El balance electoral de la izquierda centrista
En palabras del Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad (FIT-U), una “elección histórica” ha tenido lugar este último fin de semana. No es para menos, ya que el frente electoral, con aproximadamente 1.270.000 votos, ha conquistado 4 diputados nacionales: 2 por Buenos Aires, 1 por Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 1 por Jujuy (el oficialismo provincial intentó sin éxito robarle la banca al candidato electo Alejandro Vilca). Además un conjunto de legisladores por CABA, Buenos Aires, concejales en importantes distritos del conurbano y representación provincial en Neuquén, Córdoba y Jujuy.
El crecimiento en votos en Buenos Aires y CABA de más de un 30% respecto a las PASO pueden explicarse en parte gracias al mecanismo que ha dejado afuera al NuevoMAS y a la Tendencia del Partido Obrero de las elecciones generales; también hay un componente que tiene que ver con la mayor participación electoral; pero es importante marcar que también lograron capitalizar electoralmente el descontento de una franja importante de la población en esos distritos. No pueden desmerecerse los casi 600.000 votos en Buenos Aires o los más de 140.000 en CABA. Como revolucionarios, partiendo de las enormes diferencias programáticas que nos separan de los partidos integrantes del FIT-U, estamos obligados a explicar este fenómeno.
El FIT y su devenir en FIT-U se han constituido con un objetivo netamente electoralista: hacerse de legisladores donde se pueda. El ingreso último del MST en 2019 estuvo teñido de la misma especulación electoral, en el sentido que si lograban hacerse de las antiguas votaciones del MST podrían aspirar a más diputados. Esta especulación tuvo un inicio bastante fallido en las elecciones ejecutivas del 2019.
Las elecciones legislativas, contrariamente a las ejecutivas del 2019, siempre ofrecen mejores posibilidades para estos partidos electoralistas, ya que no se encuentran condicionados por elecciones de carácter presidencial que tienden a polarizar las votaciones aún más. Por eso debemos enmarcar nuestro análisis primeramente en el carácter legislativo de esta votación y secundariamente, en el innegable triunfo del FIT-U alrededor de sus objetivos planteados.
Al ahondar en las elecciones legislativas previas de 2013 y 2017, frente a las cuales resulta más real la comparación, notamos que el FIT había obtenido 1.190.000 votos en la primera y 1.121.000 en la segunda, mientras que actualmente ha conquistado 1.265.000 que constituye un aumento respecto a las dos previas. Pero en términos generales, la izquierda electoralista en su conjunto (incluimos a Autodeterminación y Libertad, el NuevoMAS y ahora al PO-Tendencia) no ha tenido grandes variaciones. A saber, en 2013 conquistaron en total 1.342.000 votos y en 2017 1.348.000, cifras bastante similares frente a los actuales 1.375.000 votos. Es decir, un fenómeno a remarcar es la concentración del voto de la izquierda electoralista en el FIT-U. Nuevamente, un logro para el frente que buscó persistentemente esto.
Esta concentración tuvo dos aristas principales. Por un lado, la incorporación del MST y por el otro la imposibilidad del resto de los partidos de superar las PASO en las provincias más grandes. En general lo que existe es un estancamiento de los votos a la izquierda desde el 2013 y no un crecimiento. Quizás la prueba más importante del fenómeno de concentración del voto al FIT-U tiene que ver con la relación entre las PASO y las generales en cuanto a cantidad de votos a la izquierda, con un aumento del 6%. En septiembre los votos totales fueron de 1.290.000 mientras que ahora es de 1.375.000. Ese 6% de aumento en votos, puede relacionarse, también, cercanamente con el aumento del 7% de participación en las elecciones generales respecto a las PASO (del 66.2% al 70.9%).
Mirando con más detenimiento y recordando que hubo un aumento de votos reales tanto en CABA como Provincia de Buenos Aires (principalmente), significa que hubo lugares donde el FIT-U perdió votos respecto a las PASO. Este hecho ha estado prácticamente ausente en los balances hasta aquí esbozados, y es de suma representatividad de lo que sucede en el conjunto del país a nuestra autoproclamada “tercera fuerza”. Si bien el crecimiento para el FIT-U entre las PASO y las generales fue del 20%, en 2013 había sido del 31% y en 2017 del 25%. Pero veamos lo siguiente: en 2013 sobre 18 provincias en las que se presentaron, en 11 aumentaron cantidad de votos en las generales; en 2017 sobre 21 provincias en las que lograron pasar, en 13 aumentaron los votos; en las elecciones del 2021 sobre las 21 provincias en las que pasaron, solo en 10 aumentaron sus votos. Esto quiere decir que en 11 redujeron los votos del FIT-U… ¿Dónde fueron a parar?
Sobre cimientos de arena
Un grave problema de esta “elección histórica” es que se monta sobre análisis superficiales y autoproclamatorios en las cuales el debate concluye con el objetivo logrado de los 4 diputados. Pero así se construye sobre arena, engañando al militante, engañando a la organización e intentando engañar al resto de la población. Veamos algunos ejemplos del Partido Obrero.
En Catamarca sostienen que los resultados han sido “los mejores de la historia de la izquierda en la Provincia”. Sin embargo, en 2017 habían obtenido algunas centenas de votos más. En Neuquén sostienen que “es la mejor elección del FIT-U en la Provincia”, sin embargo tanto en el 2013 para el FIT, como en el 2017 para el conjunto de la izquierda, se habían obtenido más votos (muchos más). En Santa Cruz habla de un sostenimiento de los votos respecto a las PASO, cuando en realidad los bajó… ¡¿A quién buscan engañar con todo esto?! ¿Por qué mienten tan descaradamente?
