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Altamira en Infobae confirma su abandono de las posiciones históricas de Política Obrera

Altamira y la democracia interna en PO

Nosotros hemos sido expulsados contra todas las normas estatutarias del Partido Obrero (PO). … El conjunto de los partidos del FIT no se han pronunciado sobre esta crisis del Partido Obrero (PO) después de la expulsión… Si uno se deslinda de esto cuando se violenta la democracia interna en una fuerza política de tu palo, que se reivindica socialista e internacionalista, no explicar tu posición te hace cómplice. La democracia es fundamental en un partido de izquierda, porque le dice al pueblo cómo va a ser el gobierno de ese partido”.

Altamira no dice que él fue responsable, hasta que lo echaron, de todas las separaciones, expulsiones, intervenciones que sucedieron en PO durante más de 50 años. Le retiró los abogados a nuestro compañero Juan Yañez que tenía orden de expulsión al Chile de Pinochet. Se negó a reclamar por la libertad de nuestro compañero Fernando Armas y otro compañero detenido en el pucherazo de Rosario en 1989. Altamira fue víctima de su propia política. La democracia interna es fundamental en un partido revolucionario, es lo que garantiza su centralización, su disciplina militante, su cohesión. Pero el PO no es un partido revolucionario, Altamira se encargó de liquidarlo cuando disolvió Política Obrera para dar un giro hacia el democratismo en los 80’.

Altamira pide que se pronuncien otras organizaciones de izquierda sobre lo que ocurre internamente en su partido, para hacerlo responsablemente deberían realizar una investigación, meterse en la vida interna del partido. Nada más alejado del carácter proletario que debiera tener un partido que se reclama obrero. Pide que se pronuncien partidos que a su vez tienen denuncias por violar su democracia interna ¡cuánta hipocresía y cinismo! Sólo el partido revolucionario, basado en el centralismo democrático puede asegurar la democracia interna.

Ante otra pregunta del periodista Altamira afirma: “En primer lugar, nosotros hacíamos congresos todos los años, ninguna decisión era individual”.

MENTIRA: El primer Congreso de PO se hizo 12 años después de su fundación y hasta el año ´86 ¡23 años! Sólo se habían realizado 3 congresos. Así se consolida una casta burocrática, no se permite que el conjunto del partido decida colectivamente sobre la política del partido, controle sus recursos y seleccione a sus dirigentes.

Dice Altamira respecto de PO: “Nosotros no vamos a permitir que se falsifique la historia política de nuestro partido”. Él mismo falsifica la historia adoptando el nombre del Política Obrera renegando de las principales conquistas políticas, teóricas, de esa organización. Ya la había empezado a enterrar en 1983 abandonando el nombre de Política Obrera para legalizarse como Partido Obrero, abandonando los estatutos y las principales formulaciones políticas.

 

La estrategia de Altamira: La asamblea constituyente

El periodista le pregunta: “¿Cómo se logran esas medidas de alcanzar el nivel salarial igual al de la canasta básica y el reparto de las horas de trabajo sin todos los efectos indeseados, como la inflación?”

Responde Altamira: “Es un aspecto de la lucha de clases, una palabra que nadie usa en la campaña electoral porque los creadores de imagen pensarán que no le hace bien a algún candidato. Todo esto implica un choque con el régimen político. Hay que formar una asamblea constituyente libre y soberana para que ejecute estas medidas. El sistema democrático argentino ha demostrado su quiebra completa desde la última dictadura militar, ya vamos para los 40 años y todavía tenemos legislación de esa época porque no pudieron derogarla. Si soy elegido para el Congreso, trabajaré en contra de este régimen político y ese mismo Congreso, procurando desarrollar un movimiento popular en torno a reivindicaciones para ir a una democracia de otro orden.

Ante una pregunta tan concreta, un marxista debe responder que es necesaria la lucha generalizada de la clase obrera para imponerlo, que para eso es necesario expulsar a todos los burócratas y conquistar la independencia política y sindical.

