Corrupción y entrega nacional
Uno de los mayores escándalos de corrupción es reconocer y pagar la deuda fraudulenta. Como lo fue en el gobierno kirchnerista anterior que pagó 193.000 millones de deuda externa. Más que lo que se debía al comienzo de su mandato. De esto no hablan los grandes medios de comunicación.
Ese es el mayor saqueo al patrimonio nacional. Convalidado por el Gobierno, por el Congreso y por la Justicia. Perpetrado por los bancos, un puñado de oligarcas y grandes capitalistas nacionales y extranjeros. Por eso tenemos que sacarnos de encima a todos los gobiernos burgueses, del signo que sean, todos atentan contra la mayoría oprimida.
El Gobierno Nacional, licita un proyecto que renuncia a la salida al mar de Argentina. Un nuevo golpe sobre el sistema hídrico: el Río Paraná, el de la Plata y el Canal Magdalena. La salida de toda la producción argentina hacia el mundo se realice privilegiando el canal llamado del Indio o Punta Indio, que sirve a intereses extranjeros. Consolida la entrega retomada en 1992 por el menemismo a los privatizadores que se apoderaron del Paraná y todo el sistema de navegación para beneficio de los exportadores e importadores, para no controlar e impedir el contrabando de decenas de miles de millones de dólares, perjudicando la economía nacional.
¿Por qué no se detiene semejante corrupción? ¿Cuál es el entramado de intereses y negocios para que pasen años y décadas, gobiernos peronistas y antiperonistas, y no den marcha atrás? Todos son cómplices de este monumento a la corrupción. Que se combina con el desmantelamiento de la flota mercante nacional que favorece a un puñado de empresas multinacionales. El control sobre las vías navegables, recuperar el control estatal de todos los puertos, la fiscalización de aduanas y reconstruir la marina mercante es un problema único. Es claro que hay un poder por encima del gobierno, del Congreso, que no está establecido en la Constitución Nacional, que no es votado, que los disciplina y les ordena que esa conquista de las multinacionales no debe ser alterada.
Cuando no hay una explicación racional de porqué no se utiliza un canal natural, más corto, más profundo, de doble circulación, que es más barato para dragar y mantener, que generaría más ingresos y puestos de trabajo en la economía nacional, es porque hay negociado, hay corrupción, aunque no sepamos quiénes se enriquecen con estas decisiones además de las multinacionales. Cuando no hay interés en desarrollar la marina mercante privilegiando los consorcios multinacionales en desmedro del interés nacional es porque en el gobierno y en el congreso tienen un interés común con esos consorcios, trabajan para ellos.
No debemos sorprendernos frente a esta política, que es coherente en todos los terrenos. Y no podrá ser cambiada a menos que haya una gran lucha nacional que se lo imponga. Hay que decir claramente que Gobierno y Congreso actúan a contramano del interés nacional. Si la clase obrera no toma esta lucha en sus manos, con sus organizaciones y con sus propios métodos de lucha no hay cómo revertir la política de entrega.