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A 40 años de la movilización del 30 de marzo bajo la consigna Pan, Paz y Trabajo

Aquella movilización de 1982 fue la culminación del plan de lucha desarrollado por la CGT, donde las columnas se movilizaron frente a la Casa de Gobierno en la Capital Federal marcando que claramente que el movimiento obrero había herido a la dictadura. La movilización desafió a la Junta Milita que la reprimió duramente, dejando un saldo de 2.000 detenidos. La importancia de esta movilización es que dejó en claro varios aspectos. Primero de todo, que el terror y la represión no alcanzaron para detener completamente la lucha obrera, aunque si la despojaron de lo mejor de su vanguardia. Segundo, y se desprende de lo anterior, que los trabajadores retomaron la calle una vez más disputándosela a las fuerzas represivas. Tercero, la movilización ejemplificó cómo el movimiento obrero se constituyó en el motor de la resistencia anti-dictatorial impulsando a otros sectores sociales tanto a la lucha callejera como a medidas de fuerza conjuntas.

Unos días más tarde comienza la Guerra de las Malvinas. Es indudable que la derrota en la Guerra aceleró la tendencia hacia el fin de la dictadura militar. Pero también es indudable que el proceso de resistencia obrera desarrollado a partir de marzo de 1976 y que culminó con la movilización de marzo de 1982 representa la base material de la conquista de las libertades democráticas y de la derrota de la dictadura. Es sobre esta base, que la burguesía en acuerdo con el Imperialismo encabeza la “salida democrática” para impedir que fuera la clase obrera la que impusiera su propia salida a la dictadura militar.

La burocracia sindical había entrado a partir de 1976 en un período de negociación y colaboracionismo abierto con la Junta Militar. Entre las Fuerzas Armadas y la burocracia sindical había algo en común: ambas se sentían profundamente amenazadas por las tendencias clasistas y combativas que surgieron en el sindicalismo entre 1960 y 1975. Es conocido el papel traidor de los dirigentes de la CGT que se encargaron de señalar a los más valiosos activistas de las fábricas.

Sin embargo la clase obrera no dejo de luchar en la dictadura tomando como base la experiencia de las dictaduras anteriores. Así a modo por ejemplo a fines de 1976 Renault anunció que su producción había bajado en un 85%; en la siderúrgica Dálmine el 30% de las chapas salían fisuradas; el 25% de los automóviles que producía General Motors estaba dañados; en la fábrica de Ford fueron destruidos motores de 30 patrulleros Ford Falcon encargados por la Policía Federal;, en Dálmine de Campana fue incendiado un cable de alimentación a los altos hornos; en las obras hidroeléctricas de Salto Grande fue interrumpido el suministro de agua a una máquina que realiza la mezcla, provocándose el endurecimiento del cemento en su interior por lo que se debió suspender el trabajo durante dos jornadas; en Sudamtex de Capital Federal se hicieron cortes en bobinas de telas y hebras de hilo ocasionando grandes pérdidas a la empresa, en Ciudadela fueron cortadas en una noche treinta ligas en los rieles del Ferrocarril Sarmiento.

Durante 1978 se calculan alrededor de 4.000 conflictos en el año. Los principales fueron los de portuarios (julio), Fiat (octubre) y Swift Rosario (octubre). Se realiza la primera toma de fábrica durante la dictadura: Aceros Olher en Marzo. En abril la fábrica Alpargatas realiza un paro por tiempo indefinido, decidido en una asamblea de 3.800 trabajadores. De abril a julio ocurren otras tres tomas de fábrica: Cura Hnos, IME y La Cantábrica. Luego, en septiembre los obreros toman la sede Siwft Berisso.

Lo más valioso de las luchas del movimiento obrero durante esos meses fueron las lecciones dejadas. Era posible enfrentar a la dictadura mientras no se brindaran blancos que facilitaran la represión. La unidad, solidaridad y firmeza de los trabajadores era clave de la resistencia. Esto sólo podía ser garantizado por la organización clandestina de la base. Para preservarse de la represión lo que sobrevivió de las coordinadoras adoptó un carácter clandestino, reuniéndose bien lejos de los lugares de trabajo. Había que evitar métodos y formas organizativas que señalaran con facilidad a los dirigentes

En 1981 la creciente agitación evidenciada entre los trabajadores causó que su situación se tornara en una de las principales preocupaciones del régimen militar, inclusive por encima del problema económico. El 22 de julio SMATA y la CGT impulsaron un paro nacional que tuvo un alto acatamiento. La Policía Federal informó que un millón y medio de trabajadores habían acatado el llamado de la CGT. Muchos pequeños y medianos comerciantes cerraron sus puertas en apoyo al paro. Este ascenso se manifestó con más contundencia el 7 de noviembre en la marcha por “Paz, Pan y Trabajo” a San Cayetano, marcando, además, que la resistencia obrera ya obligaba a otros sectores a pasar a la oposición en forma más activa. La marcha fue organizada por la CGT y contó con el apoyo de algunos partidos políticos. Convocó más de 50.000 personas y fue correctamente descripta como “marcha de la bronca”.

 

(Extractos de la nota publicada en el folleto publicado por el POR «A 40 años del golpe»)

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