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La izquierda centrista y el FMI

La izquierda centrista protagonizó movilizaciones masivas contra el FMI. Sin embargo, no estuvo en el centro de sus demandas la denuncia del Congreso como el antro que avaló todas las políticas de entrega y saqueo de todos los gobiernos, que ni siquiera ha terminado de derogar las leyes de la dictadura militar. Por el contrario es partidaria que el acuerdo se “discuta” en el Congreso Nacional, embelleciendo su papel de cara a los oprimidos que aún conservan ilusiones en estas instituciones.

Tampoco pone de relieve que la clase obrera debe convertirse en el caudillo de la nación para enfrentar al capital financiero, de lo contrario no se lo podrá derrotar. Que solo si la clase obrera sale a la lucha por sus reivindicaciones más elementales y urgentes se podrá empezar a romper en concreto, en los hechos, los acuerdos del gobierno y la burocracia con el FMI. El documento que se leyó en la Plaza denuncia a toda la burocracia y le “exige que lance un plan de lucha contra el FMI”, esta cuestión no puede quedar diluida en el documento como un aspecto más de la denuncia.

Como decían en su campaña electoral, ellos serían los “abanderados” del rechazo al acuerdo en el Congreso. La izquierda domesticada relega los métodos históricos y se sumerge en el pantano parlamentario y los aspectos leguleyos del asunto: es decir, en una vía muerta para los oprimidos. Veamos lo que dice una de las principales representantes del FIT-U.

Myriam Bregman, dirigente del PTS, en un extenso reportaje para La Nación insiste con la idea de que no se investigó, ni se juzgó la deuda. ¿Quién podría investigar y juzgar? Se debe plantear al revés: la burguesía no va a investigar y castigar a los responsables de sus crímenes. Ya sabemos quiénes se beneficiaron. De lo que se trata es de terminar con la clase social que durante toda nuestra historia utilizó el endeudamiento como mecanismo de fuga y saqueo. Debemos ayudar a los oprimidos a que terminen de perder cualquier ilusión en las instituciones de la burguesía, sea el Congreso o la Justicia.

Poco importa si recorrió los mecanismos legales o no para contraer la deuda. Puede quedar la idea de que si hubieran recorrido todo el protocolo legal, la deuda sería legítima. La deuda con los bonistas, o de las empresas, o las provincias, que recorrió el proceso legal de firmas y acuerdos debe ser desconocida.

Dice Bregman: “Hay un elemento que no podemos dejar pasar, que es que acá no se investigó ni se juzgó, ni se pensó en ningún momento seriamente en eso. Lo máximo que hizo el Gobierno fue tirar una querella en tribunales, como decimos los abogados (¡!) cuando algo se hace como un gesto para la tribuna. Es evidente que el acuerdo que firmó Mauricio Macri con el Fondo fue totalmente ilegal, que no cumplió con las mínimas normas vigentes al momento de su firma. Eso puede enmarcarse en lo que en el Derecho Penal Internacional se denomina ‘doctrina de la deuda odiosa’, es decir, que la deuda externa contraída y usada contra intereses de las mayorías, a sabiendas de quienes la otorgaron, no tiene por qué pagarse ni es exigible su devolución, sino que es nula. Países como México o Estados Unidos la utilizaron en algún momento”.

La lucha contra el FMI exige superar todo legalismo, toda ilusión en las instituciones. Por el contrario, el FIT-U alimenta las ilusiones en esos caminos. Haber recurrido a los tribunales internacionales para denunciar la deuda le habría permitido ganar tiempo al gobierno o tal vez negociar en mejores condiciones, pero es secundario, porque no rompe con el FMI y desconoce la deuda. Es la política de los sectores “críticos” del kirchnerismo dentro del gobierno.

No es Macri, no es Fernández, es la política de toda la burguesía que se arrodilla, que está entregada al imperialismo. Sólo terminando con el poder de la burguesía (con la gran propiedad de los medios de producción), luchando por el poder para la clase obrera y la mayoría oprimida se puede independizar la Nación, romper todas las ataduras, vinculando nuestra rebelión a la de los obreros y campesinos de todos los países que enfrentan al mismo enemigo.

La izquierda electoralista no puede contraponer un programa antagónico de clase por sus ataduras con estas instituciones de la burguesía a las que se encuentran totalmente sometidos y disciplinados. No es un olvido casual, es la muestra más clara de la renuncia al programa revolucionario de la clase obrera.

 

(nota de MASAS nº410)

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