Lenin: La paz a los pueblos (Lenin, septiembre de 1917)

En el periódico Massas 678, cuando la guerra en Ucrania llevaba nueve meses, publicamos el «Decreto sobre la paz» del 26 de octubre de 1917, escrito por Lenin. Como señalamos, el Decreto fue promulgado al día siguiente de la toma del poder por el proletariado en Rusia y del establecimiento del régimen soviético. Ahora, al completar diez meses de la guerra en Ucrania, publicamos «Paz a los pueblos», que forma parte de «Las tareas de la revolución» de Lenin. Llama la atención que se escribiera en septiembre de 1917, es decir, pocos días antes de la revolución victoriosa. Resulta que esta orientación se puso en práctica tal y como habían prometido los bolcheviques.

Este punto, «Paz a los pueblos», aborda la cuestión de la anexión como posición de clase y programática del marxismo. Lenin formula la lucha contra las anexiones desde el punto de vista de que sólo el proletariado en el proceso revolucionario de la lucha de clases puede levantar la bandera de la paz sin anexiones. En el tercer párrafo, la defensa de la paz sin anexiones se traduce en el compromiso práctico de retirar las fuerzas de ocupación rusas de los países en los que estaban presentes. Así: «Debemos, pues, satisfacer inmediatamente las exigencias de los ucranianos y de los finlandeses, asegurarles, lo mismo que a todas las demás nacionalidades no rusas de Rusia, la libertad completa, incluida la libertad de separación, aplicando el mismo principio a toda Armenia, comprometiéndonos a retirarnos de ese país, así como de los territorios turcos ocupados por nosotros, etc.».

El marxismo, es decir, el socialismo científico, se realiza en el seno de las masas explotadas de tal manera que la teoría y los principios están claramente en relación dialéctica con la práctica. Nos encontramos ante una lección extraordinaria, que emerge en las formulaciones de septiembre y octubre de 1917. No hay manera de entender y responder a la guerra en Ucrania, sin recurrir a los fundamentos históricos de la lucha del bolchevismo contra la guerra imperialista, la partición del mundo y por lo tanto las anexiones. 

(POR Brasil – Massas nº680)

LA PAZ A LOS PUEBLOS  (Lenin, septiembre de 1917)

El Gobierno soviético deberá proponer sin demora a todos los pueblos beligerantes (es decir, a sus gobiernos y, simultáneamente, a las masas de obreros y campesinos) la conclusión inmediata de una paz general sobre bases democráticas y, además, un armisticio inmediato (aunque sólo sea por tres meses).

La condición fundamental para una paz democrática es renunciar a las anexiones, pero no en el falso sentido de que todas las potencias deban recuperar lo que hayan perdido, sino en el único sentido justo, o sea, en el sentido de que todo pueblo, sin excepción alguna, tanto en Europa como en las colonias, obtenga la libertad y la posibilidad de decidir por su cuenta si desea constituirse en Estado independiente o formar parte de cualquier otro.

Al proponer estas condiciones de paz, el Gobierno soviético deberá proceder, por su parte, a ponerlas en práctica sin la menor demora, es decir, deberá publicar y anular los tratados secretos por los que estamos ligados todavía, tratados que fueron concertados por el zar y en los que se promete a los capitalistas rusos el saqueo de Turquía, Austria, etc. Además, estamos obligados a cumplir inmediatamente las condiciones formuladas por los ucranios y los finlandeses, asegurándoles, como a las demás naciones que pueblan Rusia, una libertad completa, incluso la libertad de separación; aplicar el mismo principio a toda Armenia, contraer el compromiso de desalojar este país y los territorios turcos que ocupamos, etc.

Estas condiciones de paz no serán bien acogidas por los capitalistas, pero suscitarán en todos los pueblos un eco tan grandioso de simpatía y una explosión universal, tan gigantesca e histórica, de entusiasmo e indignación general contra la prolongación de la guerra de rapiña, que lo más probable es que consigamos en el acto un armisticio y el ascenso a entablar negociaciones de paz. Porque la revolución obrera contra la guerra crece incontenible en todas partes, y lo único que puede impulsarla no son las frases acerca de la paz (con las que los gobiernos imperialistas, incluido nuestro Gobierno Kerenski, vienen engañando desde hace ya mucho a los obreros y los campesinos), sino la ruptura con los capitalistas y la proposición de la paz.

