CERCI

La crisis mundial arrastra a América Latina

CONSTRUIR EL FRENTE ÚNICO ANTIIMPERIALISTA

Todo indica que las tendencias recesivas mundiales y los desequilibrios inflacionistas no se detendrán ni se revertirán en el próximo año. La intensificación de la guerra comercial es una de sus manifestaciones más contundentes. En medio del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, se prolonga la guerra en Ucrania. La interdependencia entre la guerra comercial y el enfrentamiento militar que se desarrolla en Ucrania es evidente.

Los Países Bajos acaban de acceder a la presión del imperialismo estadounidense para aumentar la restricción del acceso de China a la maquinaria que produce chips de procesadores avanzados. Esta decisión podría golpear duramente a la industria china de alta tecnología, ya que Holanda es uno de los mayores productores de esta línea de componentes, tanto para maquinaria como para productos de consumo. El Congreso estadounidense ya había aprobado en 2022 el proyecto de ley de Biden sobre los chips, que prevé una gigantesca intervención estatal por valor de 52.000 millones de dólares.

Se observa que la mayor potencia del mundo se mueve ampliamente para imponer sus decisiones a los países subordinados o aliados, con el fin de aislar a China todo lo posible. Ha sido difícil extender el alcance debido a que la industria, el comercio y el capital chinos se han elevado a la categoría de competidores en todos los continentes. Estados Unidos observa con desesperación la penetración de los productos chinos en América Latina y el desplazamiento de la antigua competencia europea.

Se trata de un cambio significativo en el orden mundial tras la Segunda Guerra Mundial y después de la liquidación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La China restauracionista empezó a chocar con la hegemonía absoluta de Estados Unidos. La guerra de Ucrania y el conflicto abierto en Taiwán acercaron a los dos gigantes de la región euroasiática. Se vieron obligados a enfrentarse a la coalición imperialista estadounidense-europea que lucha por incorporar el mayor número posible de antiguas repúblicas soviéticas a la Unión Europea/OTAN y por limitar la capacidad comercial y financiera de China para expandirse en Asia, África y América Latina.

Estados Unidos, en declive, reacciona impulsando una escalada militar en el Indo-Pacífico. La OTAN ya ha dejado de ser su brazo armado en Europa y ahora se mueve en función de las manifestaciones de la crisis estructural del capitalismo en cualquier parte del mundo. Las dos grandes guerras involucraron a las potencias capitalistas. Las actuales señales de peligro de una tercera guerra vienen dadas por la coalición montada por Estados Unidos, que incluye no sólo a países europeos, sino también asiáticos como Japón y Corea del Sur. Estos síntomas, que parten de la prolongación y agravamiento de la guerra en Ucrania, expresan una escalada militar, la mayor desde la guerra de Corea.

Dos semanas después de la campaña de condena a Rusia y de quita de responsabilidad a Estados Unidos y sus aliados, montada en la ONU al cumplirse un año de la guerra, la reunión de los ministros de Defensa de la Unión Europea discutió cómo mantener el suministro de armas y municiones al gobierno de Zelenski. Estonia, antaño república soviética, ahora, en la condición de sirviente del imperialismo, presentó un plan para un «fondo voluntario» de 4.000 millones de euros. Se trata de una pequeña suma comparada con los miles de millones de dólares destinados sólo por Estados Unidos. La novedad es que el jefe del Centro de Seguridad y Defensa del Consejo alemán ha revelado que las dificultades para producir armas y municiones podrían resolverse si se levantaran las «restricciones políticas», lo que «podría llevar a los banqueros a invertir en fábricas de armas». Los intereses económicos crearon la guerra en Ucrania. Este es el principal fundamento de la descomposición del capitalismo de posguerra y de la potenciación de las tendencias belicistas.

En una «visita» a Brasil, el canciller alemán, Olaf Scholz, propuso al recién elegido Lula que contribuyera a la causa del imperialismo enviando municiones. Esta fue una indicación de cómo el país más grande de Sudamérica podría involucrarse en la guerra. Biden-Scholz no tuvieron éxito, pero consiguieron que el gobierno brasileño cambiara su voto de abstención al gobierno de Bolsonaro por el de condena a Rusia en la ONU. Esta misma posición fue tomada por el gobierno de Argentina, y por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. El hecho es que este ataque coordinado por los Estados Unidos ha revelado las presiones del imperialismo sobre los Estados y gobiernos latinoamericanos.

Dos hechos que involucran a Brasil se inscriben en el mismo cuadro de crisis mundial, expresado en la guerra en Ucrania y en la guerra comercial contra China: el pedido de Estados Unidos para que Lula no permita que un barco de Irán atraque en puertos brasileños; y la exhortación a condenar al gobierno de Daniel Ortega, de Nicaragua, en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. En ambos casos, Lula no cedió a las presiones, pero mostró debilidad al no rechazar el contenido imperialista de las medidas. En el caso de Irán, se trata de un intento de implicar a Brasil en la política norteamericana e israelí de cercar económica y militarmente al país adversario. En el caso de Nicaragua, corresponde sólo al pueblo nicaragüense luchar contra la dictadura de Ortega.

Estas señales revelan que Estados Unidos y su alianza estrecharán el cerco sobre los Estados y gobiernos latinoamericanos para que se alineen con las directrices del imperialismo. Es cuestión de tiempo para que este alineamiento se concrete, ya que no son capaces de resistir las crecientes presiones internas de sectores de la burguesía nacional. Las respuestas antiimperialistas sólo pueden venir del proletariado y de la mayoría oprimida. Las manifestaciones huelguísticas en Europa ponen al descubierto el camino de la lucha de clases. Los constantes enfrentamientos de los explotados en los países latinoamericanos, que se han agravado en el último período, han sacado a la luz el programa de reivindicaciones de los oprimidos. Es con el programa de defensa de la vida de los explotados y con la estrategia de la revolución proletaria que la vanguardia con conciencia de clase se pondrá a la cabeza de la organización de un frente único antiimperialista.

La organización del frente único antiimperialista es la vía y el instrumento para que la clase obrera reaccione con su programa y estrategia de poder a las tendencias destructivas y bárbaras que surgen del caduco sistema capitalista. El Partido Obrero Revolucionario (POR) llama a todas las corrientes que reivindican la lucha revolucionaria a defender la construcción de un movimiento antiimperialista y anticapitalista.

(POR Brasil – Editorial, Masas 684, 11 de marzo de 2023)

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