83 años de la fundación de la Cuarta Internacional (3 de septiembre de 1938)
Tres años antes de la constitución de la IV Internacional, Trotsky sometió a un análisis crítico el VII Congreso de la III Internacional, en el que demostró la completa revisión de las tesis leninistas sobre la guerra imperialista y la política internacional del proletariado. La conclusión de que se trataba de la liquidación programática de la Internacional se confirmó plenamente.
En 1919, el Congreso celebrado en Moscú dio origen a la Internacional Comunista. Bajo la dirección de Lenin y Trotsky se celebraron cuatro Congresos, por lo que se denominaron los Cuatro Primeros Congresos de la Tercera Internacional (1919, 1920, 1921 y 1922). Bajo Stalin se celebraron tres congresos (1924, 1928 y 1935).
Es notorio el creciente espaciamiento entre los Congresos tras la instalación de la burocracia estalinista. Pasaron cuatro años, para que su dirección de la Comintern convocara el sexto Congreso; y siete años, para el séptimo y último Congreso.
La Segunda Guerra comenzó en 1939, cuatro años después de la convocatoria del Séptimo Congreso. Esta operación espaciada revela el proceso de relativizar cada vez más la importancia del internacionalismo para la política interior de la URSS, aunque la lucha de clases avanzaba en todo el mundo y las fuerzas del imperialismo se alineaban en torno a una nueva conflagración entre las potencias.
La dirección del Partido Comunista de Rusia llegó a desconocer el programa de la III Internacional de los cuatro primeros Congresos y la táctica correspondiente, que, en gran medida, se basaba en la experiencia de la I Guerra Mundial, en la quiebra de la II Internacional, en las formulaciones del marxismo-leninismo, en la victoriosa Revolución Rusa y en las revoluciones derrotadas.
El VII Congreso concluyó el desarrollo de las revisiones iniciadas por Stalin y sus aliados, especialmente desde la muerte de Lenin en 1924. En su crítica al VII Congreso, Trotsky considera que, independientemente de los pasos que se dieran a partir de entonces, la III Internacional ya no tenía futuro, puesto que estableció la táctica de los «frentes populares», en cuyo centro se encuentra la política oportunista de colaboración de clases, y cuyas consecuencias políticas llevaron a los partidos comunistas a subordinarse a los partidos y gobiernos burgueses. Esta línea fue llevada hasta sus últimas consecuencias en Francia, como muestra el análisis de Trotsky. «En la actualidad, el único rasgo que distingue a los comunistas de los socialdemócratas es la fraseología tradicional, y esto no es difícil de olvidar«. Esta conclusión le permitió plantear la hipótesis de que, si no fuera por el peso del aparato, la Segunda y la Tercera Internacional podrían aprovechar el frente para dar un paso hacia una «fusión completa». Este acercamiento estratégico significaría cerrar el precipicio que se abrió entre el comunismo y la socialdemocracia durante la Primera Guerra y la Revolución Rusa, por tanto entre la Tercera Internacional y la Segunda. Esta hipótesis no se realizó inmediatamente. Pero se confirmó por otra vía y forma.
Trotsky preveía un profundo cambio, en vista de la conflagración que se avecinaba, cuyas consecuencias llevarían a una nueva separación entre el campo oportunista y el revolucionario. Eso es lo que ocurrió en la Primera Guerra Mundial, con la capitulación de la Segunda Internacional y la formación de la Tercera Internacional. En este sentido, llevaba trabajando desde 1933 por la fundación de la Cuarta Internacional. Cuando se celebró el VII Congreso estalinista, en varios países se constituyeron «pequeños grupos de vanguardia» que impulsaron el surgimiento de la nueva Internacional. El revisionismo estalinista afectó mortalmente al Comintern. La ruptura programática estableció la separación entre sus cuatro primeros Congresos y los tres siguientes. La Cuarta Internacional no sólo recuperó el programa original, sino que le dio continuidad bajo el Programa de Transición. Se fundó el 3 de septiembre de 1938, en una pequeña localidad de los alrededores de París, sin que Trotsky pudiera estar presente, debido a su riguroso exilio en México. En esta fecha, el 3 de septiembre de 2021, cumplirá 83 años.