Y si ocurriese lo menos probable, es decir, si ningún Estado beligerante accediese siquiera al armisticio, la guerra sería, por nuestra parte, una guerra verdaderamente impuesta, verdaderamente justa y defensiva. El solo hecho de que el proletariado y los campesinos pobres comprendieran eso, haría que Rusia fuese mucho más fuerte, incluso en el terreno militar, sobre todo después de romper por completo con los capitalistas, que saquean al pueblo. Y no hablemos ya de que, entonces, la guerra seria de hecho, y no de palabra, una guerra en la que pelearíamos aliados a las clases oprimidas de todos los países y a los pueblos oprimidos del mundo entero.

En particular, hay que prevenir al pueblo contra la afirmación de los capitalistas, que hace mella a veces en los más asustadizos y en los pequeños burgueses, de que los capitalistas ingleses y de otros países pueden inferir un grave daño a la revolución rusa si rompemos la alianza rapaz que tenemos con ellos. Esa afirmación es absolutamente falsa, pues «el apoyo financiero de los aliados», con el que se enriquecen los banqueros, «sostiene» a los obreros y campesinos rusos igual que la s0ga al ahorcado. Rusia dispone de trigo, carbón, petróleo y hierro en cantidad suficiente, y lo único que se necesita para poder distribuir bien esos productos es librarse de los terratenientes y capitalistas que saquean al pueblo. En lo que respecta a una posible amenaza militar al pueblo ruso por parte de sus aliados de hoy, es absurda a todas luces la suposición de que los franceses y los italianos puedan unir sus tropas con las de los alemanes y lanzarlas contra Rusia, que propone una paz justa. Por su parte, Inglaterra, los Estados Unidos y el Japón, aun suponiendo que declarasen la guerra a Rusia ( cosa para ellos difícil en extremo no sólo porque dicha guerra seda extraordinariamente impopular para las masas, sino también por las divergencias existentes entre los intereses materiales de los capitalistas de esos países en lo que respecta al reparto de Asia y, sobre todo, al saqueo de China), no inferirían a nuestro país ni la centésima parte del daño y de las calamidades que le causa la guerra contra Alemania, Austria y Turquía.

(Extraído das Obras Completas, Lênin, Editorial Progreso)


Recurrimos a Lenin como fuente primaria de la la lucha revolucionaria contra las guerras de dominación y la aplicación de la bandera programática de la paz sin anexiones

No hemos podido publicar íntegramente el documento «La Guerra y la Revolución» debido a su extensión. Fue el resultado de una conferencia de Lenin a los cadetes de la Marina en Petrogrado. Hemos seleccionado los pasajes que exponen el carácter de clase de las guerras y anexiones. Encontramos en esta extraordinaria conferencia la aplicación del método marxista para comprender el origen histórico, los motivos y las clases implicadas en las guerras. Los subtítulos «El carácter de clase de la guerra», «La guerra y el régimen político» y «Sobre las anexiones» fueron dados por nosotros. No cabe duda de que la fuente primaria de la caracterización de las guerras de dominación y liberación, así como de los fundamentos marxistas sobre la anexión, se encuentran en Lenin.

Para comprender las particularidades históricas de la guerra en Ucrania, es esencial recurrir a las posiciones programáticas desarrolladas por el bolchevismo. Junto con el documento «Paz a los pueblos» publicado anteriormente, la vanguardia revolucionaria tiene en sus manos un valioso instrumento para luchar por el fin de la guerra en Ucrania, bajo las banderas desarrolladas por el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI).

Guerra y revolución (Lenin, Conferencia pronunciada el 14 de mayo de 1917)

El carácter de clase de la guerra

(…) A mi juicio, hay algo principal que se olvida corrientemente al tratar de la guerra, algo que no es objeto de la atención debida, algo principal en torno a lo cual se sostienen tantas discusiones, que yo calificaría de fútiles, sin perspectivas, vanas. Me refiero al olvido de la cuestión fundamental: cuál es el carácter de clase de la guerra, por qué se ha desencadenado, qué clases la sostienen, qué condiciones históricas e histórico-económicas la han originado (…)