Su estrategia es burguesa: una “asamblea constituyente libre y soberana” en eso consiste su “democracia de otro orden”, de lo contrario habría dicho que las masas deberán poner en pie sus propios organismos de poder y luchar por tirar abajo el régimen capitalista para imponer su propio gobierno, destruyendo el Estado burgués. Critica a sus exsocios del FIT y a la dirección actual del PO por su adaptación al régimen, pero se cuida muy bien de no expresar una estrategia proletaria, revolucionaria.

El periodista le pregunta: “Para cumplir con el programa político de Política Obrera van a necesitar aliados. ¿Cómo podrían lograr convencer a la población en general si no están pudiendo acordar con, al menos, sus antiguos compañeros de frente?

Responde Altamira: “No es un planteamiento discursivo. Ninguna asamblea constituyente surgió de una propaganda si no, como dirían los brasileños, ‘na marra’; es decir, en caliente, luchando en las calles. Es muy importante llegar a esa instancia con un trabajo de preparación política. Si se saca de la manga una solución improvisada en un momento de crisis culminante, sos un torpe. Las cosas no van a ocurrir como exactamente prevemos, pero vamos ajustando el tiro. Este es un régimen político que no va más: los conflictos con el Poder Judicial, la denuncia contra el Presidente y la insatisfacción popular lo demuestran. La Asamblea Constituyente es una vía de salida donde hay que ir a votar una nueva representación y circunstancia política”.

Para terminar con el régimen político de la burguesía es necesario derribarla, expropiar los grandes medios de producción para ordenar la economía sobre otras bases, sobre la propiedad social de esos medios. Para lograrlo la clase obrera debe liderar una revolución social, acaudillar a los oprimidos estructurando un frente único antiimperialista que concentre todas las demandas nacionales, sociales y democráticas. Nunca habríamos dicho que la estrategia es preparar una Asamblea Constituyente donde hay que ir a votar. En tan extenso reportaje no aparece la necesidad de expropiar los grandes medios de producción. Su planteo más osado es desconocer la deuda externa.

En “Política Obrera” hace 40 años lo planteábamos en términos de clase: “la importancia del programa antiimperialista consecuente es que debe nuclear a todas las masas trabajadoras y pobres de la nación bajo la dirección del proletariado fabril” (En “Política Obrera” n°76 de 1970). En Política Obrera n°317 de Diciembre de 1980, bajo la dictadura genocida, decíamos: “La solución obrera no puede ser el apoyo a sus explotadores, nativos o extranjeros, sino un plan para sacar al país del marasmo económico, a través de la expropiación del gran capital y control obrero. Para esto hay que sacarse de encima el lastre que representa la dictadura militar y para eso hay que aprovechar esta crisis para poner en pie a los sindicatos, organizar las fábricas y talleres, y unir bajo dirección obrera a los demás sectores explotados”.

 

Altamira y la adaptación legalista

de la izquierda centrista

Altamira dice: “Para disputar el poder tiene que producirse una situación revolucionaria. Nosotros no nos perdimos ninguna situación revolucionaria. La gente se convence desde su experiencia, no discursivamente”. La izquierda fue puesta a prueba en el levantamiento de 2001/2 y la experiencia fue frustrante, sus maniobras y sus planteos políticos fueron un bloqueo para que la vanguardia pudiera desarrollar toda la potencialidad revolucionaria de ese momento. Esa experiencia no se olvida.

Altamira comenta: “Yo encuentro a muchos trabajadores atentos a lo político decir que la izquierda está integrada al sistema. La ve ‘electorera’ y como un factor regresivo de la conciencia de los trabajadores. Eso significa que no pasó la prueba”. No podemos menos que decir que estamos de acuerdo. Y agregamos, ¡cuánta responsabilidad tuvo Altamira en este proceso!

