Salió el Boletín nº37 del CERCI

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Presentación

La descomposición capitalista empuja a cientos de millones de personas en el mundo a la barbarie en todas sus formas. Guerras donde mueren decenas de miles, se destruyen las fábricas, los campos, las casas, los puentes, hospitales, escuelas. Migraciones de decenas de millones de personas huyendo de las guerras, la desocupación crónica, el hambre y la miseria y los países poderosos responsables de esa situación no solo cierran sus fronteras sino que reprimen a los que llegan y amenaza con expulsar a los que ya están dentro, a los que persiguen y discriminan. En todo el mundo avanza la precarización del trabajo, la reducción o eliminación de derechos. Los desocupados suman más de 200 millones en el mundo. Reducen los presupuestos estatales destinados a la salud y la educación, mientras aparecen nuevas epidemias y enfermedades que se consideraban desaparecidas vuelven a aparecen. Mientras, crecen los presupuestos militares y la militarización de los Estados, producción de armas destinadas a destruir masivamente fuerzas productivas.

La tendencia, desde hace mucho tiempo es al agravamiento de esta situación, mientras una ultraminoría es cada vez más ricas y poderosa. El capitalismo sólo puede sobrevivirse destruyendo. La humanidad sólo podrá desbloquear las fuerzas productivas rebelándose contra este estado de situación, son sus propias fuerzas, con su propia organización con la dirección de la única clase que no tiene ataduras con la propiedad privada, la clase obrera, que tiene un programa, una estrategia para transformar la sociedad y poner definitivamente todos los recursos materiales y humanos al servicio de la mayoría. La única vía es la revolución social. No hay otra salida para impedir que las guerras y el hambre nos destruyan.

Las principales contradicciones del capitalismo, que no puede resolver, afloran con toda su intensidad, entre ellas la crisis de sobreproducción, el choque entre fuerzas productivas mundializadas y las fronteras nacionales, el agotamiento del reparto del mundo entre las potencias, etc.. El agotamiento de las políticas llamadas de libre mercado, de globalización de la economía, empuja a EEUU a multiplicar las medidas proteccionistas dirigida incluso contra las potencias aliadas, contra la Unión Europea y Japón. Quiere imponer su hegemonía a cualquier costo agravando la guerra comercial y anunciando que la guerra en Ucrania es apenas un anticipo de una extensión y profundización de las tendencias bélicas. Todas las medidas desesperadas que tomó anteriormente para intentar cerrar sus crisis fracasaron.

Ya no hay espacio en el mercado mundial para que crezcan y se sostengan bloques económicos que compitan. EEUU está sometiendo a Europa y especialmente a Alemania, con la guerra, con las consecuencias económicas de la guerra y con las medidas proteccionistas, no oculta sus objetivos. Y refuerza los ataques contra China, quiere impedir que se transforme en la potencia económica hegemónica. Estos choques multiplican las contradicciones entre las potencias y también a su interior. La OTAN ha sido revivida como brazo armado dirigido por EEUU, que se extiende por todo el mundo para imponer por la fuerza su pretensión hegemónica. El peligro de una 3ra. Guerra Mundial y un holocausto nuclear están más presentes que nunca antes.  Alertamos a la vanguardia de la clase obrera a reflexionar sobre esta realidad, porque es la única que puede levantarse para impedir esta tragedia. Debe romper con los gobiernos y partidos del capitalismo, con las direcciones reformistas y nacionalistas y terminar de enterrar al stalinismo. Debe ponerse de pie independizándose políticamente de todos ellos construyendo sus partidos revolucionarios y reconstruyendo la dirección proletaria internacional que deberá ser marx-leninista-trotskysta.

Es en este cuadro de profunda descomposición capitalista, de ataque a las condiciones de vida y de trabajo de las masas, que los oprimidos se rebelan como pueden para terminar con esta situación. Latinoamérica está atravesada por luchas extraordinarias como las protagonizadas en Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia y hoy Perú, que contagian a los oprimidos del resto de los países, porque los problemas son los mismos. Y los gobiernos se derechizan sometiéndose a las presiones del imperialismo, a sus crisis,  incapaces de dar respuesta a las necesidades de las masas. Sean nacionalistas, reformistas o neoliberales, todos han fracasado en responder a la agudización de la crisis. EE.UU presiona a los gobiernos para romper con China, para detener sus proyectos e inversiones, para terminar con su influencia, generando un conflicto de importancia.

La clase obrera y los oprimidos también protagonizan importantes luchas en EEUU y el Europa, muy especialmente en Francia e Inglaterra, y en otros países. A los ajustes bajo la pandemia se sumaron los que provoca la guerra, empujando a las masas a la lucha y protagonizar jornadas históricas. Todas estas luchas tienen que encontrar su expresión consciente, el partido revolucionario, que ayude a proyectarlas hacia su propio poder, sabiendo que ya no es posible reformar el capitalismo. Los gobiernos y los partidos del orden se derechizan, abandonan las formas democráticas, se vuelven autoritarios y represivos. Debemos desenmascarar todas las maniobras democratizantes para dividir, confundir y frustrar esos movimientos. La IV Internacional que estamos reconstruyendo desde el CERCI tiene una oportunidad histórica de contribuir a resolver esa crisis de dirección internacional, para luchar por el triunfo de la revolución social, por la dictadura del proletariado, por el socialismo.

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