El Congreso convalidará el acuerdo colonial con el FMI
Solo se lo puede derrotar con el progama y los métodos de la clase obrera
Es inminente el acuerdo anti-nacional con el FMI. El pacto entreguista será enviado al Congreso Nacional en los últimos días de febrero, intentando hacernos creer que será “ampliamente debatido” en aquella cueva de bandidos. Pero no pasa de ser una mera formalidad… la etapa final en la que se apruebe este monumental acto de corrupción y entrega, inaugurado por Macri pero consumado por el Gobierno Nacional de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Las cámaras de Senadores y Diputados deberán aprobarlo expeditivamente, evitando que se dilate el acuerdo hasta el próximo vencimiento de deuda de mediados de marzo. Queda esclarecido el papel reaccionario que están llamadas a cumplir las instituciones de la burguesía en época de crisis: legitimar la entrega de la soberanía nacional. Una institución contraria a los intereses de los oprimidos.
El FMI destaca, a través de uno de sus principales voceros Gerry Rice, que ya existen “entendimientos previos en materia de subsidios a la energía”, y que restaría el acuerdo definitivo. Alude a la batería de tarifazos y reducción de gasto social que acompañan esta entrega del país al FMI, encargado de monitorear estos “entendimientos” cada 3 meses. Por eso decimos una y otra vez que el verdadero comando de la economía ha pasado a Washington… al FMI.
No es un secreto, entonces, el carácter del acuerdo y las implicancias prácticas que tendrá. Un acuerdo que solo podrá ser pagado con mayor pobreza, mayor hambre, mayor desocupación, mayores ajustes. Ese es el único crecimiento al que se compromete el gobierno.
Son muy importantes las movilizaciones masivas de repudio al FMI y el pago de la deuda externa fraudulenta. Desde distintos sectores se han levantado voces contra la entrega y sometimiento del país a los dictámenes del capital financiero. Destacamos las masivas marchas que se realizaron el 8 de febrero en las principales ciudades contra el FMI encabezadas por organizaciones de izquierda, como la que se hizo en diciembre, como la que convocaron las Madres el 17 de Octubre en la Plaza, como las enormes movilizaciones del 2018 cuando se anunciaba el regreso del FMI. No había plenario o asamblea que no se pronunciara contra el endeudamiento criminal que impulsaba Macri y la presencia del Fondo.
Sin embargo no alcanzan las movilizaciones y el repudio del acuerdo por parte de cientos de organizaciones y dirigentes. Debemos decir que la burguesía, sus partidos, sus instituciones, gobierne quien gobierne, está sometida al imperialismo. Sólo si la clase obrera se independiza políticamente del gobierno patronal y de los empresarios, si recupera los sindicatos y las centrales, se podrá derrotar al FMI y sus planes.
Es necesario parar el país para imponer la defensa de los salarios, las jubilaciones, la lucha por el pleno empleo, por los presupuestos y los recursos naturales. Es alrededor de las reivindicaciones más urgentes de los oprimidos que se puede generalizar la lucha que rompa por el vértice cualquier acuerdo antinacional.
Sólo si la clase obrera se pone de pie con sus propios métodos de lucha, la huelga, los piquetes, cortes y ocupaciones, se podrá derrotar la política de la burguesía y el imperialismo. Sectores importantes de las clases medias muestran su indignación y ganan las calles, es fundamental, pero no es suficiente. La clase obrera, como ha sido siempre en la historia es la que debe convertirse en caudillo de la rebelión popular que pueda terminar con este sometimiento.
Decimos una y otra vez que no hay que confiar en el Congreso que ha votado todos los presupuestos y reconocido el endeudamiento feroz y tampoco en la Justicia que conoce a la perfección todos los mecanismos de saqueo. Poco importa cómo vote el Congreso, debemos anticipar que no será un obstáculo para que se reconozca y se pague la deuda, ese es su papel en toda la historia.
Con esta perspectiva debemos trabajar para resolver la crisis de dirección revolucionaria, que tenga como perspectiva la revolución y dictadura del proletariado, para terminar de una vez con la dictadura del capital, con la gran propiedad de los medios de producción, para poner todos los recursos materiales y humanos al servicio de la gran mayoría de la población hundida cada vez más en la pobreza, la desocupación y la miseria.