Desde el punto de vista del marxismo, es decir del socialismo científico contemporáneo, la cuestión fundamental que deben tener presente los socialistas al discutir cómo debe juzgarse una guerra y la actitud a adoptar frente a ella es por qué se hace esa guerra, qué clases la han preparado y dirigido. Nosotros, los marxistas, no figuramos entre los enemigos incondicionales de toda guerra. Decimos: nuestro objetivo es el régimen socialista, el cual, al suprimir la división de la humanidad en clases, al suprimir toda explotación del hombre por el hombre y de una nación por otras naciones, suprimirá ineluctablemente toda posibilidad de guerra. Pero en la lucha por este régimen socialista encontraremos ineludiblemente condiciones en las que la lucha de clases en el seno de cada nación puede chocar con una guerra entre naciones distintas, engendrada por esta lucha de clases. Por eso no podemos negar la posibilidad de las guerras revolucionarias, es decir, de guerras derivadas de la lucha de clases, de guerras sostenidas por las clases revolucionarias y que tienen una significación revolucionaria directa e inmediata. No podemos negar esto, con mayor motivo, porque en la historia de las revoluciones europeas del último siglo, de los 125 ó 135 años últimos, además de una mayoría de guerras reaccionarias, ha habido también guerras revolucionarias, como, por ejemplo, la guerra de las masas revolucionarias del pueblo francés contra la Europa monárquica, atrasada, feudal y semifeudal coligada.  (…)  Hay guerras y guerras. Se debe comprender de qué condiciones históricas ha surgido una guerra concreta, qué clases la sostienen y con qué fines.

La guerra y el régimen político

(…) Clausewitz: «La guerra es la continuación de la política por otros medios». Esta frase pertenece a un escritor que había estudiado la historia de las guerras y sacaba enseñanzas filosóficas de esta historia inmediatamente después de la época de las guerras napoleónicas. (…)Toda guerra está inseparablemente unida al régimen político del que surge. La misma política que ha seguido una determinada potencia, una determinada clase dentro de esa potencia durante un largo período antes de la guerra, es continuada por esa misma clase, de modo fatal e inevitable, durante la guerra, variando únicamente la forma de acción.

La guerra en Francia, 1972, fue la continuación de la política de la clase revolucionaria que hizo la revolución, conquistó la república, ajustó las cuentas a los capitalistas y terratenientes franceses con una energía jamás vista, y que en nombre de esa política, de su continuación, sostuvo la guerra revolucionaria contra la Europa monárquica coligada.

Pero ahora nos encontramos, sobre todo, ante la unión de dos grupos de potencias capitalistas. Nos encontramos ante las más grandes potencias capitalistas del mundo -Inglaterra, Francia, Norteamérica y Alemania-, cuya política en el curso de varios decenios ha consistido en una rivalidad económica ininterrumpida por dominar en el mundo entero, estrangular a las naciones pequeñas, asegurar ganancias triplicadas y decuplicadas al capital bancario, que ha encadenado a todo el mundo con su influencia. En esto consiste la verdadera política de Inglaterra y Alemania. (…)

Si no lo hiciéramos así olvidaríamos la exigencia principal del socialismo científico y de toda la ciencia social en general y, además, nos privaríamos de la posibilidad de comprender nada de la guerra actual. (…)

De otro lado, frente a este grupo, principalmente anglofrancés, se ha destacado otro grupo de capitalistas más rapaz aún, más bandidesco aún: un grupo que ha llegado a la mesa del festín capitalista cuando todos los sitios estaban ya ocupados, pero que ha introducido en la lucha nuevos métodos de desarrollo de la producción capitalista, una técnica mejor, una organización incomparable, que transforma al viejo capitalismo, al capitalismo de la época de la libre competencia, en capitalismo de los gigantescos trusts, consorcios y · carteles. Este grupo ha introducido el principio de la estatificación de la producción capitalista, de la fusión en un solo mecanismo de la fuerza gigantesca del capitalismo con la fuerza gigantesca del Estado, mecanismo que enrola a decenas de millones de personas en una sola organización del capitalismo de Estado. Esa es la historia económica, la historia diplomática de varias decenas de años, que nadie puede eludir. Es la única que os brinda el camino hacia la solución acertada del problema de la guerra y os lleva a la conclusión de que esta guerra es también producto de la política de las clases que se han enzarzado en ella, de los dos mayores gigantes, que mucho antes del conflicto habían envuelto a todo el mundo, a todos los países, con las redes de su explotación financiera y se habían repartido el mundo en el terreno económico. Tenían que chocar porque el nuevo reparto de ese dominio se había hecho inevitable desde el punto de vista del capitalismo. (…)

