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La crisis sanitaria retrata la barbarie del régimen

Argentina se encuentra transitando la llamada tercera ola de Covid-19 en estos momentos. La situación retrata más de 100 mil contagios diarios de manera sostenida, con un promedio de más de 100 muertes diarias desde inicios de mes y con esta tendencia en franco crecimiento. Argentina, en resumen, se ubica en el quinto puesto en cuanto a mortalidad por el virus entre los países con más de 10 millones de habitantes. El evidente fracaso de la política de Gobierno en materia sanitaria es un crimen contra la población.

Los hechos de violencia sufridos por el Personal de Salud durante las últimas semanas no hacen más que reproducir la violencia de la política sanitaria del Gobierno hacia ese sector tremendamente exprimido durante los dos años de Pandemia. El inocultable desfinanciamiento de la salud genera colas interminables para realizar un hisopado o para ser atendido en una guardia ante las inclemencias del clima (calor sofocante y abundantes precipitaciones).

Las Obras Sociales y la Medicina Prepaga continúan usufructuando la Pandemia para sus intereses particulares: desentendiéndose de la atención de sus afiliados, postergando los procedimientos quirúrgicos o la atención de otras patologías. Los sectores privados de la salud son beneficiarios aún hoy en día de parte del pago de los salarios de sus trabajadores por el plan Repro II. Es decir, se sigue subsidiando las ganancias de la medicina privada que colaboró abiertamente con el desastre sanitario en el país.

 

El Gobierno se desentiende…

Siguiendo la misma lógica, el presupuesto 2022 establece un recorte real en Salud de alrededor del 13% (0.2 puntos porcentuales menos que en 2021 y 0.1 puntos porcentuales menos que en 2020). Esto significa menor presupuesto para atención, para diagnóstico, para seguimiento de esta y otras tantas patologías.

El Gobierno busca desligarse de su responsabilidad mediante diversos mecanismos: por un lado la ANMAT autorizó a principios de mes de enero la posibilidad de comprar y realizarse los autotest. Aunque de escaso valor diagnóstico, se busca que quien tenga dinero pueda realizárselo, y así poder desfinanciar más los centros de testeos y las Unidades hospitalarias. Por otro lado, la implementación de los pases sanitarios cumplen un papel abiertamente reaccionario. En las empresas ya hablan de su utilización como argumento no solo para no cumplir los protocolos y medidas de bioseguridad, sino para despedir.

En ningún momento de estos casi dos años de Pandemia el Gobierno se preocupó por la salud de la población, por las condiciones en las que trabaja, en las que estudia, en las que se transporta, ¡¡en las que vive!! La política burguesa de aislamiento social accionó como propagadora del virus por los barrios hacinados, por los transportes desbordados de pasajeros y por los lugares de trabajo sin las condiciones mínimas de seguridad e higiene.

 

…Las patronales avanzan

Nunca ha quedado demostrado con mayor claridad que la política sanitaria del Gobierno de Fernández está digitada por las cámaras empresarias y la medicina privada. El raid mediático de Belocopitt, dueño de una de las principales prepagas del país, durante el 2021, tiene su correlato con el recorrido de Antonio Aracre y Daniel Funes de Rioja (CEO de Syngenta y Presidente de la UIA respectivamente) en este 2022.

Su reunión con los principales representantes del Gobierno y su integración a la mesa que decide la política sanitaria (Consejo Federal de Salud), tuvo como objetivo condicionar los protocolos sanitarios a las ganancias empresariales. El 29 de diciembre recortaron los días de aislamiento para contacto estrecho y para casos positivos. No conformes con ello el 11/01 quitaron la necesidad de aislamiento laboral para contactos estrechos (mientras Alberto Fernández guardaba aislamiento por contacto estrecho de una moza de la Quinta de Olivos), y redujeron aún más los días de aislamiento para casos confirmados. En muchos lugares (sector salud por ejemplo) los trabajadores son obligados a concurrir aun con síntomas o sin cumplir la cantidad de días.

Debe sumarse que el 2022 trajo un enorme regalo a los capitalistas al quitar la infección por Covid-19 como enfermedad presuntamente laboral para las ART (únicamente continúa en trabajadores de la salud y fuerzas represivas). El Gobierno le cede este fabuloso recurso a las aseguradoras y patronales para obligar a la vuelta inmediata al trabajo. El negocio es redondo: el contacto estrecho (como caso sospechoso) vuelve al trabajo, si contagia a alguien nadie se hace cargo.

 

Responder con los métodos de la clase obrera

Es indisimulable el condicionamiento de la política económica (y por tanto sanitaria) por parte del FMI. La reducción del gasto público en salud, las metas del sector productivo y el destino de todo excedente al pago de la deuda, son recetas exigidas por el imperialismo, aumentando el grado de sometimiento del país.

La incapacidad de la burguesía como clase para enfrentar la pandemia se debe a la sujeción a intereses económicos, y no a falta de recursos materiales o técnicos. Es decir la respuesta ante el coronavirus depende de la clase social que la dirija. El manejo de la pandemia está directamente relacionado con la cuestión del poder y del Estado, y no con reformas superficiales. Mientras la burguesía permanezca al frente del manejo de la pandemia, los resultados desastrosos continuarán apareciendo.

Lamentable y enorme cantidad de tiempo hemos perdido, significando más de 120.000 muertes. Hemos sido engañados y arrastrados detrás de la política burguesa: “quédate en casa”, no movilizarse, no realizar asambleas presenciales, aguardar a que los gobiernos nos ayuden. Esta política se mostró nefasta para defender las condiciones económicas o de salud de la población, siendo la izquierda centrista tributaria de esta masacre sanitaria.

Ahora resulta evidente lo que alertábamos desde nuestro periódico en marzo 2020. Solo la clase obrera, dirigiendo al conjunto de los oprimidos del país, puede enfrentar consecuentemente esta situación con su propio programa y con sus propios métodos. No únicamente para hacer cumplir tal o cual protocolo; o para exigir medidas de bioseguridad; o para garantizar los días de aislamiento; o para “centralizar” el sistema de salud. ¡Nada de eso es suficiente! La clase obrera debe tomar todos los recursos técnicos, científicos, edilicios, económicos para planificar la economía de acuerdo a las necesidades de la mayoría. Esto inevitablemente coloca al proletariado ante la monumental tarea de hacer su revolución y erigir su propio Estado. No existen caminos intermedios ni soluciones transitorias.

 

(nota de MASAS nº409)

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