ComunicadosElecciones 2021

Balance de las elecciones PASO

Las PASO son elecciones para definir qué sector encabezará cada Lista y qué partidos quedan afuera de la elección general de Noviembre. Es un anticipo de las elecciones generales y podrá haber modificaciones importantes. Se elegirán solo cargos legislativos. Aunque no hay que perder de vista la diferencia entre elecciones legislativas y presidenciales, la comparación con los resultados del 2019 permite comprender el retroceso del Gobierno.

  • Un primer aspecto que hay que destacar es la fuerte caída de la cantidad de votantes, de 27,5 millones a 22,7 millones, 4,8 millones de personas menos que en 2019, que no fueron a votar. El porcentaje de votantes pasó del 80,42% al 66,21% del padrón (la participación de las PASO 2017 fue 72.3%).
  • El 95% de los votos fueron a partidos que defienden la propiedad privada de los medios de producción.
  • El Frente de Todos, el gobierno, sufrió el peor retroceso electoral, retrocedió en 6,3 millones de votos. Casi la mitad de los votos del 2019. Cierto es que algunos partidos y movimientos provinciales apoyaron aquella fórmula presidencial sin ser parte del Frente de Todos.
  • Juntos por el Cambio o Juntos retrocedió en 1.8 millones de votos, no alcanzó los 9 millones de votos. Aunque le ganó al oficialismo a nivel país y en muchas provincias, también retrocedió en cantidad de votos.
  • El total de votos en blanco y nulos pasó de 692.00 a 1.452.000. Incrementándose en 760.000 votos.
  • La izquierda democratizante, sumando a todos los sectores, sacó 1.244.302 votos (en 2017 fueron 1.235.220). El FITU cosecha 1.049.020 votos.
  • La ultraderecha obtuvo 852.000 votos en presidenciales 2019 y ahora 1.126.000.
  • ¿Dónde están los votos que perdieron el oficialismo y la principal oposición? En comparación con las presidenciales de 2019 están en partidos y movimientos provinciales que no integran formalmente ninguna de las dos coaliciones.
  • ¿Qué se modificará en las elecciones de Noviembre? Puede haber una mayor afluencia de votantes que modificará los porcentajes de cada sector. Aunque en distritos grandes como provincia de Buenos Aires y Capital el Frente de Todos tenía candidato único, la fuerte caída de votos es un dato de primer orden. En Santa Fé, por ejemplo, que había disputa de listas dentro del Frente, la votación total cayó casi a la mitad.

El resultado de las PASO asestó un duro golpe al gobierno de Fernández-Kirchner. Excepto en La Rioja, donde superó la votación de 2019 en todas las demás provincias retrocedió fuertemente en cantidad de votos.

Los votos perdidos por el Frente de Todos no fueron a parar a Juntos por el Cambio, que también retrocedió en votantes. Hay una confusión, deliberada o no, en los medios al presentar el resultado como si los votantes hubieran migrado hacia la derecha. No es lo que ocurrió. Milei crece en votos que provienen del macrismo, de su ala más derechista.

No hay una derechización de las masas como pretenden presentar sectores del gobierno buscando responsabilizarlas de su desastroso resultado electoral. Y como también pretende mostrarlo la derecha.

Por el contrario lo que se verifica es un hastío con las elecciones, con el electoralismo y un proceso de pérdida de ilusiones en la democracia y en el peronismo. Gran parte de las ilusiones contenidas en el triunfo hace dos años se ha debilitado. Esto es lo más progresivo que podía ocurrir ante la ausencia de candidatos y listas con posiciones que expresaran la política revolucionaria de la clase obrera ante la crisis que se vive. Hay que repudiar el nefasto llamado a votar, a confiar en las elecciones.

El no voto expresa la desilusión de amplios sectores con el gobierno, que es necesario llevar a la acción.

Porque el gobierno no tomó medidas para contener la inflación insoportable que devora nuestros ingresos. El gobierno dio por consumada la rapiña de más de cuatro años a nuestros salarios y jubilaciones.

Porque creció la desocupación en pandemia. La economía sigue en recesión. Las empresas aprovecharon la pandemia para bajar salarios y precarizar las condiciones de trabajo.

Porque el gobierno se ajusta a los requerimientos y exigencias del capital financiero. Ya negoció con los acreedores privados el reconocimiento de la deuda y su refinanciación y ahora está negociando la deuda con el FMI. Los que se fugaron las divisas no tuvieron ninguna consecuencia.

No adopta un fuerte programa de obras públicas para crear empleos genuinos porque no lo permite el FMI, que exige que las cuentas cierren de manera que queden fondos para poder pagar la deuda externa.

El gobierno no se anima a tocar las reformas neoliberales de la dictadura y de Menem. No se anima a cuestionar siquiera la propiedad de un puñado de oligarcas y banqueros.

Mientras hacía campaña permanente de que estaba atendiendo la salud de la mayoría se mostró incapaz de tocar los poderosos intereses de los laboratorios farmacéuticos, la medicina privada y las obras sociales que debían ser expropiadas para integrarlas a un sistema único de salud. Quién sabe cuántas vidas se hubieran salvado si se hubieran utilizado todos los recursos para defender la vida de la mayoría.

Mientras imponía la política burguesa de aislamiento social no garantizaba las condiciones para que millones pudieran subsistir sin poder trabajar. El gobierno creyó que vacunando masivamente quedaría en el olvido todo el sufrimiento de un año y medio.

Hay montañas de denuncias sobre la corrupción de los empresarios vinculados al gobierno anterior y la colaboración de la Justicia con ellos y el espionaje, etc. Su inacción ya se parece a complicidad. No pudo resolver Vicentin para recuperar los cientos de millones de dólares que se quedaron del Banco Nación y pequeños productores. Tampoco puede resolver Molinos Cañuelas. Pese a los reclamos sobre la necesidad de reestatizar las vías navegables y los puertos siguió adelante con su privatización, tal como exigen las exportadoras.

Y después se pregunta por qué no los votan como si hubieran sufrido una traición de los electores. No quieren entender que la situación que se vive no se soporta más.

Hay que hacérselo entender por otra vía. Las organizaciones sindicales y sociales que se jugaron a defender este gobierno contra la necesidad de salir a la lucha para recuperar las condiciones de vida y de trabajo, deben romper con la política de colaboración con el gobierno y con el gran capital. Es necesario independizar política y sindicalmente a las organizaciones para luchar por todas nuestras reivindicaciones urgentes, que sólo pueden ser conquistadas por la acción directa de masas.

13 de septiembre de 2021

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