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Irán: Obreros del petróleo desatan huelgas

Lucha de clases y crisis del régimen teocrático

Más de 120 mil obreros tercerizados de la industria petrolera del país realizaron manifestaciones y huelgas, paralizando total o parcialmente más de 100 empresas, en demanda de aumentos salariales acordes con el aumento de la inflación (50% en 2020), mejora de las condiciones laborales, fin de los contratos precarios, planes de salud y libertad de expresión y asociación sindical. Las acciones fueron organizadas y coordinadas por Comités de Huelga, creados en asambleas, ya que la burocracia sindical, fuertemente ligada al régimen, tiene la conducta de abortar las tendencias huelguísticas. Varios sindicatos obreros expresaron su apoyo a las medidas.

La huelga fue convocada el 19 de junio, el mismo día en que las masas se negaron a secundar la farsa electoral (el 70% de la población se abstuvo de votar), organizada para elegir al candidato elegido del régimen. Confluyeron así el rechazo de las masas a las elecciones fraudulentas y las tendencias huelguísticas del destacamento obrero más importante del país. Se trata de una revuelta instintiva y nacional de los explotados contra la casta teocrática y la oligarquía burguesa, que se hizo con el poder tras la Revolución, y que ahora sigue el camino de las contrarreformas antinacionales y antiobreras, dictadas por el capital financiero a los gobiernos de todo el mundo, con el objetivo de descargar sobre las masas las consecuencias de la desintegración capitalista.

Se trata de la mayor huelga del sector desde 1978, cuando la huelga nacional de los trabajadores del petróleo confluiría con el levantamiento popular, que derrocó el régimen monárquico y proimperialista del Sha Mohammad Reza Pahlavi, allanando el camino para la Proclamación de la República Islámica de Irán, que expropiaría y nacionalizaría la industria de extracción y refinado de petróleo y gas, la riqueza natural más importante, y la principal fuente de divisas del país.

Con el curso de la desintegración capitalista, que adquirió nuevas proporciones tras el estallido de la crisis de 2008, el régimen teocrático comenzó a desmantelar progresivamente parte de la propiedad estatal, entregándola, en concesión, a las multinacionales y a las facciones de la oligarquía burguesa nacional, que comenzaron a explotar parte de las reservas y a controlar el refinado de petróleo y gas. También aplicaron contrarreformas laborales y recortaron los salarios, sirviendo a los intereses de los monopolios, especialmente europeos y rusos, y a los de la propia oligarquía burguesa iraní y de la burocracia religioso-militar, que parasitan el Estado.

La clave es observar el cambio en el contenido y las relaciones de clase de las manifestaciones y movilizaciones de masas. En 2009, las clases medias, especialmente los intelectuales y los profesionales de la pequeña burguesía urbana, celebraron manifestaciones masivas para exigir reformas democráticas, civiles y políticas. Sin embargo, fueron aplastados por la represión y acabaron en reflujo. En 2017 y 2019 estallaron numerosas huelgas y manifestaciones, que se unieron en las calles con el movimiento contra el régimen. Lo que reflejó en el país la lucha de clases mundial, marcada por el auge de las luchas y levantamientos obreros y populares contra los gobiernos que aplicaron las contrarreformas, y desnacionalizaron, descargando así el colapso económico del capitalismo sobre los explotados.

La huelga de los trabajadores tercerizados de la industria petrolera muestra claramente que las elecciones del 19 de junio no lograron abortar las tendencias de lucha de los oprimidos. El régimen teocrático es impotente para dar una solución eficaz a las necesidades más inmediatas de las masas. Esto exige atacar la propiedad privada, retomar el control total de todo el proceso de extracción, refinado y comercialización del petróleo y el gas y sus derivados, y sobre todo elevar las condiciones de vida de la clase obrera y las masas. Por eso siguen presentes las tendencias a las huelgas y levantamientos que chocan con la burguesía imperialista, la oligarquía burguesa iraní y la casta teocrática que controla la economía y la política del país.

Estas condiciones son favorables para que la vanguardia con conciencia de clase avance en la labor de levantar el programa propio de los explotados, en oposición al parasitismo de la casta dominante y a la opresión burguesa, defendiendo los métodos de lucha que les permitan avanzar en el terreno de la independencia política del proletariado, y unificar a las masas oprimidas del país tras la estrategia y el programa revolucionario. Esto requiere luchar para dar pasos hacia la resolución de la crisis de dirección, construyendo el partido marxista-leninista-trotskista, como sección de la Cuarta Internacional.

(MASSAS nº 643 – POR Brasil)

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