En el final del reportaje dice que “el bajón ideológico de la izquierda es brutal. La simiente ya viene de antes y en parte esto explica la crisis en el Partido Obrero”. Pareciera que se acerca al problema. El papel de los revolucionarios es politizar a la vanguardia en el marx-leninismo-trotskysmo, construir el programa, explicar la realidad que debemos transformar, debemos plantear con la mayor precisión cuál es la estrategia política de la clase obrera. El papel de Altamira fue justamente el contrario: abandonar la estrategia revolucionaria de la clase obrera para someterse al legalismo burgués.

 

Altamira y el respeto a las políticas

burguesas de aislamiento social

Dice Altamira: “Para un socialista como yo, lo que hice fue cumplir rigurosamente las normas establecidas por el Estado. Entendimos que había un planteamiento científico sobre circulación comunitaria del coronavirus y mantuvimos una línea constante en la pandemia frente a lo que decía el Frente de Izquierda (FIT) que fue aperturista. Nosotros defendimos el confinamiento en marzo de 2020, que solo trabajaran los esenciales y luego nos opusimos a la presencialidad. El tema era proteger a la población y le asignamos al Estado la responsabilidad de sostenerla económicamente, lo que planteaba el problema de la deuda externa y el FMI, algo contradictorio con la pandemia”.

Así se postró frente al Estado burgués, al reconocerle su comando frente a la crisis sanitaria. La política de confinamiento fue defendida a rajatabla por la burocracia sindical para mantener maniatados a los trabajadores e impedir que respondieran a los ataques que estaban recibiendo. Quedó demostrado que las luchas que se pudieron librar son las que quebraron el cerco del confinamiento. La política de aislamiento planteada por el gobierno dividió y debilitó a los trabajadores.

 

Altamira siembra sospechas sobre el FIT

Dice: “el FIT irá con recursos que no sé de dónde salen, porque son extraordinarios… Eso es objeto de otra polémica: en qué medida un partido socialista debe aplicar sus recursos y debe desarrollar una campaña que no se distingue de la tradicional del capitalismo y de los partidos burgueses. Eso es fuerte”.

Pura hipocresía. Como si el FIT hubiera dado un salto cualitativo desde que Altamira fue expulsado de PO. Él fue parte de esa política y debería explicar de dónde salen esos recursos. Y también de las campañas que no se distinguen de los partidos burgueses. Pensará que todos ya se olvidaron del carácter socialdemócrata de sus campañas electorales. Nunca fue formulada la estrategia política de la clase obrera, se renegó del comunismo, de la revolución social, de la dictadura del proletariado.

Y denuncia a los dirigentes de PO cuando dice que no va a permitir que se “comprometa duramente su futuro como lo están comprometiendo, votando leyes de especulación inmobiliaria en Boedo en la Legislatura porteña, ratificando una ley pedida por el Ministerio de Relaciones Exteriores por el pacto entre Benjamín Netanyahu y Donald Trump sobre la crítica al sionismo, o con leyes a pedido de (el gobernador de Chaco, Jorge) Capitanich para privatizar tierras públicas”.

Debería ser riguroso y explicar desde cuándo comenzó ese proceso de profunda degeneración política y cuáles fueron las causas. En su excusa dice: “Un partido de izquierda, revolucionario, no es inmune a la crisis. Todo el mundo se está acomodando a los sistemas parlamentarios. Nos han afectado ciertas transformaciones, como el arribismo parlamentario y el reflujo parcial en las luchas”. No menciona que los partidos revolucionarios no hemos sido arrastrados por el parlamentarismo, que lo esencial es el programa revolucionario para que un partido pueda enfrentar todas las presiones democratizantes de la burguesía y la pequeñoburguesía. No alcanza con enunciar las consecuencias del proceso, un marxista debe tratar de explicar las causas de la degeneración para poder combatirlas.

 

(Nota de MASAS nº401)

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