase imperialista para garantizar el libre acceso a la universidad. Los recursos disponibles no servirán para impulsar la ciencia, la tecnología, la industria y la creación de empleo, por el contrario, servirán para el pago de los intereses de la deuda externa al capital financiero, especialmente al FMI, tan criticado por las masas en el gobierno de Moreno, en el que recortó los subsidios estatales a los combustibles, para tener un canal de negociación con el Fondo. Crítica que repercutió en la radicalización de los oprimidos a finales de 2019. Y ahora, a través de Lasso, banquero y buen chico del capital financiero internacional, a pesar del pueblo que lo eligió con la ilusión de una vida mejor, lo ataca, al mantener los acuerdos firmados con el FMI.

Otro acto del neoliberal se dio sobre la empresa pública Seguros Sucre S.A., que ahora, gracias al Decreto 82, tendrá que promover la liquidación voluntaria de sus asegurados y la interrupción de nuevos negocios para la emisión, ampliación o renovación de pólizas. Además, los organismos dependientes del Poder Ejecutivo, la Gobierno Central e institucional deberán abstenerse de realizar contratos con la empresa. Por lo tanto, la aseguradora ya no tendrá el monopolio de la prestación de servicios a las empresas públicas. Esto expresa uno de los primeros ataques a las empresas estatales ecuatorianas, como se ha visto en Seguros Sucre S. A., empresa que en 2018 sufrió varios ataques en diferentes medios de comunicación por parte de abogados, periodistas y «cabilderos», todos financiados por aseguradoras privadas, que tenían el 84% del mercado nacional y que desde entonces han pretendido acaparar el 16% restante de la participación de la aseguradora estatal. Este es el odio fomentado por sus competidores.

En medio de esto, el discurso del mal servicio en el sector público es una figura repetida en la jerga neoliberal, haciéndose eco de su interés por privatizar, a precio de ganga, ésta y otras empresas públicas, para ponerlas bajo los dictados del mercado internacional, con altos precios y absurdas tasas de interés, pérdidas que finalmente pagan los oprimidos. El ataque a la aseguradora es parte del ataque neoliberal a las empresas estatales, una imposición de la voluntad imperialista en el país semicolonial. Cuando la privatización no se produce rápidamente, debilitan la empresa, y luego la venden por debajo del precio de mercado, con la excusa de que aporta pérdidas a las arcas públicas, por lo tanto, que no es rentable. Una hipocresía capitalista para hacerse con las empresas públicas del país. Además de la aseguradora, el servil Guillermo Lasso ya está estudiando el ataque a otras empresas estatales. Busca abrir la concesión de la CNT (Corporación Nacional de Telecomunicaciones), carreteras, refinerías, etc.

La llegada de Lasso al poder expresa la frustración de las masas, debido a la experiencia anterior con el nacional reformismo, que no resolvió el problema del desempleo, la tierra, la vivienda, la desigualdad, la miseria, etc. Por lo tanto, los explotados, con Lasso, se movieron hacia la derecha, en busca de mejores condiciones de vida, no garantizadas por los anteriores gobiernos de izquierda, Moreno y Correa. El movimiento pendular de los oprimidos, entre la izquierda reformista y la derecha privatista, es sintomático del actual escenario de crisis internacional de dirección revolucionaria y de barbarie social capitalista. Es imposible resolverlo mediante elecciones burguesas. Por un lado, el reformismo quiere alcanzar la utopía de servir a dos amos (trabajador y empresario); por otro lado, el conservadurismo de Lasso sólo tiene que ofrecer la privatización de las empresas estatales más importantes, desempleo, hambre y más miseria a la nación semicolonial.

Sólo construyendo y dirigiendo un partido que asimile las necesidades históricas del proletariado ecuatoriano, se abrirá el camino al mejoramiento de la vida de las masas. Para reaccionar a la nueva fase de la ofensiva burguesa contra los oprimidos, el proletariado ecuatoriano tendrá que construir su partido, que encarnará la estrategia de tomar el poder del Estado y establecer su dictadura de clase sobre sus explotadores. Para ponerlo en marcha, es necesario organizar las luchas mediante la acción directa en defensa de los puestos de trabajo, los salarios, la vivienda, etc.; y acabar con las contrarreformas y privatizaciones antipopulares. Las luchas deben reavivar la chispa que se inició en el 2019, solo así se defenderá a los oprimidos de la ofensiva privatista y se dará paso a la construcción del Partido Obrero Revolucionario de Ecuador!

(POR Brasil – MASSAS nº 642)

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