En Chubut no mencionan en su balance la disminución de cantidad de votos respecto a las PASO; o en Tucumán que hablan de “duplicación de votos”, seguramente a expensas de no haber podido superar las PASO el Partido Obrero (Tendencia), pero no hablan de la drástica disminución de votos respecto a 2017. En Río Negro donde señalan “una buena elección”, ocultan que ha disminuido en votos respecto a septiembre, y caído estrepitosamente respecto a 2013. O en Córdoba mencionando una “recomposición respecto a octubre del 2019”. Se olvidaron de señalar que perdieron más de 16.000 votos en dos meses (de septiembre a noviembre) que fueron a parar no solo al Frente de Todos (que solo aumentó 7.000) sino también a las otras variantes patronales del PJ (Schiaretti) o al juecismo (Luis Juez – PRO). ¡Era su deber explicarlo en el balance y lo han ocultado!
En fin, abundan los ejemplos en cada uno de los balances provinciales que no permiten dar cuenta del lugar que ocupa, incluso en términos electorales, el frente democratizante. Pero lo más interesante puede rescatarse de una nota sobre Santa Cruz, en donde ante una parte de la población que “descree del sistema electoral”, el FIT-U intentó “entusiasmar a estos sectores” para que los acompañen. Expliquemos lo que acabamos de leer: el FIT-U ha intervenido en la pérdida de ilusiones democráticas, en el sentido justamente inverso al que intervienen los revolucionarios. En cambio de profundizar ese proceso instintivo de las masas, han intentado alimentar sus ilusiones. Para muestra solo hace falta un botón.
¿Cómo sigue?
El FIT-U ha conseguido lo que buscaba y nada más, esa es la expresión “histórica” de su elección. Debemos señalar que ese voto no tiene un contenido político revolucionario ni carácter progresivo porque no implica una ruptura con las ilusiones democráticas y sus instituciones; no implica una lucha en sentido de los métodos históricos de la clase obrera; ni abre nuevas perspectivas del camino a tomar para enfrentar los azotes cada vez más frecuentes de la política burguesa.
Lamentablemente el extenso tiempo con el que han contado en los grandes medios de comunicación, casi en cadena nacional como en los debates, lo malgastaron para insuflarle vida a un régimen descompuesto, y para los desencantados atraerlos nuevamente a ilusionarse en la democracia burguesa. Ese voto “no refuerza la lucha” “para que la crisis no la paguen los trabajadores” sino que aporta oscuridad y confusión. Por eso luchamos estas elecciones por el voto nulo programático, porque ese era nuestro deber elemental como revolucionarios, a pesar de la enorme presión ejercida por el centrismo.
Señalamos nuevamente que no existen posibilidades de trascender su limitado campo de acción, no tienen perspectivas por fuera de lo electoral. Inútilmente plantea el MST que la tarea ahora es “dejar de ser un frente electoral”, latiguillo que se repite ininterrumpidamente desde el 2011. No alcanzan las declamaciones que puedan hacerse en ese sentido, sino el hilo conductor que une a esas organizaciones del frente. Gabriel Solano del PO planteó que estamos en una transición política (¿De dónde hacia dónde?) Y que “nada es irreversible”. Se equivoca Solano: la renuncia de una organización a la política revolucionaria, a la lucha por la dictadura proletaria, es irreversible. Debemos rescatar, en cambio, a esa valiosa militancia de las organizaciones electoralistas.
El POR tiene que poner especial atención no solo en el votante de la izquierda centrista, con una idea deformada de cómo prepararse para lo que viene. Debe atender el POR a ese 30% que no fue a votar (porcentaje más alto para una elección general), debe centrar su atención en los 1.170.000 votos nulos, blancos y recurridos, que aunque inferiores a las PASO (como sucede siempre), han sido superiores a las legislativas de 2017 y 2013 (y también a las ejecutivas del 2019, 2015 y 2011). Es decir, estamos frente a un incipiente y prematuro proceso de ruptura de ilusiones democráticas, que no se explican ni por el coronavirus ni el engorroso acto electoral, sino a un descontento evidente y a la comprensión que las elecciones no pueden darnos la respuesta para enfrentar ese ataque a nuestras condiciones de vida y laborales.
Nuestra intervención en la campaña electoral fue de enorme clarificación política. Fue una muestra evidente que se puede intervenir con posiciones revolucionarias explicando pacientemente lo que debemos esperar de este engaño deliberado llamado elecciones. Las prensas impresas, los volantes, los comunicados en los barrios, ferias y fábricas donde intervenimos batallaron por ganarse un lugar ante la enorme cantidad de material que llamaban a confiar en el circo electoral y su democracia burguesa.
El libro publicado “los revolucionarios en los parlamentos burgueses” y su actividad de presentación fue otro punto alto en nuestra campaña, para combatir programaticamente contra las ilusiones democráticas y colaborar en esa comprensión. Logramos enfrentar el cretinismo parlamentario practicado por las organizaciones centristas que renuncian a las formulaciones históricas de los revolucionarios que nos precedieron. Las redes sociales jugaron un papel no menor como punto de apoyo para difundir las ideas revolucionarias de la clase obrera.
Cada elección que pasa debe tener un balance preciso de nuestra intervención y también de las organizaciones con las que día a día salimos a luchar y hasta logramos ganar sindicatos (como ocurrió recientemente en ATEN Capital junto a algunos partidos pertenecientes al FIT-U). Esta compleja y denodada tarea de presentar un balance revolucionario para el debate colectivo, solo puede hacerlo el POR, templado en las ideas del marx-leninismo-trotskista.