Plenario del 13 de junio: unificar la lucha de ocupados y desocupados
La expectativa burguesa de ver concluidas las jornadas multitudinarias del movimiento de desocupados después de la Marcha Federal del 12 de mayo no pasó de una vana ilusión. Mientras el Gobierno Nacional, los gobiernos provinciales y los medios de comunicación (es decir oficialismo y oposición burguesa) creían poder tener un alivio luego de la Marcha de 300.000 personas, la realidad los golpeó de frente.
El 9 de junio la Unidad Piquetera preparó una nueva enorme movilización al Ministerio de Desarrollo Social que no pudo ser detenida a pesar del enorme contingente represivo en los principales puntos de acceso a la Capital Federal. Sabiendo de antemano la imposibilidad de frenar la movilización, el despliegue de las fuerzas de Prefectura en Puente Pueyrredón por ejemplo, no tuvo otro aliciente que el de demonizar a los decenas de miles de manifestantes que se disponían a cruzar a Capital Federal, todo finamente orquestado para poder llenar largas horas de TV hablando pestes de los más carenciados entre los carenciados.
La masividad de esta nueva movilización debe ser encuadrada en la nula respuesta por parte del Gobierno ante los reclamos más sentidos de los barrios. La abrupta disminución de las entregas de alimentos en los comedores, el rechazo a aumentar las listas del “Potenciar Trabajo”, la alarmante caída del poder adquisitivo de los montos cobrados, generan un combo desesperante, que no acepta más dilaciones.
La siempre vaga y cínica respuesta de “la solución es el trabajo y la producción” se dice sin ruborizarse en lo más mínimo por parte de los funcionarios del Gobierno, entre los cuales figuran no pocos dirigentes de los movimientos de desocupados oficialistas (Pérsico, “Chino” Navarro, Grabois). El crecimiento del que se jactan en la recuperación de empleo formal no consiste ni en el 1% de lo que se necesita (60.000 empleos creados entre 2020 y 2022), desconociendo además que se partía en 2020 de una base muy pobre, alejada incluso de los niveles de empleo históricos para el país.
También ocultan que esta creación de empleo formal se da con salarios que no cubren siquiera a sus propios índices de pobreza (tan alejados de la canasta familiar hoy en $173.000). Los principales dirigentes del movimiento de desocupados alertan sobre la cantidad de trabajadores formales que en los barrios se ven obligados a cubrir alguno de los platos de comida diarios en los propios comedores. Una situación casi sin antecedentes que revelan el deterioro del poder adquisitivo y la calidad del empleo creado.
Esto solo puede acarrear un descontento creciente entre los oprimidos. Sobre este descontento creciente es que hay que crear los mayores lazos de solidaridad en los barrios. Esto significa un arduo y sistemático trabajo con las bases de todas las organizaciones de desocupados, ya sean las oficialistas (Movimiento Evita, la CCC, el MTE) o de la Unidad Piquetera. No puede haber ninguna mezquindad a la hora de organizar los planes de lucha desde las manzanas, desde los barrios, desde las regionales, hasta confluir en jornadas nacionales. Inevitablemente el escenario de miseria creciente engendra las condiciones para imponer la más amplia unidad en la lucha: en defensa de un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar y por la creación de todos los puestos de trabajo necesarios, bajo convenio; por un plan de obras públicas que haga frente a la enorme crisis habitacional del país; derribar el acuerdo con el FMI. Estas pueden ser algunas de las consignas que unifiquen las luchas venideras.
El movimiento de desocupados ha jugado un rol protagónico en las últimas luchas. Pero tenemos que alertar que no alcanza con su masividad, que es necesario entroncar con el movimiento obrero ocupado y con el conjunto de los movimientos desocupados. Tenemos que imponerle a la CGT y CTA que se coloquen al frente de estas enormes acciones, cuestión que únicamente podrá suceder si barremos con sus direcciones traidoras, si formamos organizaciones clasistas en cada sector, trabajando abnegadamente desde las bases. A la putrefacción y entreguismo de estas direcciones debemos contraponerle una consecuente lucha política.
Esa unidad desde las bases con el conjunto de los oprimidos debe ser trabajada con ideas, con perspectivas políticas. En ese sentido recalcamos una vez más que solo la comprensión de la inviabilidad del régimen social capitalista para resolver cualquiera de nuestros problemas es la condición necesaria para una correcta intervención en las luchas que se desarrollan a lo largo y ancho del país. No existen soluciones mágicas ni reformas intermedias, caminos posibilistas que solo pueden traer mayor confusión e infundadas expectativas en las propias bases de estas organizaciones. Hacer consciente que las consignas entran en choque directamente con el Estado burgués y los intereses de su clase dominante.
Una mención especial en este escenario merece la enorme experiencia que viene desarrollando el SUTNA (Sindicato del Neumático) clasista. Se ha convertido en toda una referencia para el movimiento obrero, por sus métodos, por la unidad de las distintas fábricas del sector, por su planteamiento político respecto a la cuestión salarial, y a la defensa del poder adquisitivo. Los procesos, aun moleculares, que empiezan a aparecer en el movimiento obrero ocupado (sectores de choferes, seccionales de la UOM, Aceiteros) son un elemento a tener en cuenta, sobre todo para propagandizar en otros sectores. Debemos mostrar que la postración y la resignación no son los únicos caminos posibles ante la actitud entregadora de la burocracia traidora.
En el mes aniversario de los 20 años del asesinato de Kosteki y Santillán retomemos las banderas levantadas por nuestros compañeros caídos asesinados; retomemos las tareas planteadas y no resueltas en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001; retomemos la total desconfianza en las salidas institucionales, legales, desviacionistas que nos plantean una y otra vez. Llenemos de contenido el Plenario del 13 de junio para preparar las grandes acciones del próximo período.