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Están destruyendo nuestros salarios

El reciente informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) nos dice que los salarios perdieron hasta 37% de poder adquisitivo en 7 años. Un trabajo compartido entre los gobiernos de Macri y Fernández. La mayor caída se produce bajo el gobierno de Macri. Bajo Fernández no solo no se recupera sino que sigue retrocediendo.

Desde diciembre de 2015 los salarios privados acumularon una pérdida de 16% de poder adquisitivo, los públicos cerca de 23% y los informales alrededor de 37%. El sector privado casi sostuvo el poder adquisitivo en estos últimos tres años, sin recuperar lo perdido en los años anteriores.

El monto real mensual del programa Potenciar Trabajo, que se encontraba en diciembre de 2019 un 14,6% por debajo del similar que se otorgaba en diciembre de 2015, cayó otro 6,2% entre diciembre de 2019 y noviembre de 2022, siguiendo las recomendaciones de ajuste por parte del FMI.

Estos números muestran lo mentiroso que puede ser el índice de desocupación que se publica ya que considera como trabajador ocupado a quien tiene un “trabajo” precarizado, irregular y muy mal pago. El gobierno muestra como un triunfo los índices de desocupación más bajos de los últimos 20 años. La historia demuestra que cuando baja la desocupación los salarios reales crecen ya que los trabajadores tienen más fuerza para negociar sus salarios.

Durante varios meses se discutió entre sectores de la burocracia, las patronales y el gobierno un aumento de suma fija para elevar los salarios más bajos, elevando el piso. Ya no se discute más y ni se menciona el tema. Los que proponían mejorar los salarios por esta vía se resignaron sin lucha. Ni siquiera por esta vía o mejorando el salario mínimo se puede avanzar en las mesas de negociación. Hasta las migajas deben ser arrancadas por la fuerza, con lucha.

La política de redistribución del ingreso opera para acrecentar los ingresos de los sectores capitalistas más poderosos que están teniendo ganancias enormes. Es un verso de este gobierno, que se pretende popular, afirmar que trabaja por una mejor distribución del ingreso.

La campaña de la burocracia y el gobierno con el engaño de “por lo menos empatarle a la inflación” fue una verdadera trampa, para no reclamar la recuperación de todo lo perdido en los años anteriores y exigir la canasta familiar. De esta forma se consuma el crimen del gobierno anterior.

No es cierto que el Estado no interviene en la puja salarial. Interviene para defender la política patronal. El Gobierno quiere negociar con la CGT una pauta de ajuste para este año del ¡60%! con el objetivo de seguir aplastando los salarios. Vuelven con el cuento de que hay que contener los salarios para contener la inflación cuando tenemos la demostración evidente de que con salarios deprimidos durante años la inflación se desbocó sin control. Encima vuelven con el pago en cuotas de los ajustes, de manera que nunca recuperemos lo que vamos perdiendo. Los salarios deben ajustarse mes a mes de acuerdo a la suba real de los precios del pan, el transporte, la carne, yerba, fideos, etc.

Estas son las razones que explican cómo se extiende el empobrecimiento de las masas, aún de sectores de la economía formal, cada vez más lejos de percibir lo que cuesta la canasta familiar.

¿Cómo puede suceder? Por la traición de la burocracia sindical que se acomoda a lo que las patronales y los gobiernos ofrecen en vez de representar los intereses de los trabajadores, lo que necesitamos y exigimos.

La lucha general por imponer el salario mínimo igual al costo de la canasta familiar es de todos los trabajadores de conjunto y va ligada a la lucha por sacarnos de encima a la burocracia repodrida que usurpa la dirección de los sindicatos. El camino es la acción directa de masas, la organización desde las bases con total independencia de las patronales, sus partidos y sus gobiernos. ¡Seguir el ejemplo de aceiteros!

 

(nota de MASAS nº428)

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