En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, Stalin decidió disolver la Tercera Internacional, con el argumento de que permitiría la alianza de los países enfrentados al fascismo. Consideró que la Internacional Comunista había «cumplido su misión histórica». En la decisión sobre su disolución, después de referirse al importante papel que había desempeñado, concluía: «Pero mucho antes de la guerra, era cada vez más evidente que, a medida que la situación en cada país se complicaba, tanto en el plano interno como en el internacional, la solución de los problemas del movimiento obrero en cada país por parte de cualquier centro internacional tropezaría con dificultades insuperables (…) La marcha de los acontecimientos durante el último cuarto de siglo, así como la experiencia acumulada por la Internacional Comunista, han demostrado de manera convincente que la forma de organización para agrupar a los obreros, electa por el primer Congreso de la Internacional Comunista, forma que correspondía a las necesidades del período inicial del renacimiento del movimiento obrero, fue decayendo paulatinamente, a medida que este movimiento se desarrollaba, y a causa de la complejidad de sus tareas en los diferentes países, convirtiéndose incluso en un obstáculo para el fortalecimiento posterior de los partidos obreros nacionales».
Estos dos pasajes de la resolución aprobada el 15 de mayo de 1943 por el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista atestiguan claramente la negación estalinista de que la Tercera Internacional se constituyó como un Partido Mundial del proletariado, destinado a desarrollar la lucha de clases y a preparar las condiciones de la revolución social en cada país, como parte del internacionalismo comunista. Se nota que cuando dice que «la situación en cada país era complicada» y que «cualquier centro internacional» sería un obstáculo, está expresando las dificultades de llevar adelante la política de colaboración de clases. Menos de un mes después, el 9 de junio de 1943, G. Dimitrov firmó los términos de la disolución de la Tercera Internacional, en un comunicado de tres puntos. Dice que fue una decisión unánime, y que encargó a una «Comisión», formada por Dimitrov (presidente), Ercoli, Manuilski y Pieck, que pusiera en «práctica la liquidación de los asuntos pendientes, de los órganos, servicios y bienes de la I.C.”
En la historia del movimiento obrero y de las Internacionales no ha existido un comunicado tan miserable y criminal como el de la liquidación de la Tercera Internacional. Se cayeron todas las máscaras que ocultaban la liquidación de la Tercera Internacional, ya en el Séptimo Congreso, de 1935. Stalin y su camarilla termidoriana entregaron como premio a los aliados victoriosos de la Segunda Guerra Mundial la obra más potente del proletariado. Los nazifascistas fueron derrotados, lo que permitió el ascenso de Estados Unidos como gran potencia dominante, y un nuevo reparto del mundo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue preservada y la Tercera Internacional fue liquidada. Pero, las leyes de la historia son imperativas. El fortalecimiento del imperialismo y la mayor burocratización de la URSS potenciarían las fuerzas restauracionistas. La liquidación de la III Internacional retrató lo que iba a ocurrir con la revolución proletaria más avanzada. Con el colapso de la URSS llegó el colapso de Europa del Este, y el impulso restauracionista en China. Después de 83 años desde la fundación de la Cuarta Internacional, y 76 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo se encuentra sumido en la más profunda crisis estructural. Las fuerzas productivas en choque con las relaciones de producción han desencadenado una nueva etapa de guerra comercial y rearme mundial. La crisis de dirección revolucionaria, por tanto, es el gran obstáculo para que el proletariado reasuma su posición avanzada, ganada en la Revolución Rusa y con la formación de la III Internacional. La vanguardia con conciencia de clase tiene el deber de asimilar en detalle la terrible experiencia histórica de la traición estalinista, del revisionismo programático al leninismo y de la restauración capitalista triunfante, para tomar en sus manos la tarea de resolver la crisis de dirección.
Viva el 83º aniversario de la Cuarta Internacional! Reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista!
(Por el Comité Central del POR de Brasil, Atílio de Castro)