Sobre las anexiones

Cuando discutimos sobre la cuestión de las anexiones (…), nos olvidamos siempre de que ellas son corrientemente la causa de la guerra: el reparto de lo conquistado o, dicho en un lenguaje más popular, el reparto del botín robado por dos grupos de bandidos. Y cuando discutimos sobre las anexiones, nos encontramos siempre con métodos que desde el punto de vista científico no resisten ninguna crítica, y desde el social y periodístico no pueden ser calificados sino de burdo engaño. Preguntadle al chovinista o socialchovinista ruso, y él os explicará magníficamente lo que son las anexiones por parte de Alemania: esto lo comprende a la perfección. Pero jamás os dará respuesta si le pedís que dé una definición general de las anexiones aplicable tanto a Alemania como a Inglaterra y Rusia. (…)Afirmamos que ningún periódico, ni de los chovinistas en general -quienes dicen simplemente que es necesario defender la patria-, ni de l0s socialchovinistas, ha dado jamás una definici0n de las anexiones que pueda aplicarse tanto a Alemania como a Rusia, que pueda aplicarse a cualquiera de los beligerantes. Y no puede darla, porque toda esta guerra es la continuación de la política de anexiones, es decir, de conquistas, de saqueo capitalista por las dos partes, por los dos grupos que hacen la guerra. (…)

La presente guerra es la continuación de la política de conquistas, de exterminio de naciones enteras, de inauditas atrocidades cometidas p0r alemanes e ingleses en África, por ingleses y rusos en Persia. (…)

Ellos no pueden decir la verdad sobre las anexiones, porque toda la historia de Rusia, de Inglaterra y de Alemania, es una guerra continua, cruenta y despiadada, por las anexiones. En Persia, en África, han hecho guerras sin cuartel los liberales (…) También las tropas coloniales francesas han oprimido a los pueblos. iAhí tenéis la historia precedente, la verdadera historia del despojo inaudito ! iAhí tenéis la política de esas clases cuya continuación es la guerra actual! Ahí tenéis por qué, en la cuestión de las anexiones, no pueden dar la respuesta que damos nosotros cuando decimos: todo pueblo que está unido a otro no por voluntad expresa de la mayoría, sino por decreto del zar o del Gobierno, es un pueblo anexado, un pueblo conquistado. Renunciar a las anexiones significa conceder a cada pueblo el derecho a formar un Estado aparte, o a vivir en unión con quienquiera. Semejante respuesta está completamente clara para todo obrero más o menos consciente.

(…) De ahí que nadie pueda decir como nosotros la verdad de las anexiones, la verdad sencilla y comprensible para cada obrero y cada campesino. De ahí que la cuestión de los tratados, tan sencilla, sea embrollada con tanta desvergüenza por toda la prensa. Decís que tenemos un gobierno revolucionario, que han entrado en ese gobierno revolucionario ministros casi socialistas del todo, populistas y mencheviques. Pero cuando hablan de la paz sin anexiones, mas a condición de no puntualizar qué es la paz sin anexiones (y esto significa: arrebata las anexiones alemanas, pero conserva las propias), nosotros decimos: ¿qué valor pueden tener vuestro ministerio «revolucionario», vuestras declaraciones, vuestras manifestaciones de que no queréis una guerra de conquista si, al mismo tiempo, se invita al ejército a pasar a la ofensiva:?

(…) La revolución rusa no ha modificado el carácter de la guerra, pero ha creado organizaciones que no hay ni ha habido en ningún país en la mayoría de las revoluciones de Occidente. (…) La revolución rusa ha ido más lejos. En este hecho se encuentra el germen de que pueda vencer a la guerra. (…) He ahí la revolución que no ha dicho todavía su última palabra. He ahí la revolución que no ha habido, en condiciones semejantes, en Europa Occidental. He ahí las organizaciones de las clases que no necesitan efectivamente las anexiones, que no han depositado millones en los bancos y que, sin duda, no están interesadas en si se han repartido adecuadamente Persia (…) En eso está la garantía de que esta revolución puede .ir más lejos. La garantía está en que las clases no interesadas de verdad en las anexiones han sabido crear organizaciones en las que se hallan representadas las masas de las clases oprimidas. (…)

(Extraído das Obras Completas, Lênin, Editorial Progreso Editor)

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